Introducción:
Creo que esta parábola es el más contundente
mensaje de Jesús en contra de la religiosidad. La resistencia tanto de los
judíos como de los seguidores de Jesús a abandonar las antiguas tradiciones
lleva al Señor a pronunciarse. Voy a resumir en algunas comparaciones la
diferencia entre religión y evangelio, entre vestido viejo y vestido nuevo.
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La religión es apariencia, el evangelio es esencia.
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La religión es externa, el evangelio es interno.
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La religión tiene que ver con lo que yo hago, el
evangelio tiene que ver con lo que Dios hace.
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La religión es hipócrita, el evangelio es auténtico.
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La religión no cambia el corazón, el evangelio cambia el
corazón.
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La religión no exige, el evangelio sí.
El vestido viejo es la religión, el vestido nuevo
es el evangelio.
Contexto:
La parábola es la respuesta a una pregunta de los
discípulos de Juan.
Juan había sido asesinado, pero Jesús estaba con
ellos. Juan es el que abre el camino, pero Jesús es el camino. Jesús les dice,
ustedes ahora no tienen que ayunar. Yo he venido a liberarlos del formalismo
religioso y colocarlos en una vida nueva basada en el amor y el amor no
necesita normas para poder expresarse.
La nueva vida que les ofrezco se basa en el amor,
tendrá su fundamento en un sacrificio hecho por amor y tendrá que vivirse
amando a los demás.
En la religión el amor no tiene cabida.
Jesús manifiesta en la parábola, la
incompatibilidad entre lo viejo y lo nuevo.
No se puede remendar un vestido viejo con un
pedazo de tela nuevo. La desgastada tela del vestido viejo no va a resistir y
se va hacer un hueco peor. La nueva vida que Jesús ofrece es tan exclusiva que
resulta imposible vivir como religioso y como cristiano.
No se puede vivir pensando que se es justificado
por las obras (“Obediencia”) y al mismo tiempo que se es justificado por la fe.
El vino nuevo no puede almacenarse en odres viejos
porque en el proceso de fermentación el envase se rompe. Solo el odre nuevo
resiste el vino nuevo. La felicidad que produce la vida nueva no puede
experimentarse en medio de una vida religiosa.
Entonces, el sentido de esta parábola es resaltar
la idea de que resulta necio cualquier intento de acomodar lo viejo a lo nuevo.
Dios nunca pretendió reformar el judaísmo, lo que quiso hacer fue presentar al
mundo algo completamente nuevo. El evangelio.
Existe una incompatibilidad total entre el
judaísmo y el evangelio, entre la ley y la gracia, entre la religión y la nueva
vida en Cristo.
El evangelio no puede envasarse en una vida
religiosa. El evangelio ha de envasarse en corazones cambiados, en corazones
nuevos, desprovistos de toda forma de religiosidad.
La religiosidad se quiebra frente a la presión del
amor al prójimo. El religioso es incapaz de amar pues confía en sí mismo y en
sus méritos. El orgullo le impide amar a los demás. (El fariseo de la
parábola).
No es posible ser libres en Cristo en medio de una
vida religiosa.
El vestido nuevo y el vino nuevo son la justificación
por la fe y la alegría de la salvación.
El comentario que hace Lucas en 5:39: Es una
anotación irónica de Jesús. Muchos prefieren el vino viejo porque se sienten más
cómodos viviendo una vida que no les exige demasiado.
Cuando estos evangelios comenzaron a circular en
las Iglesias, el problema era el riesgo de abrazar lo viejo, de acomodarse a
las tradiciones religiosas, el riesgo de perder la frescura y la espontaneidad
del amor fraternal y la pasión por la predicación del evangelio.
Las nuevas Iglesias no debían acudir a los
remiendos. En otras palabras, era inaceptable que en la Iglesia se presentara
la mezcla de evangelio y religiosidad. El énfasis era lo nuevo.
Como nos habla esta parábola hoy?.
El énfasis de Jesus, es el vestido nuevo, la vida
nueva. No voy a hablar de religiosidad. Voy a dar el mensaje a la inversa.
1.
Indolentes. (Con nuestra vida. No hacer nada)
La Iglesia de hoy se ha acomodado. De alguna forma
le gusta el vestido viejo. El Vino Viejo.
Vivimos mas en apariencia y preocupados por las
apariencias que por la esencia. Cuando vivo mas preocupado por lo que otros
piensen de mi lo que estoy mostrando es mi religiosidad.
Preocupados por lo externo y no por el corazón.
Preocupados por hacer y no por ser.
Hay falta de autenticidad.
Hace rato que el corazón dejo de cambiar
Vivimos vidas poco exigentes. No nos preocupa la
vida que llevamos.
Hemos sido llamados a una vida nueva y no hacemos
nada para vivirla.
Sabemos lo que hay que hacer, pero no lo hacemos.
Ilustro con este pasaje:
Mateo 7:1-5
El religioso o el que vive en la vida vieja o con
el vestido viejo está pendiente de los errores de los demás, de los pecados de
los demás para señalarlos.
El que vive en la vida nueva o con el vestido
nuevo está pendiente de sus propios errores para corregirlos y de sus propios
pecados para arrepentirse.
El religioso vive una falsa espiritualidad basada
en la creencia de que es perfecto. El que vive en una vida nueva vive una
verdadera espiritualidad basada en la fe y en la seguridad de que Dios le
ayudara a cambiar.
Nos habla de la indolencia porque sabiendo lo que
hay que hacer no lo hacemos. Nos hemos conformado con una vida sin sabor para
nosotros y sin sabor para la comunidad en la que vivimos.
No hemos experimentado a veces esa sensación?. La
sensación de que mi vida como cristiano no tiene sabor. Es el producto de la
indolencia de no hacer nada para cambiar la situación.
Es como decirle a Jesús: No voy a hacer nada para
alcanzar una vida nueva.
En contraste con lo anterior:
No nos gusta lo nuevo en el corazón, pero nos
gusta lo nuevo que nos ofrecen.
El afán por lo nuevo nos consume. El imperio de lo
efímero. Se tiene la idea de que lo nuevo es lo mejor. Es así como consumimos
altas cantidades de basura religiosa y el mensaje de Jesús ofreciendo una vida
nueva se ve como algo viejo y sin atractivo.
Si Jesús estuviera aquí, que tendría que decirnos
para hacernos entender de la importancia de la vida nueva que el ofrece?.
Es que en la práctica estamos despreciándola.
La vida continua. Vivimos el día a día de una vida
sin sabor. Y no estamos haciendo nada. Eso es ser indolentes. Dios nos llama a
dejar de ser indolentes y comenzar a ser diligentes con nuestra propia vida.
2.
Indiferentes. (Con los demás y con nosotros mismos. No
nos importa).
Jesús vino a ofrecer una nueva vida basada en el
amor. Una vida que tiene que vivirse amando a los demás.
Esto parece no encontrar cabida ni en la sociedad
ni en la Iglesia de hoy. El amor que no necesita excusas para ser expresado no
encuentra lugar en el mundo de hoy. La indiferencia es el pan de cada día.
Quien se sacrifica por los demás?. ¿Donde estamos
los que decimos seguir el ejemplo de Jesús?
Ahora. A muchos ni siquiera nos importa nuestra
propia vida. El barco se hunde cada día un poco más y somos un espectador más
del naufragio.
Particularmente creo que la cantidad de
información que hoy se maneja (En su mayoría sesgada, amañada y con fines de
condicionar), en aspectos religiosos, históricos, antropológicos y de todo
tipo, ha hecho creer a la gente que está bien informada, pero en realidad lo
que tienen en su cabeza es un auténtico caos mental, una gran confusión.
Esto
ha causado que muchos no sepamos ni en que ni a quién creerle. Esto ha
contribuido a que nos volvamos indiferentes. La causa, cambiar las Escrituras
por el internet.
Ilustro con este pasaje:
Santiago 1:26-27
Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua,
sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana. (El Bocon: 1. No es
confiable, Habla de lo que no sabe y no mide el alcance de lo que dice).
La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta:
Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin
mancha del mundo.
Nos hemos acostumbrado también a ver la tragedia
todos los días. Y como no nos toca de cerca nos hemos vuelto insensibles,
indiferentes.
No se puede vivir con el vestido nuevo sin amar al
prójimo.
La indolencia y la indiferencia han ocasionado en
nosotros tristeza. Y muchos hemos aprendido a convivir con esa tristeza. No
estamos gozando de la felicidad del vino nuevo.
Así como pregunte hace un rato sobre la vida sin
sabor, ahora pregunto:
¿Somos verdaderamente felices en Cristo? No
contestemos de manera automática.
No estoy preguntando si es feliz en la Iglesia, si
es feliz con los amigos que tiene en la Iglesia, si se siente bien en la
Iglesia. ¿Estoy preguntando si es feliz en Cristo?
Conclusion:
Creo que Dios hoy está haciendo una súplica a su
pueblo. Dirán: Dios suplicando. Si suplicando. Creo que Dios nos ha hablado de
muchas maneras, de muchas formas.
Deja de ser indolente. Ocúpate de tu vida. Trabaja
conmigo en cambiar tu corazón. Ya está bueno de una vida sin sabor.
Deja de ser indiferente. Amate a ti mismo y a los
demás. Ya está bueno de una vida triste.
Déjate conquistar por mí para que puedas gozar de
una vida nueva y feliz en mi compañía.
No coloques más parches en mi relación contigo.
No te identifiques con lo nuevo que el mundo
ofrece. No dejes que tu fe se vuelva cómoda, no dejes que tu fe se vuelva poco
exigente, no dejes que tu fe se vuelva emocional.
El evangelio es el espejo que refleja nuestra
condición. Recordemos es la esencia y esa solo puede salir de un corazón
cambiado.
Preocúpate por una vida nueva, sigue trabajando en
ella y se feliz conmigo.
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