Aproximadamente a 45 kilómetros de Sardis, era una ciudad pequeña ubicada en una zona de alto riesgo sísmico, donde ocurrían temblores y terremotos con bastante frecuencia. De allí que no tenía muchos habitantes y la Iglesia era pequeña. El culto existente era el que se le rendía a Dionisos llamado más tarde Baco (dios romano del vino). Jesús se presenta como el Santo y Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre, citando a Isaías 22:22. La llave es el símbolo de la autoridad. Las palabras enseñan que a Cristo pertenece la autoridad completa con respecto a la admisión o la exclusión del Reino De Los Cielos. Cristo le dice: “He aquí he puesto delante de ti una puerta abierta”. Esta figura era familiar entre los cristianos del siglo I y encontramos muchas referencias iguales en el Nuevo Testamento. La puerta abierta significa la existencia de una buena oportunidad, o de condiciones favorables para predicar el evangelio y hacer obra misionera. Filadelfia era un centro cultural, su gente era muy educada y estudiosa. Cuando el evangelio llega a la ciudad, ya Filadelfia exportaba cultura, luego comenzó a exportar el evangelio atraves de la obra misionera. Sumado a lo anterior, su ubicación geográfica le permitía lanzar misioneros a ciudades donde aun no había llegado el evangelio. “He aquí la puerta abierta”. De esta puerta dice Jesús: “Nadie la puede cerrar”. Jesús añade: “Aunque tienes poca fuerza”, con esto quiere decir que a pesar de lo pequeña de la Iglesia en número de miembros, los cuales en su mayoría se presume eran de escasos recursos, tenía en sus manos la labor más grande e importante, que era llegar a los pueblos no evangelizados aun. Esto contrasta con la idea que hoy existe de que hay que tener grandes recursos para predicar el evangelio, puede más el amor, la disposición y la consagración que cualquier chequera. La Iglesia muy a pesar de las persecuciones, de su poca fuerza y de su número reducido de miembros había permanecido fiel y había guardado la Palabra. Además de esto, tenían unos judíos (Sinagoga de Satanás), que les hacían oposición. Jesús les dice que los entregara, es decir algunos de ellos terminaran convertidos a Cristo y entendiendo el verdadero evangelio. Jesús ahora se refiere a que la Iglesia ha guardado la Palabra de mi paciencia. Esta frase tiene tres connotaciones: La primera, la actitud de servir a Cristo, teniendo paciencia en medio de las dificultades, la segunda, la paciencia para aguardar la segunda venida y la tercera, la Iglesia ha seguido el ejemplo de Cristo quien pacientemente recorrió el camino hacia la cruz, así la Iglesia continua su camino exponiéndose al martirio. En los tres escenarios la Iglesia ha sido Fiel, ese es el ejemplo de Filadelfia. “La fidelidad en medio de la persecución, la paciencia en medio de las pruebas y su obra misionera en medio de sus limitaciones. “Que gran ejemplo”. Apartándonos de cualquier controversia escatológica, lo que Jesús promete a la Iglesia es guardarla en medio de la prueba. Continúa el Señor y dice: “Yo vengo pronto”, es una conminación a seguir vigilante, a estar ´preparados para su venida y también una palabra de consuelo, la prueba se acabara para los creyentes cuando Cristo venga. Luego el Señor le dice: “Reten lo que tienes”. Cristo promete guardarnos pero a su vez nos recuerda la responsabilidad de permanecer fieles. “Para que nadie tome tu corona”. Jesús advierte acerca del fracaso, acerca de no terminar la carrera con éxito, acerca de no llegar a la meta. Jesús quiere bajar la bandera a cuadros y que todos lleguemos al final. “Al que venciere le hare una columna en el templo de mi Dios”. Dos significados muy importantes aquí: En primer lugar, la columna a le da estabilidad al edificio y en segundo lugar la misma columna debe estar firme y fija. El creyente es parte del edificio y a su vez sostén de sí mismo. Doble responsabilidad para los discípulos del Señor. Al final, la gloria con el Padre. Cristo escribirá sobre el vencedor tres nombres: El nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios y un nombre nuevo. El nombre de Dios, significa que somos su propiedad, que somos consagrados, apartados para Dios, que somos su pueblo. El nombre de mi ciudad, es el nombre de la Nueva Jerusalén (Identificación como habitantes de la ciudad de Dios por la eternidad), y el nombre nuevo, solo lo sabrá el creyente. Algunos eruditos dicen que el nombre nuevo equivale a un símbolo de las glorias completas de Cristo que van a ser reveladas el día de su venida, es decir, al conocer a Cristo en todo su esplendor y ser transformados vamos a conocer en realidad la maravilla de la obra de Cristo y su regalo para nosotros. Gracias a Dios por todo lo que nos ha dado.
Dios les bendiga
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