INTRODUCCION:
A la parábola de la gran cena
también podría llamársele el banquete de las excusas. A las disculpas que se
dan con la intención de huir o evadir algo se les conoce como excusas. Son
pretextos, justificaciones y evasivas que se usan en muchas ocasiones para
quedar bien. Desde que se inventaron las excusas nadie queda mal, estamos
acostumbrados a ellas. Siento llegar tarde, no he tenido tiempo, no puedo ir,
etc. De tal manera que las excusas pueden poco a poco llegar a ser formas
refinadas de mentir. En otras palabras, nos excusamos cuando las cosas no son
de nuestro interés. Eso fue lo que paso con los invitados a esta boda.
La idea del banquete mesiánico
era muy común en Israel. Era una imagen popular entre los judíos. Isaías
25:6-8. Bienaventurado el que coma pan en el Reino de Dios. Que privilegio
poder participar del banquete escatológico del Reino de Dios. Eso significaba
la presencia en la resurrección de los justos. En otras palabras, el banquete
era sinónimo de la vida eterna. La excusa de Jesús para la parábola fue la
declaración del judío: Bienaventurado el que coma pan en el Reino de Dios.
Exegesis:
I.
El Despreciado. 15-20
En la Palestina de los tiempos
de Jesús cuando se invitaba a alguien a una fiesta, se le decía la fecha con
mucha anticipación más no la hora. Cuando llegaba el día fijado y todo estaba
listo, el anfitrión enviaba a los siervos para que citaran a los invitados. De manera
que aceptar la invitación por anticipado y luego rechazarla, el mismo día de la
fiesta, constituía un insulto grave y una ofensa seria. Se presentan tres tipos
de excusas distintas y absurdas al mismo tiempo. No había razón para rechazar
la invitación. Eran excusas totalmente superficiales. El primero coloco los
negocios por encima de la invitación. Había comprado un terreno y necesitaba ir
a verlo fue lo que dijo. Les pregunto: Acaso alguien compra un terreno sin
haberlo visto antes?. Como es que lo compra y luego lo va a ver?. Como va a
inspeccionar un terreno de noche, a oscuras?. Por supuesto que la excusa era
una mentira. El segundo, coloco al trabajo por encima de la invitación. Probar
los bueyes a la hora de la cena?. No es mejor temprano en la mañana?. Otra
excusa que es mentira. El recién casado puso como excusa la familia. (Dt 24:5). No puedo dejar sola a mi mujer.
Que es lo que quiso decir Jesús
con esta parábola: El problema no es haber comprado algo y tener que ir a verlo
enseguida o probarlo o haberse casado. Lo que se reprueba en la parábola es que
los invitados hayan puesto sus intereses personales por encima del deseo del
anfitrión de verlos a todos sentados en su mesa. Da igual la excusa que
pusieran, el verdadero problema es que ninguno tenía interés por participar en
aquel banquete. Por eso despreciaron la invitación.
Ese desprecio estaba
alimentado por dos cosas: La primera, los judíos creían que Dios era exclusivo,
solo para ellos. Y la segunda, que al ser según ellos, respetuosos y seguidores
de la ley tenían el cielo asegurado. Esto es lo que Jesús con contundencia
combate.(Miren lo que paso con la visita de Francisco a Colombia).
Fíjense la secuencia: La
primera invitación fue amplia pero exclusiva. Los pobres, los mancos, los cojos
y los ciegos no estaban incluidos. Indudablemente los invitados de la parábola
eran los judíos incluidos en un grupo selecto. Los despreciados por la sociedad
no estaban. Era una invitación discriminatoria.
La segunda invitación fue
extendida a:
II.
Los despreciados 21-23
Exegesis:
Ante la negativa de sus
ingratos amigos, el anfitrión que ha sido despreciado, invita al banquete a los
sectores más humildes de aquella sociedad. Pobres, mancos, cojos y ciegos, y lo
hace con insistencia. Es totalmente comprensible que esas personas se
resistieran a entrar. Había que convencerlos. Y esa fue la orden del Señor.
Forzarlos y convencerlos no era cuestión de fuerza física era cuestión de amor.
Invitados de baja condición tanto física como económica. Los judíos del primer
grupo consideraban que este grupo estaba por debajo de ellos y que eran menos
merecedores de la invitación. Sin embargo este grupo quería ser invitado.
Sin embargo hubo un problema,
el grupo llego y quedaron muchos espacios en la mesa. Hubo una tercera
invitación que abarcaba a los que no eran israelitas (Invitación universal).
(23). El anfitrión quería la mesa ocupada. No quería ni una silla vacía. En
este grupo estaban aquellos que los judíos despreciaban aún más.
III.
Los Primeros Invitados, Los Ultimos
Despreciados 24
Qué paradoja!. Los primeros
invitados son los primeros y únicos que van a quedar afuera. No van a probar
bocado en el banquete.
El banquete no es solo para
los judíos, es para toda la humanidad.
Comencemos a concluir la
exegesis:
Jesús no está recalcando en la
parábola que el Reino de Dios este cercano o que vaya a venir pronto, sino que
existe la posibilidad hoy de tener acceso al banquete futuro. Este es el auténtico
sentido de la invitación. Jesús comienza con el Reino de Dios y termina con el
Reino de Cristo.
El Señor nos prepara la mesa
todos los días.
Esta parábola se dirige
directamente a los judíos, son los primeros invitados y pretende que ellos
acepten la invitación y que no la rechacen. El quedar excluidos del banquete
depende de la voluntad de los invitados. Dios no obliga a nadie a participar de
su mesa por obligación. Sin embargo, todo aquel que se niegue hoy a seguirle y
obedecer su palabra quedara definitivamente excluido del banquete. (Hechos
13:46). Nadie puede entrar al Reino de Dios sin una invitación suya. El ser
humano no es capaz de salvarse por sí mismo, pero perderse solo depende de él.
Resonancias:
Que nos dice esta parábola a
nosotros Hoy?
Hablemos del hombre de hoy.
El hombre de hoy es un hombre
demasiado ocupado.
La demasiada actividad absorbe
nuestro tiempo.
Se ocupa el tiempo en lo
urgente y no en lo importante. Siempre hay cosas que resolver pero no hay
tiempo para serenar el alma en la mesa del Señor.
El día a día es el tirano que
nos domina.
En esta situación nos perdemos
de lo que realmente importa.
Jesús marca en esta parábola
la diferencia fundamental entre el banquete de Dios y los propios intereses del
hombre. Por un lado la vida y sus afanes, por otro lado el banquete.
No somos
sabios en el manejo de la vida diaria y nos enredamos perdiéndonos el banquete.
La vida diaria llena de
excusas al hombre de hoy para no hacer lo verdaderamente importante.
Y la Iglesia?:
Hoy la Iglesia se ha dejado
influenciar por el estilo de vida basado en las demasiadas ocupaciones. De tal
forma que las ocupaciones se han vuelto más importantes que la mesa del Señor.
Que las actividades inclusive en la Iglesia se han vuelto más importantes que
estar con Él.
Les invito a reflexionar en
algo: En qué y cómo invertimos nuestro tiempo y qué lugar ocupa Dios en nuestra
agenda.
Hoy priman más los intereses (Metas)
personales que los intereses de Dios.
A que le estamos dando todo
nuestro esfuerzo y empeño: Negocios, trabajo, vida social, a construir un
nombre, a las actividades en la Iglesia (Agendas).
Nos hemos vuelto expertos en
dar excusas, sin darnos cuenta que las excusas, incluyendo aquellas que nos
damos a nosotros mismos nos alejan cada día mas de su mesa.
Creo que como Iglesia, tenemos
hoy el mismo problema del pueblo judío. Podemos estar creyendo que Dios es
exclusivo y que tenemos el puesto en la mesa seguro.
Esa creencia, ese pensamiento,
alimentado por la actividad y la costumbre está produciendo en nosotros una
falsa seguridad. La Iglesia ha bajado la guardia. Falta fervor, falta entusiasmo,
falta entrega, falta consagración.
Creo que estamos llegando a límites
peligrosos. Es posible que estemos llegando al extremo de despreciar la mesa.
De despreciar al Señor que nos invita. Cada vez más con excusas más absurdas
que las anteriores. La razón contundente para todo esto, es la falta de amor
por el Señor. La falta de amor por Jesús nos llena de excusas, el amor hacia él
nos quita todas las excusas.
Vamos a preguntarnos en este
momento: Hace cuánto tiempo el Señor me está invitando a su mesa?. En qué cosas
he invertido mi tiempo despreciando su invitación?. Sera que el Señor es el
despreciado en mi vida?. Hace cuanto se me acabo el amor hacia El?. En este
punto el pecado hace fiesta con nosotros, nos domina, nos controla y estamos a
un paso de caer en un hoyo más profundo de aquel que el Señor nos sacó.
El Señor nos está diciendo:
Vuelve a mi mesa. Hay un banquete esperándote.
Estar con él en la mesa día a
día, nos alimenta, nos fortalece, nos permite crecer, nos da fuerzas para
enfrentar la vida y sus afanes, nos ayuda a permanecer. Es un peligro alejarnos
de su mesa.
David decía: Aderezas mesa
delante de mí. Salmo 23. La hospitalidad del Señor para con nosotros es que
siempre hay un lugar para nosotros en su mesa.
El primer paso es volver a la
mesa.
El segundo es volvernos
incluyentes.
El tercero es permanecer para
estar.
En el contexto anterior, Jesús
dice lo siguiente (Lucas 14:12-14):
“Cuando
hagas una fiesta o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a
tus otros familiares, ni a tus vecinos más ricos. Si haces eso, también ellos
te invitarán a ti, y de esa manera te recompensarán por haberlos invitado. 13 En el futuro, cuando hagas una fiesta, invita a
los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos. 14 Ellos no podrán darte nada a cambio, pero Dios te
bendecirá. Él te dará un premio cuando resuciten todos los que practican la
justicia”.
El
alejarnos de la mesa nos aleja de los necesitados.
El
acercarnos a la mesa nos acerca a los excluidos.
El
amor hacia Dios, ese amor que nos lleva a aceptar su invitación, tiene que
desarrollarse amando al necesitado, al excluido. El desprecio al Señor se
manifiesta en la indiferencia hacia los excluidos. Nunca juzguemos la condición
de alguien. Detrás hay una historia. No han tenido las mismas oportunidades que
nosotros.
Esos
que vemos en la calle con cierta repulsión. Porque no hacemos evangelismo para
ellos?. Porque no hacemos brigadas de alimentos para ellos?. Cuando hemos ido a
las ollas a rescatar drogadictos?. La Iglesia nunca desarrollara un amor
genuino por Dios si no lo practica con su prójimo.
Imagínese
por un momento una gran mesa con cientos de sillas. El Señor sentado a un
extremo de la mesa y usted y yo sentados al lado de ciegos, cojos, mancos,
indigentes, mendigos y todos los desechados por la sociedad. Cual sería nuestra
reacción?. Cual sería nuestra actitud?. Abandonaríamos la mesa? O dejaríamos la
silla vacía. (Andrés Pastrana y las FARC - La imagen dice mucho).
El
riesgo que se corre con todo esto, es el mismo que Jesús le advierte al pueblo Judío.
Aquellos que fueron invitados un día y no aceptaron la invitación no tienen entrada, no tienen más chance.
Aquellos
que no son capaces de compartir mesa con los excluidos de este mundo no tienen
chance.
Es
posible que alguno de nosotros piense que eso no es así. Que es una exageración
del predicador. Lo invito a leer la Parábola del Juicio a las Naciones. Mateo
25:31-46. Los cabritos no entran al Reino de los Cielos por su falta de amor al
prójimo.
CONCLUSION:
Terminemos con algunas reflexiones:
Sera el Señor el despreciado
de nuestra vida?.
Qué lugar ocupa Jesús en
nuestra agenda?.
Sera que el Señor tiene que
hacer grandes esfuerzos para que vayamos a su mesa?. Forzarnos para que nos
encontremos con él?.
Hace cuanto el amor hacia Dios
se apagó?.
Sera que los excluidos de este
mundo son también despreciados por nosotros?.
Y donde está el amor hacia el
prójimo?.
Recordemos: La entrada al
banquete celestial depende de aceptar la invitación hoy. Es una invitación que
cuesta la vida, que requiere de amor, de comunión, de rendición ante la palabra.
Que vamos a hacer a partir de hoy?.
Su mesa está servida y Jesús
está esperando.