miércoles, 20 de enero de 2010

Cómo se Dividió La Biblia en capítulos y versículos Por Ricardo Moraleja Ortega

¿Sabía qué los textos bíblicos más antiguos en las lenguas originales no estaban divididos en capítulos ni  en versículos?

En los “originales” no había separación entre las palabras, ni vocales, ni signos de puntuación, ni títulos de cabecera que ayudasen a localizar los pasajes bíblicos.

Se puede decir que fue a partir del Renacimiento cuando se empiezan a editar los primeros libros modernos, con páginas, títulos, capítulos e índices. Estos primeros libros impresos imitaban a los manuscritos y ofrecían un texto extenso y continuado, desde la primera página hasta la última, sin divisiones en párrafos o estrofas. La Biblia no se ha escapado a esta regla, aunque, algunos datos bíblicos nos hacen pensar que en la época de Jesús ya existía algún tipo de división textual, especialmente en aquellos pasajes que eran más populares y que se leían cíclicamente en las sinagogas (Lc 4.17, Hch 13.15; 15.21, 2 Cor 3.14). Además algunos de estos pasajes eran conocidos por un título que hacía referencia a su temática (Mr 12.26; Lc 20.37, Rom 11.2, Hch 8.3). Se tiene constancia de que en el s.I d.C. existía la costumbre de leer la Torá en la mañana del sábado. Podemos suponer que resultaba muy difícil usar un texto largo, sin ningún tipo de divisiones que facilitase de la búsqueda del pasaje determinado para la  lectura pública.

En el transcurso de la Edad Media los masoretas (especialistas judíos encargados de fijar, conservar el texto exacto de la Biblia), concibieron una división  en frases cortas, pero con sentido completo, lo cual permitía dar un cierto ritmo a la voz del lector. Hay que precisar que estas divisiones no aparecían en los rollos de la sinagoga reservados al culto, cuyo texto no debe de llevar ningún signo añadido.

Divisiones actuales

Nuestra actual división en capítulos parece haber sido esbozada en el siglo XI por Lanfranc, consejero de Guillermo el conquistador. En  los albores del siglo XIII, en París, Stephen Langton, profesor en la Sorbona, que llegó a ser arzobispo de Canterbury, desarrolló el esbozo, y lo llevó a cabo. Él estableció una división en capítulos, más o menos iguales, muy similar al que tenemos en nuestras Biblias impresas. Hacia el 1226, los libreros de París, introducen estas divisiones en capítulos en el texto bíblico, dando lugar a la que se conoce como la Biblia Parisina. Desde entonces esta división se hizo universal.

El primer libro bíblico impreso dotado de esta presentación versificada y numerada fue el de los salmos, concretamente el Psalterium quintuplex de Lefevre D´Etaples,  publicado en 1509, en París, por el famoso impresor protestante, Henri Estienne, quién ostentó el prestigioso título de impresor del rey para el hebreo, el latín y el griego.

Robert  Estienne, (o Stephanus), hijo de Henri, popularizó el uso de la numeración de versículos para toda la Biblia. Para los libros protocanónicos del Antiguo Testamento  adoptó la división del dominico italiano de finales del s.XV, Sanctes Paginus. Y para los deuterocanónicos y todo el Nuevo Testamento elaboró una nueva división. Se cuenta que este trabajo lo realizó en el transcurso de un viaje a caballo de París a Lión. En 1551 publicó el Nuevo Testamento griego, y cuatro años más tarde publicó la Biblia completa en latín. En ambos casos los números de los versículos no figuraban en el texto bíblico, sino al margen. En 1565, Teodoro de Beza inscribe los números de los versículos en el interior del texto mismo.

El recurso de dividir el texto bíblico en capítulos y versículos numerados permite desde entonces encontrar inmediatamente un pasaje, sea cual sea la puesta en página adoptada por la edición.

Las divisiones en los capítulos y versículos no son perfectas.

Aunque Estienne y Langton intentaron mantener un buen equilibrio entre el número de versículos por capítulo, en algunos lugares su división del texto resulta artificial y discutida, pues no respeta la unidad del discurso o del relato.

Libro

Nº versículos

Nº capítulos

Promedio de versículos por capítulos

Génesis

1531

28

30.62

Éxodo

1213

16

30.33

Levítico

  859

27

31.81

Por ejemplo, para algunos especialistas, la transición entre los capítulos 7 y 8 del Evangelio de  Juan no es acertada, pues el discurso no acaba en 7.53, sino en 8.1. Por tanto el capítulo 8 debería comenzar con el versículo 2. En este caso, la situación es especialmente compleja, pues el texto 7.53-8.11 no aparece en la mayoría de los manuscritos; otros lo incorporan en lugar diferente. El relato parece haber sido una historia conservada primero en forma independiente y luego incluida aquí. La narración interrumpida en 7.52 parece que continúa en 18.12.

Otro ejemplo interesante lo encontramos en el Salmo 19. Un gran número de especialistas opinan que la última línea del versículo 4 debe ser el comienzo del versículo 5, pues se refiere, al igual que los versículos 5 y 6, al mismo protagonista (el sol) que recorre el espacio celeste y define el pulso del día y la noche  con su presencia y ausencia.

Por último, cabe mencionar que la numeración de los salmos en el texto hebreo difiere de la utilizada en las versiones griega (LXX) y latina (Vulgata). Esta diferencia se debe a que algunos salmos han sido divididos y otros fusionados. Así, por ejemplo, los salmos 9 y 10  del hebreo corresponden al salmo 9 de las versiones griega y latina, mientras que los salmos 114 y 115 de la LXX corresponden al 116 del texto hebreo. Lo mismo sucede con el salmo 147 del texto hebreo que queda dividido en dos salmos (146-147) en la versión griega.

Artículo tomado de Sociedad Bíblica (www.sociedadbiblica.org)

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