La siguiente reflexión no debe ser usada para criticar o señalar de alguna manera al liderazgo de cualquier Iglesia local. La exposición que se hace esta basada en el texto citado. Si de alguna manera Ud ve en la Iglesia este tipo de comportamientos ore por sus lideres, hable con ellos de manera amorosa, pero ante todo no contribuya a un clima de murmuración en la Iglesia. Deje que Dios le guie a lo que debe hacer.
Lo especial de las Escrituras, es que su contundencia nos deja sin argumentos para justificar actitudes que son injustificables. En Santiago capitulo 2, encontramos al apóstol Santiago advirtiendo y exhortando para que la Iglesia no cayera en el favoritismo o la preferencia en razón de la condición económica del creyente. La preferencia basada en lo económico o en cualquier otra razón no tiene cabida en la Iglesia y constituye pecado por ser una violación del mandamiento de amar al prójimo como a sí mismo, debido a que se está discriminando y colocando al pobre en una categoría inferior de miembro (Como si existiera una escala), en razón de sus posesiones. ¿Sera que esto sucede hoy?, ¿Sera que esto solamente pasaba en la Iglesia Primitiva?. Desafortunadamente no. Hoy en día encontramos a lideres (Cualquiera que sea su cargo), que dan preeminencia a miembros de Iglesias con facilidades o con buenas posesiones. Son nombrados en cargos sin cumplir con los requisitos espirituales, son mantenidos en sus cargos aunque no hayan sido lideres idóneos o cometan faltas y errores que a un creyente común y corriente no se le perdonarían, muchas veces son nombrados o reelegidos por la misma asamblea de la Iglesia mas por complejo que por convicción, y es que de alguna manera los hermanos con menos recursos económicos creen que los de mejor posición económica merecen más los cargos de liderazgo en la Iglesia que ellos. Indudablemente que esta situación también es ambientada por la misma preferencia que la Iglesia ve en el liderazgo, aunque sin duda esto genera molestia en la congregación. Las razones son muchas, pero la más importante es que los lideres creen que si un miembro adinerado se va de la Iglesia va a perder una buena cantidad de diezmos y ofrendas y no va a tener como sostenerse o va a ver déficit en la Iglesia y por eso tienen preferencia para tener al miembro contento, como si la Iglesia no contara con Dios que es el que da la provisión. El texto es muy claro, la cosa es totalmente al revés. El amor debe primar, por lo tanto la preferencia no debe hacer presencia en la Iglesia, no hay razón para ello. Las diferencias cualquiera sea la razón para querer imponerlas, son inadmisibles en la Iglesia de Cristo. Es más, se conmina a la solidaridad al creyente. Del versículo 14 al 26, se habla de la actitud correcta y es ayudar a mi hermano necesitado, en otras palabras, mi dinero no debe servir para marcar diferencia, debe servir para ayudar a mi hermano, si no es así mi fe no sirve, es muerta, la espiritualidad no se demuestra orando para que Dios provea para la necesidad de mi hermano, la espiritualidad se demuestra cuando de mi dinero doy para cubrir la necesidad de mi hermano, por eso es que la enseñanza de que la pobreza es una maldición es infame debido a que según esta el pobre es culpable de su pobreza a raíz de su pecado o maldición generacional por lo tanto como hermano y miembro de la misma Iglesia no me siento responsable por él, ni creo que debo ayudarlo debido a que su condición económica es su propia culpa, semejante promoción del egoísmo. El amor se ve cuando ayudo a mi hermano. El apóstol Juan dice: Si algún hermano tiene bienes de este mundo y ve a su hermano padecer necesidad y cierra contra él su corazón (No le ayuda), el amor de Dios no está en el, ni es un verdadero creyente. En Cristo todos somos iguales, por eso debemos ser amorosos, solidarios y sin diferencias.
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