Yo dije:
Vosotros sois DIOSES, Y todos
vosotros hijos del Altísimo;
Este versículo ha sido tomado fuera de contexto para afirmar
que nosotros los cristianos somos dioses y estamos a la misma altura de Dios.
Alguien dijo que si nuestro padre es Jehová, nosotros éramos Jehová Junior.
Esta afirmación constituye una de las mas grandes herejías.
Otras filosofías y creencias lo han venido diciendo hace mucho tiempo, como por
ejemplo, el yoga, filosofía que tiene relación con el budismo, hinduismo y jainismo.
Al afirmar los cristianos que los hombres somos dioses, estamos
dando la razón a estas filosofías y echando por el piso la autoridad de la
Escritura.
En primer lugar:
¿A que se refiere este salmo?
Este es un salmo de sabiduría que se caracteriza como un
reclamo desesperado que implora justicia, a partir del sentimiento de la mala
administración de los que ejercen el poder. En primer lugar anuncia que Dios es el
Juez Supremo. Esto equivale a un reconocimiento de la perfecta equidad de las
pautas de la justicia. Los jueces que se tiene en mente han pecado al hacer
acepción en la persona de los malos, apartándose de este modo del trato que
Dios ofrece a los hombres, ante quien todos ellos son responsables.
La palabra “dioses” en el versículo 6.
Los dioses son interpretados por algunos como deidades
subordinadas o como Ángeles, sin embargo como el contexto y el uso que
nuestro Señor Jesús hace del versículo 6 en Juan 10:34 hacen pensar que aquí al
salmista se refiere a reyes o magistrados culpables de haber usado su oficio
para fines egoístas.
Dios ha dotado de dignidad y autoridad a los gobernantes y
jueces, con respecto al poder y las responsabilidades que se les han otorgado.
Pablo describe a los magistrados humanos en el ejercicio de su función como
guardianes de la paz, como poderes instituidos por Dios y ministros de Dios.
Resistir su autoridad equivale a resistir a la autoridad de Dios. Romanos
13:1-6. A causa de su traición a la confianza que se ha tenido en ellos, estos
gobernantes corruptos han de morir, (V7) como cualquiera de los príncipes han
de caer, su oficio y rango no los salvara del desastre.
Con ayuda de: Comentario Bíblico Beacon. Tomo 3. Paginas
311-312
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