miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL ESTUDIO DE LAS ESCRITURAS Y LAS DISCIPLINAS ESPIRITUALES

Mucho se ha dicho, del demasiado estudio de las Escrituras y mucho se ha dicho también de no estudiarlas. Existen hoy día, dos posiciones enfrentadas respecto al tema. La primera tiene que ver con que el demasiado estudio vuelve al predicador, maestro y pastor en alguien demasiado teórico o académico desprovisto de “fuego o unción” por su demasiado conocimiento. Y por otra parte está la posición que dice que los que desconocen las Escrituras se dejan llevar por sus emociones, no dejando que las Escrituras guíen lo que hacen. Al respecto hay que decir que las dos posiciones no son irreconciliables. El desafío de todo cristiano que sirve a Dios es lograr un balance entre el conocimiento de las Escrituras y la vida espiritual (Entiéndase por vida espiritual, la búsqueda de Dios y las diferentes actividades o disciplinas que para ello se realizan, entre ellas la oración, el ayuno, las vigilias, el devocional personal, etc).

Veamos los pros y los contra de cada posición mirándola de manera aislada.

1. El Estudio de las Escrituras sin la compañía de las disciplinas espirituales:

a. Se vuelve demasiado teórico.

b. Se estudia la Escritura para enseñar a otros, pero el predicador o maestro no ha sido tocado por ellas.

c. Al provenir la enseñanza del mero estudio, le hará falta el corazón, el fuego que Dios coloca cuando quiere utilizar a alguien para comunicar algo a Su pueblo.

d. El toque de Dios lo recibe el predicador o maestro en sus tiempos a solas con Dios. De ahí la importancia de una relación con el Señor que mantenga nuestro corazón sensible y dispuesto a obedecer y decir lo que Él quiere comunicar.

2. Las Disciplinas espirituales sin la compañía del estudio de las Escrituras:

a. Se vuelve demasiado empírico. La experiencia no puede ser la base de nuestra enseñanza.

b. Se deja de lado la Escritura para enseñar lo que ella no dice.

c. Fuego en el corazón sin la dirección de las Escrituras no tiene destino ni meta definida. Se apunta a varios blancos y no se le da a ninguno.

d. Por dejarnos llevar de la emoción que produce el contacto con el Señor sin tener en cuenta las Escrituras, aparecen los abusos, las formas de manipulación y las manifestaciones fuera de todo control.

La pregunta que surge aquí es: ¿Cómo hacemos para encontrar el balance?.

Creo que hay que entender 6 cosas:

1. El estudio de las Escrituras debe ir acompañado de una relación del predicador o maestro con Dios, en donde se ejerciten las disciplinas espirituales y estas sean la constante en nuestra vida.

2. Antes de enseñar a otros dejemos que las Escrituras nos toquen a nosotros, vivamos la Palabra, practiquémosla, y la autoridad de Dios se va a ver reflejada cuando la enseñamos.

3. Nunca debemos perder la sensibilidad. Estar atentos a lo que Dios quiere.

4. Defender la integridad de las Escrituras. No permitamos que se use la Palabra para decir lo que ella no dice.

5. Buscar un equilibrio entre el estudio de las Escrituras y las disciplinas espirituales para que cuando prediquemos haya conocimiento con fuego, con pasión, con corazón.

6. Dejar que la Escritura guie nuestras emociones y no permita que hagamos lo que no debemos hacer.

Para concluir: No hay que colocarse en el extremo de ninguna de las posiciones. Desechar el estudio de las Escrituras es un peligro y no buscar a Dios también lo es. A veces la pereza por estudiar nos lleva a buscar excusas para no hacerlo, pero si amamos al Señor, a Su Palabra y a Su pueblo, tenemos que hacerlo. Descartar la oración, el ayuno y las demás disciplinas espirituales y darles menor importancia es letal. No podemos dejar de lado ninguna de las dos cosas y ambas hay que hacerlas con pasión, con entrega, con dedicación. El Pueblo que tenemos a cargo y las personas a las que ministramos notaran la diferencia y nos agradecerán, además de estar agradando a nuestro Dios. El Señor nos llama a ser ministros y siervos completos. Dejando de lado alguna de estas cosas no lo estaremos.

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