viernes, 5 de noviembre de 2010

Títulos Dados A Jesús y Sus Significados

1. Hijo de hombre

Jesús es llamado el “Hijo del Hombre” 88 veces en el Nuevo Testamento. ¿Qué significa esto? ¿Qué no dice la Biblia que Jesús era el Hijo de Dios? ¿Cómo puede ser Jesús también el Hijo del Hombre? El primer significado de la frase “El Hijo del Hombre”, es en referencia a la profecía de Daniel 7:13-14 “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un Hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de Él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; Su dominio es dominio eterno, que nunca pasará y Su reino uno que no será destruido.” La descripción “Hijo de Hombre” era un título Mesiánico. Jesús es Aquel a quien le fue dado dominio, la gloria y el reino. Cuando Jesús usaba esta frase en relación a Sí mismo, Él se estaba adjudicando la profecía del “Hijo del Hombre” a Él mismo. Los judíos de esa época, debieron haber estado íntimamente familiarizados con la frase y a quién se hacía referencia. Jesús es el Mesías.
Un segundo significado de la frase el “Hijo del Hombre” es porque verdaderamente Jesús era un ser humano. Dios llamó al profeta Ezequiel “hijo de hombre” 93 veces. Dios simplemente estaba llamando a Ezequiel un ser humano. Un hijo de un hombre, es un hombre. Jesús era totalmente Dios (Juan 1:1), pero también era un ser humano (Juan 1:14). 1 Juan 4:2 nos dice, “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios.” Si, Jesús es el Hijo de Dios – Él era en esencia Dios. Si, Jesús también era el Hijo del Hombre – Él era en esencia un ser humano. En resumen, la frase el “Hijo del Hombre” indica que Jesús es el Mesías, y que Él es verdaderamente un ser humano. [1]

Hijo de”, es un modismo semita, utilizado todavía por los árabes, y quiere decir perteneciente de, perteneciente al género de. Se trata pues de un hombre, o más bien como de un hombre...”

Es entonces una figura de esperanza para los oprimidos y exiliados: ellos serán vindicados por Dios.

Charpentier[2], nos informa que la figura del hijo del hombre permanece abierta en dos direcciones así:

En extensión: Jesús le dará su más amplia extensión al identificarse el mismo, el hijo del hombre, con todos y cada uno de los hombres (Mt 25:31-46). Él asume nuestro propio destino. Nos dirigimos hacia una humanidad íntimamente resumida en una figura, viviendo siempre para Dios, y ejerciendo conjuntamente el señorío sobre el mundo.

En personificación: Jesús al aplicarse este título asume una posición blasfema para sus oyentes. Pero ahora nosotros leyéndolo con toda la información que tenemos podemos atrevernos a decir que él, es el verdadero Israel que asume su misión en el mundo (ya que Israel fracasó), pero que Jesús, al final vino para vindicarlo.

Hay que notar que la imagen es apocalíptica, lo que no implica literalidad sino representación, es así como el texto de Marcos 13:26 tal vez no sea literal, sino una imagen de vindicación, ya no de Israel, sino de Jesús el verdadero Israel. Jesús es quien fue y será vindicado, él es quien gobierna con Dios como co- regente de los destinos del universo.

2. Hijo de Dios

Para estudiar el título de Hijo de Dios, no debe ignorarse que la frase tiene una apreciable relevancia en el Antiguo Testamento, por lo que es importante, afirmar que el Nuevo Testamento se nutre de esa imagen antiguo testamentaria para hablar específicamente de Israel (Ex4:22; Is 63:16; 64:8 Os 11:1). El cual fue llamado hijo de Dios, o primogénito, pero que este primer hijo le falló a Dios. En cambio la obediencia de Jesús como hijo (Mt 4:3ss) abrió el camino al cumplimiento del propósito universal de Dios para la humanidad, el propósito para el que había escogido a Israel como su hijo primogénito[3].

Los usos de este título indican la deidad de Jesús: el Hijo de Dios es realmente Dios, el Hijo. Se ve esto en el primer capítulo de Juan, en donde se habla del Hijo unigénito de Dios, o sea, el único de su clase (Jn 1.14, 18); es la misma persona a la que se le llama el → Verbo en 1.1, que era con Dios y era Dios. Los judíos comprendieron que Jesús se igualaba con Dios al decir que el Padre y Él eran uno mismo (Jn 10.30, 33), o cuando dijo ser el Hijo de Dios (Jn 10.36). En un pasaje considerado como juanino en el Evangelio según Mateo (11.27), la relación entre el Padre y el Hijo solo se explica por igualdad de esencia:

1. El Padre ha entregado en las manos del Hijo todas las cosas.

2. Hay un mutuo conocimiento entre el Padre y el Hijo solo explicable entre iguales.

3. El Hijo tiene la autoridad de revelar el Padre a quien quisiera.

En segundo lugar, el título Hijo de Dios se usa para explicar la subordinación de Jesús al Padre en la → Encarnación. El Padre es mayor que Él (Jn 14.28) y por eso Jesús se somete a su autoridad en todo, pero la armonía de ambos en propósito y acción es perfecta (Jn 5.19–38).

En tercer lugar, señala a Jesús como el Mesías. La voz del Padre en el bautismo (Mt 3.17) anuncia que Jesús es el Hijo que Dios ha escogido para llevar a cabo el ministerio mesiánico del siervo sufriente de Isaías (los textos del Antiguo Testamento que corresponden a las palabras del Padre son Sal 2.7 e Is 42.1). Aquí se ve la combinación de los primeros puntos arriba mencionados: Jesús es Dios, el Hijo, quien en su encarnación siendo sumiso a la voluntad del Padre, llega a ser el Mesías y a sufrir los tormentos de la cruz.

Nótese que los títulos «Hijo de Dios» y «Cristo» (que significa Mesías) se encuentran juntos en pasajes muy importantes: en la gran confesión de Pedro (Mt 16.16); en el juicio ante el sumo sacerdote (Mt 26.63); y también en la declaración del propósito del cuarto Evangelio (Jn 20.31).[4]

3. Jesucristo

Jesucristo: es una palabra compuesta por el nombre Jesús y el titulo griego cristos (ungido). Es una confesión que hace la Iglesia primitiva en cuanto a la identidad de Jesús. Para nosotros hoy, Jesucristo, es un nombre propio, para la Iglesia, era un titulo confesante. En continuidad con el mesías que Israel esperaba, Jesús, encarna a ese mesías, a ese ungido. Gonzalez afirma: “aunque Jesús aceptaba el nombre de Mesías, nunca intentó ser llamado así... el mesías que esperaban los judíos era un rey, poderoso en la dimensión humana, que restauraría el reino de Israel. Así lo evidenciaron los judíos que se alimentaron de los dos pescados y los cinco panes. Jesús no quería que se pensase que él era ese mesías. Ese día se les escondió porque entendió que querían echarle mano para convertirlo en rey. Al día siguiente lo buscaron afanosamente para que les volviera a dar de comer gratis, y empezaron a discutir con él, ya que lo asociaron con el líder libertador, Moisés. Los mismos apóstoles, después que había resucitado y cuando estaba a punto de ascender a los cielos, estaban afanados por saber cuándo iba a restaurar el reino. Pero él como mesías sabía que era la culminación de las promesas del Antiguo Testamento... Jesús aceptaba este título en cuanto significaba que él, era el ungido de Dios para llevar a cabo su obra....”[5]

La Iglesia declara entonces que este Jesús es también Mesías, es decir, Jesús Cristo (Fil 2:10,11). De esta manera, Mateo vincula de entrada el nombre Jesús (Mt 1:25) con el titulo que evocaba las promesas vetero testamentarias Cristo (cp. Mt 2:4; Miq 5:2)

4. Salvador

Para los judíos los nombres tenían un significado especial. Los nombres determinaban la misión de una persona. Así que tanto el origen como el significado del nombre Jesús, están estrechamente relacionados con su misión al pueblo de Dios y a toda la humanidad. En la antigüedad los padres le colocaban nombres a los hijos y daban la explicación del porque del nombre.

En Mt.1.21 y 25 y Lc.1.31, leemos que Dios mismo a través del ángel le coloca el nombre “Jesús”, es decir, “Jehová salva”, porque sería el instrumento a través del cual Dios salvará a Su pueblo de sus pecados.[6]

El hecho que Mateo diga que Dios mismo le colocó nombre a su hijo, nos indica dos aspectos bien importantes, que tienen que ver con su origen y significado.

Primero, tiene que ver con su origen: El nombre le fue puesto por Dios mismo, por boca del ángel. El verbo llamarás está en tiempo futuro del indicativo, pero lleva la fuerza de un imperativo. Realmente Dios manda a José ponerle al niño el nombre Jesús. Lo que nos aclara que Jesús, fue divinamente concebido y divinamente nombrado.

El segundo concepto tiene que ver con su significado: En la expresión aclara y define la naturaleza de la misión del Hijo de Dios. El salvará a su pueblo de sus pecados (v. 21). La misión de Jesús sería traer a los hombres una salvación espiritual; ofrecería perdón de los pecados y una relación correcta con Dios. Esta salvación, genuinamente espiritual, afecta todas las áreas de la vida humana: social, económica y política. Los judíos del primer siglo, y en manera especial los zelotes, esperaban que el Mesías vendría para librar a su pueblo de las injusticias del dominio de un imperio extranjero, es decir, la esclavitud, opresión y explotación de parte del imperio romano. La negación de Jesús de satisfacer las expectativas del pueblo, de que fuese un libertador político-económico, fue uno de los motivos principales de su crucifixión.

En los escritos del A.T las grandes acciones de Dios en la historia de su pueblo y las grandes notas de esperanza (Is 19:20) a Jehová como el que salva y quien libera a su pueblo. La profecía apunta a que esta obra ahora será llevada a cabo por Jesús. En hebreo es el mismo nombre que se le da a Josué. Es como si dijéramos en español: Salvador porque salva, es decir, su nombre describía su misión.

5. El Pan de vida:

La primera referencia la encontramos en Ex.16.4. Dios provee al pueblo de Israel de alimento. Cada día descendía mana del cielo. Israel era un pueblo acostumbrado a la esclavitud, la libertad les era extraña y aun no se ubicaban en su nueva situación.

El contraste era fuerte. De ser esclavos y tener que trabajar por la comida ahora son libres y reciben de Dios el alimento. Dios comienza una tarea pedagógica que siguió durante siglos. Enseñar a Israel a depender de El, a obedecerle y a recibir su provisión tanto material como espiritual. Jesús les dice en Lucas 4:4: “No solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. El Señor cita en este versículo a Deuteronomio 8:3. No es igual trabajar para comer durante más de 400 años a recibir ahora la provisión de Dios. ¿Cómo es esto?, se preguntarían los israelitas. Dios les dio alimento todos los días. Ahora aparece en la escena de la historia Jesús, el Pan del Cielo. El hombre no solo necesita del pan físico sino del pan espiritual. Alimentarnos del Señor y su Palabra tendrá como resultado la vida en abundancia. Así lo dijo el Señor haciendo usando la misma figura pero utilizando como ejemplo el agua en Juan 4:14: “El que bebiere del agua que yole daré no tendrá sed jamás”. Jesús es el pan que vendría a alimentar a toda la humanidad y le quitaría el hambre de Dios. El que daría el agua que quitaría la sed del mundo y la salvaría de morir en el pecado.

En Juan 6.35-45, Jesús está haciéndole entender a la multitud del significado esencial que debían observar con la señal de la alimentación milagrosa.

El les aclara que así como el maná fue la señal de Dios para afirmar su presencia y guía al pueblo, en el desierto, Jesús es ahora la señal (el maná) que afirma la presencia de Dios entre el pueblo. Es obvio que los matices no se deben negar sino afirmar. Jesús es el pan de vida, los que lo comen no morirán; lo de mas tiene el sello de la temporalidad, él es el pan sin fecha de vencimiento.

En Jn. 6:48-51 Jesús dice: “Yo soy el pan de vida, vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan vivo que desciende del cielo, para el que de él coma no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo, si alguno comiere de este pan vivirá para siempre, y el pan que yo les daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo”

Jesús, está contrastando la comida que perece y la que no perece. Pero también expresa el contraste entre Jesús y el pan de los Israelitas cuando peregrinaba por el desierto, es decir, el maná.

6. El camino:

Es otra frase de exclusividad pronunciada por Jesús (Jn 14:6) se da en el contexto de la pregunta de Tomas a Jesús (14:4) no se dice que Jesús es un camino, sino el camino al padre. Es decir, Jesús confronta a las instituciones del sacerdocio y la ley de su tiempo que tenían como propósito guiar a la comunidad a Dios, ellos se creían el camino para llevar a la gente a Dios.

Una de las confusiones en las que más puede caer la gente al leer este pasaje, es porque el discurso u orientación de Jesús, a sus discípulos se da en un contexto del anuncio de que él se iría al Padre y sobre todo acerca del anuncio que iba ser muerto en la cruz. Esto le generó mucha tristeza, porque sus corazones estaban apegados a él; además ellos había quemado todas las barcas, pues públicamente se habían identificado con él, habiendo dejado todo lo que antes hacían.

Así que para entender el significado de “Yo soy el camino”, hay que entender que el lugar al que iría Jesús, sería de vuelta a su Padre. Esto aclara la idea equivocada o la frase popular que se ha enseñado y predicado, que Jesús es el camino o escalera al cielo que nos libra de las tristezas y aflicciones de este mundo.

Por eso la gente a quien evangelizamos quiere escapar de esta realidad a un lugar idílico, pero en el texto lo que Jesús, nos comunica es que él antes de llevarnos al cielo de una para escapar de la realidad, lo que nos quiere llevar al Padre, para que desarrollemos una relación estrecha con él, como él lo hacía y hace, para enfrentar la realidad, para hallar sentido y propósito de vida.

7. Salvador (Significado Teologico)

Los términos salvación y salvador son complementarios, es decir para que exista salvación, tiene que haber un salvador y si hay un salvador, lo que debe expresarse es la condición de gente salvada, que vive la vida de manera victoriosa contra las adversidades que se le puedan presentar.

Por ello podemos observar en los libros del A.T, algunos términos hebreos que comunican salvación. Uno de ellos es yasha. Esta palabra encierra las ideas de “estar a sus anchas” o “hacer que algo sea suficiente”, en contraste con el concepto de tener limitaciones y restricciones que causan angustia o aflicción. El que está en anchura tiene la posibilidad de hacer lo que quiere, lo que no sucede con aquel que está restringido o limitado. Esto no será posible si no existe un salvador, ya que una persona que está en desventaja social o económica le queda bien complicado salir de estrechez por sus propios medios. Esa liberación puede ser tanto nacional como personal, de enemigos, catástrofes, enfermedad, esclavitud, etcétera. Como ejemplo nacional existen muchos relatos bíblicos, como el de la liberación del pueblo de Israel, de Egipto. Este acontecimiento nunca se borró de la mente del pueblo y Dios mismo se encargo de estárselos recordando cuando les hablaba a través de los profetas. Por eso siempre recordaban “el Dios de nuestra salvación, Dios, nuestro Dios ha de salvarnos” (Sal 68:19–20).

En el NT. El verbo griego “salvar” es sözö, y el sustantivo soter significa “salvador”. Así que las ideas que se transmiten con estas palabras son las de asegurar, sanar, preservar. A diferencia del A.T su énfasis se aplica más a las personas de manera más específica, equivale a librar de la muerte o a mantenerles con vida. En la época entre los dos testamentos, se conocía ya el concepto de ser salvo, asociado a la idea de participación en la •resurrección y el siglo venidero. Por eso los discípulos dijeron al Señor en cierta ocasión: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” (Mt. 19:25). En otro momento preguntaron: “... ¿son pocos los que se salvan?” (Lc. 13:23). Igualmente se hablaba de salvación, con el sentido de tener paz. Pero también se retiene el significado de una salvación de una desgracia o de una enfermedad. Para citar como ejemplo de situación calamitosa, el de los discípulos cuando estaban a punto de perecer azotados por una fuerte tormenta, ellos clamaron al Señor y le dijeron “Sálvanos que perecemos”. En cuanto estar siendo azotada por una larga y penosa enfermedad la mujer del flujo de sangre dijo para sí: “Si tan solo tocare el borde de su manto seré salva de mi azote”. Cuando ella se identifica ante Jesús, él le dice “Ten animo tu fe te ha salvado de tu enfermedad”.

Entonces podemos decir con base a lo observado tanto en el A.T, como en el N.T, que el salvador, es alguien que saca a una nación o a una persona en particular de una situación estrecha o calamitosa, para darle libertad y vida plena.

Y el único que puede hacer eso en este tiempo es el Señor Jesús.

Si cada continente tiene una figura de Jesús ¿por qué no coinciden las imágenes hechas?

En primer lugar, las imágenes no coinciden porque atraves de la historia de la humanidad y con la llegada del evangelio a los distintos países cada uno con sus propios rasgos culturales, al evangelio se le fueron agregando creencias, algunas cosas de las costumbres (festividades religiosas por ejemplo) y aspectos de la cosmovisión que cada cultura tenia del mundo. Llega el evangelio con Cristo como figura central quien a su vez es definido por las Escrituras como el Salvador, El Hijo de Dios, El Pan De Vida, El Único Camino al Padre, etc. Cristo no puede ser adaptado a cada cultura. Los países y su cultura deben someterse y ajustarse a Jesús y sus preceptos. Si bien es cierto que cada país vive sus situaciones particulares (Que no son ajenas al resto de la humanidad), haríamos esta pregunta: ¿Como van a vivenciar el evangelio los distintos países sino separan el aspecto cultural de lo que es seguir a Cristo?. De hecho hay cosas de la cultura que no tienen ninguna incidencia en la fe y en la espiritualidad como por ejemplo: La comida, el vestido y otras más, pero en lo que tiene que ver con la visión de la vida y del mundo, el evangelio debe moldear su nueva forma de ver la vida y el mundo. De este modo, Jesús será para ellos la respuesta a sus interrogantes, la esperanza en medio de las adversidades, su fortaleza en medio de las pruebas.

Ejemplo de ello es nuestro continente, especialmente en Latino América donde hay mucha pobreza y sufrimiento por la explotación de los más poderosos. Los teólogos de la liberación vieron en Jesús, la figura de un Cristo revolucionario y liberador social. Es decir se acercan a las escrituras para encontrar un Cristo Social, que procura liberar al hombre de toda forma de opresión, aun usando la violencia. Creen y predican a Cristo solo con el énfasis social, dejando a un lado que Jesús, también es un liberador espiritual, que tiene poder para sanar el alma y el corazón. Que como verdadero libertador estuvo dispuesto a morir por la libertad total de la humanidad.

Por otro lado últimamente aparece la teología de la prosperidad que promueve a Jesús, como la respuesta a los problemas económicos, como el Cristo que se hizo pobre para enriquecernos a nosotros. Mucha gente que vive en pobreza al presentársele una figura de Cristo como el que resuelve los problemas económicos se embarca en este bus, para luego terminar frustrados, porque eso es verdad en parte, porque la prosperidad es un asunto donde se depende de Dios, pero se demanda el trabajo esforzado, disciplinado y honesto de sus hijos.

¿Cómo se resuelve el problema de las diferencias de la figura cultural de Cristo?

En primer lugar no olvidar que Jesús, vivió en su propia cultura. Entonces hay que empezar a interpretar adecuadamente a Jesús, desde su contexto histórico-cultural y desde esa interpretación acercarlo a nuestras realidades. Desde esta perspectiva sabemos que él se movió en una sociedad oprimida política y económicamente, por un imperio implacable, que el pueblo estaba inmerso en una religiosidad vacía, que las enfermedades y los problemas espirituales estaban a la orden del día. Jesús, en su ministerio terrenal se dedicó a ministrar las necesidades de todos, sin excepción.

Eso nos habilita para interpretar fielmente las escrituras, que es la clave para no distorsionar la figura verdadera de Jesús. Así podemos enseñar fielmente las escrituras.


[1] http://www.gotquestions.org/espanol/Jesus-Hijo-Hombre.html

[2] CHARPEINTIER, Etiene. ¡Cristo ha resucitado! Verbo Divino-Estella, 2005, p 20

[3] WRIGHT, Christopher. Conociendo a Jesús a través del Antiguo Testamento: redescubriendo las raíces de nuestra fe, Andamio- Barcelona, 1996, p 139.

[4]Nelson, Wilton M. ; Mayo, Juan Rojas: Nelson Nuevo Diccionario Ilustrado De La Biblia. electronic ed. Nashville : Editorial Caribe, 2000, c1998

[5] GONZÁLEZ, Justo L. Jesucristo es el Señor: el señorío de Jesucristo en la Iglesia primitiva, Unilit- USA, 1998, p 17,18.

[6]Porter, Rafael: Estudios Bı́blicos ELA: ¿Listos Para El Rey? (Mateo). Puebla, Pue., México : Ediciones Las Américas, A. C., 1986, S. 9

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