¿Existe alguna “posición Cristiana” del aborto en casos extremos?
El primer argumento que se levanta siempre contra la posición cristiana sobre el aborto es, “¿Qué sucede en los casos de violación y/o incesto?”. Tan horrendo como sería el quedar embarazada como resultado de una violación y/o incesto, ¿es el hacer asesinar a un bebé la respuesta? Dos errores no hacen un acierto. El niño que llega a ser el resultado de violación y/o incesto puede ser dado en adopción a una amorosa familia que no haya podido tener hijos propios – o el niño puede ser criado por su madre. Nuevamente, el bebé no debe ser castigado por los actos malvados de su padre.
El segundo argumento que usualmente se levanta contra la posición cristiana sobre el aborto es, “¿Y qué sucede cuando la vida de la madre está en riesgo?” Honestamente, esta es la pregunta más difícil de responder en el tema del aborto. Primero, recordemos que esta situación es la razón tras menos de una décima del uno por ciento de los abortos hechos en el mundo actual. Hay muchísimas más mujeres que tienen abortos porque no quieren “arruinar sus cuerpos” que mujeres que tienen un aborto para salvar sus propias vidas. Segundo, recordemos que Dios es un Dios de milagros. Él puede preservar la vida de una madre y su bebé, a pesar de que todos los pronósticos médicos estén en su contra.
¿Históricamente ha existido una posición de la iglesia Cristiana frente al aborto?
Los escritores cristianos de los primeros siglos afirmaron que "el feto no es parte de la madre sino que es un ser con alma, por esta razón los grandes escritores de la iglesia de aquellos tiempos como Gregorio Niceno, San Cipriano, Tertuliano y otros opinaron que la muerte del feto es siempre homicidio y como tal debe ser castigado"
¿Y qué Postura tiene la iglesia católica frente al aborto?. La Postura de la Iglesia Católica es firme, dice que "La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de su concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre ellos, el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida.
¿Existen algunos fundamentos filosóficos y antropológicos para la defensa del aborto?
1. Es antropológicamente inadmisible pretender que el fruto de la gestación pasa por dos etapas durante el embarazo: la primera de ellas, vida sin dignidad ni libertad propias, simple prolongación del organismo materno, y una segunda etapa en que la vida ”se humaniza e impone”. La distinción de esas presuntas etapas es insostenible, en cuanto que parte de una equivocada separación entre lo biológico y lo propiamente humano en el hombre.
2. El hombre es una unidad sustancial, espíritu encarnado o carne espiritualizada, y lo es desde el primer momento de su existencia como sujeto viviente. La esencia del ser humano es precisamente esta armoniosa integración de cuerpo y alma. No pertenece, pues, a la antropología de inspiración cristiana imaginar un ser humano sin alma, por pequeño que sea en su proceso de desarrollo biológico. Precisamente, si tiene vida es porque tiene alma. Esta unión sustancial sólo cesa, y momentáneamente hasta la resurrección final, con el misterio de la muerte.
¿Existen algunos fundamentos científicos en contra del aborto? Si existen y podemos mencionar algunos:
1. En este último siglo, la genética y sus desarrollos han venido a confirmar plenamente, desde el punto de vista biológico, que la vida humana como tal existe desde el momento mismo de la concepción, es decir, de la fecundación del óvulo materno por el espermatozoide paterno.
2. En efecto, la unión de estas células, portadora cada una de ellas de la respectiva carga cromosómica, da lugar a una célula huevo inicial del nuevo ser, y que desde el momento mismo de la fecundación posee perfectamente codificado y planificado el desarrollo de ese nuevo ser a lo largo de lo que será toda su existencia. ”Se forma un nuevo ser, (escribe el Dr. John C. Willke, en su ya célebre ”Manual sobre el aborto”) un ser particular que nunca antes ha existido en la historia de la humanidad y que nunca después volverá a existir; un ser que es genéticamente distinto del cuerpo del padre y de la madre; un ser enteramente nuevo, que se halla en un proceso continuo y autoprogramado de crecimiento, de desarrollo y de sustitución de sus propias células muertas”. ”Todo se hallaba presente –continúa- en el momento de la concepción; ningún fragmento o parte nos ha sido añadido después. No se trataba de un plano de construcción, sino de la casa misma en pequeño. Todo lo que nos ha ido sucediendo desde entonces se reduce a un crecimiento”.
3. Es, pues, la concepción, el momento irrepetible de la vida del sujeto en el cual se define de manera precisa tanto su sexo como sus características genéticas. Ni durante el embarazo ni en su vida extrauterina se repetirá un fenómeno tan trascendente como el de la fecundación.
4. Porque desde ese momento en adelante todo lo que hará la célula inicial será multiplicarse de acuerdo al programa codificado en su núcleo. Del ambiente exterior recibirá nutrientes, para solventar sus necesidades en la etapa embrionaria, y por órganos fetomaternales especializados, en la etapa fetal. Pero la finalidad tanto de este ambiente exterior rico en nutrientes como de los órganos maternos especializados es solamente asegurar la nutrición del nuevo ser, ya que no van a agregar nada al padrón genético programado en la célula huevo inicial.
5. Es por esto incomprensible la posición de quienes rechazan la idea de que una nueva vida existe desde la fecundación y postergan el inicio de la condición humana a momentos posteriores, o bien desde la implantación uterina o bien desde el momento en que el feto goza de autonomía biológica. Incluso los últimos experimentos realizados con los llamados "bebés-probeta” -sobre cuyo aspecto moral no nos pronunciamos- dejan claramente en evidencia que, aún fuera del cuerpo de la madre, desde el momento de la fecundación el nuevo ser engendrado es un ser humano y un ser humano completo en su esencia como tal, antes de su implantación en el seno materno.
6. Es incomprensible, porque creemos ha quedado en claro que tanto la etapa preuterina como la intrauterina del desarrollo humano son etapas de apoyo nutritivo de un ser con capacidad propia de desarrollo armonioso apenas se le asegura la nutrición indispensable. Todos sabemos lo que ocurriría a un recién nacido si se le suspendiera la alimentación, si no se le vistiera adecuadamente, si no recibiera los cuidados higiénicos indispensables: se moriría. El recién nacido es también un ser sin autonomía biológica, necesita de cuidados y afecto. Por lo tanto, quienes están dispuestos a matar al embrión o al feto aduciendo su falta de autonomía biológica deberían reflexionar sobre si también extenderían este criterio al recién nacido (¿y por qué no a los minusválidos y los ancianos desvalidos?), igualmente faltos de autonomía biológica.
7. Por otra parte, desde un punto de vista científico no se puede sostener que el embrión y el feto sean parte del cuerpo de la madre. Este argumento ha sido esgrimido para facilitar legalmente el ejercicio de un presunto derecho materno de disponer de su cuerpo a su voluntad. El huevo resultante de la fecundación; el embrión, que proviene de su multiplicación; y el feto que se desarrolla a posteriori, implantado en el útero y unido a éste por órganos fetomaternales especializados, constituyen estadios de un ser irrepetible, distinto al de la madre, y que recibe de ésta el sostén y el alimento físico y afectivo que toda madre debe dar a su hijo. Es intolerable pues que se compare a este ser con una muela o un apéndice e incluso con un tumor.
8. ¿Por qué es distinto? Porque proviene de la unión de dos células, una de las cuales es paterna; porque tiene eventualmente sexo distinto al de la madre; porque tiene su propia biología; porque se gobierna por su propio patrón de desarrollo; porque es un ser que coexiste, con otro y en otro, su madre, pero es esencialmente distinto de ese otro.
9. También desde un punto de vista científico es necesario afirmar que la definición de ”interrupción del embarazo” para denominar el aborto encierra un eufemismo inaceptable. Considerado según lo que antecede, el aborto no es ninguna interrupción sino un homicidio deliberado en la medida en que premeditadamente se decide acabar con una nueva vida en gestación, afectando radicalmente su derecho más inalienable: el derecho a la propia vida.
10. Finalmente, también desde un punto de vista científico es preciso alertar acerca de las repercusiones que sobre la mujer que aborta tiene este acto. El aborto, aún el realizado en las mejores condiciones, es una maniobra riesgosa. Pero es sobre las consecuencias psicológicas que queremos llamar aquí la atención. En efecto; estudios a largo plazo en mujeres que abortaron evidencian cargada cuota de culpa, cuyo manejo es diverso y que ocasiona perturbaciones comprobables. Ninguna legalización del aborto podrá actuar sobre el hecho de que el aborto será siempre una maniobra séptica desde el punto de vista físico y un agravio incalculable desde el punto de vista psicológico.
11. Juramento Hipocrático. Hipócrates estableció, cuatrocientos años antes de la era cristiana, un juramento que dice: no darás veneno, no procurarás aborto. Es muy interesante para nosotros los médicos, porque en un tiempo en el que la esclavitud era la ley, en un tiempo en el que al padre de familia se le permitía matar a un bebé al nacer, o incluso más tarde, él fundó la medicina impidiendo a los nuevos médicos dar veneno o procurar abortos. Esto significa que no importa cuál sea el tamaño del paciente; un paciente es un paciente.
¿Qué podemos decir en contra de los argumentos que se esgrimen a favor del aborto? Primero miremos dichos argumentos:
1. “La existencia incoercible del hecho social” del aborto. El planteo se efectúa en función del hecho social apuntado. Pero el esfuerzo no se dirige a reprimir el delito, tipificado por el Código Penal, sino a consagrar como legítima la conducta hasta ahora criminal. Uno de los argumentos fuertes, al parecer, radica en que la legislación vigente no ha sido capaz de llenar su función defensiva del orden moral y social, generando un creciente número de -se dice- abortos clandestinos, pero la Ley no debe seguir la realidad e inclinarse ante ella, sino conducirla, ordenarla y situarla donde convenga en derecho a la persona humana.
Así, la comprobación de ”la existencia incoercible del hecho social” del aborto debiera derivar hacia la búsqueda de una mayor eficacia en la represión del delito y no ser utilizada como argumento en favor de quitarle al aborto su condición delictiva.
2. ”Riesgos de la práctica clandestina del aborto”. Como otro argumento a favor de la legalización del aborto se han aducido ”los riesgos que sobre la vida humana genera la práctica clandestina del aborto”. Se impone, desde el principio, afirmar la existencia de un contrasentido esencial en esta argumentación. Si los riesgos existen es porque existe el aborto. Validar legalmente esta conducta para evitar los riesgos es dejar a la sociedad en la indefensión. Si el argumento aducido fuera lógicamente válido, entonces debería renunciarse también a la persecución del homicidio, la rapiña o el contrabando, porque también éstos han causado y causan numerosas víctimas entre los ciudadanos y sobre todo, entre los agentes de la seguridad pública. Lo lógico y necesario, en todo caso, no es suprimir la condición delictiva del delito, sino fortalecer los mecanismos a través de los cuales aquél puede ser combatido.
¿Si ya me he practicado un aborto o he participado en ello que debo hacer?
Para aquellos responsables de un aborto – el pecado del aborto no es menos perdonable que cualquier otro pecado. A través de la fe en Jesucristo, cualquier y todos los pecados pueden ser perdonados (Juan 3:16; Romanos 8:1; Colosenses 1:14). Una mujer que ha tenido un aborto, o un hombre que ha animado al aborto, o aún un doctor que ha ejecutado uno – todos pueden ser perdonados por la fe en Cristo Jesús.Pastor: Eleazar Guevara M.
Administrador General de la AIEC (Asociación De Iglesias Evangélicas Del Caribe, Denominación que agrupa alrededor de 800 Iglesias en Colombia).
Pastor por más de 8 años en la AIEC. Egresado del Seminario Bíblico de Colombia, Administrador de Empresas y en la actualidad adelanta estudios en licenciatura en ciencias religiosas de la Universidad Pontificia Javeriana
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