En Cantares, se encuentran cuatro intentos de Salomón para conquistar a la Sulamita. Lo primero que hace Salomón es alabar su belleza al compararla con una yegua de los carros de faraón (Halago propio de la época 1:9), en el 10 elogia su rostro. En el versículo 11, le promete joyas que adornaran su rostro hermoso. El rey sigue insistiendo pero nada consigue. En el pasaje del 3:6-11, Salomón llega con una procesión real con la cual trata de impresionar a la joven, con su pomposidad y poder al mostrarle todos los súbditos que le acompañaban para servirle. En el capítulo 4, el deseo de Salomón por la mujer se torna más intenso. En el capítulo 6, Salomón es más directo y le insinúa su deseo de estar con ella, es posible que haciendo algo de alarde en cuanto a su experiencia y habilidad para hacerle el amor a las mujeres. En los versos 8 al 10, Salomón llega a ofrecerle lo más alto, lo que desearía toda mujer de su época, le dice que ella es más hermosa que todas las concubinas que tiene en su harem y pone a su disposición ser la reina con aparente exclusividad de sus sentimientos. En el capítulo 7, Salomón (aparentemente) se siente tentado a tomarla por la fuerza pero al final se da por vencido. Ahora veamos las respuestas. Siguiendo el orden, la primera respuesta que da la Mujer es que las atenciones de Salomón en primer lugar no son bienvenidas y en segundo lugar que ella estaba comprometida con otro hombre, amaba a otro hombre. Nada de lo que hizo Salomón logro impresionarla, el ambiente del campo al lado de su amado pastor era suficiente para ella. Lujos, castillos, joyas, nada de eso era más importante como serle fiel al hombre que amaba y que la amaba. Ante el alarde de Salomón de su sabiduría en las artes del amor, ella describe con amplitud como disfruta de la intimidad con su esposo. Para ella era suficiente y no necesitaba estar con otro hombre. Ante la oferta de ser la reina, la Sulamita le recuerda a Salomón que está allí en contra de su voluntad (6:11-12). Ante la firme lealtad de la joven la deja en libertad. Que lección de fidelidad tan grande. Ella no cedió ni a los halagos, ni a las joyas, ni a la oferta de poder y de buen sexo. Para ella los halagos de su pastor, de su campesino eran suficientes, lo que él le podía ofrecer para ella era suficiente, el poder para ella era tener la libertad de gozar de su amor con él y para ella la intimidad con el no se comparaba con la que hubiera podido tener con el hombre que se suponía más sabio en el sexo en su época. Que pertinencia de este libro para hoy. Cuantas mujeres traicionan su amor verdadero por un plato de lentejas. Cuantos hombres traicionan su amor verdadero por un cuerpo de guitarra. Cuantos sucumben ante la oferta de dinero, poder y buen sexo. Algo que llama la atención es que la mujer nunca menciono los puntos débiles de su marido, nunca busco excusas para ceder (seguro que el pastor no era perfecto), siempre lo puso por encima del rey cortejante. Cuando alabamos lo bueno de nuestros conyugues el amor y la fidelidad encuentran un apoyo muy fuerte. Problemas entre ellos. Claro, solo que ellos se amaban, se apoyaban y superaban las dificultades juntos. Ella se mantuvo fiel, exalto el compromiso que tenia y no cedió. Que lección para nosotros. Hoy cedemos tan fácil, caemos tan fáciles, el mundo actual y su propaganda nos ha llevado a actuar por instinto (como los animales), actuamos sin pensar y luego el daño está hecho. Permanezcamos fieles a nuestros conyugues, lavemos la ropa sucia en casa y hagamos que el amor triunfe.
Dios les bendiga
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