Si leemos 2ª De Crónicas 7:14, vemos la secuencia que se debe dar para que Dios obre. “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonare sus pecados, y sanare su tierra”
Históricamente, nunca se ha producido un avivamiento como reacción de Dios a la corrupción de la Iglesia. Siempre los avivamientos se han dado como consecuencia de un pueblo que se consagra, que ora, que busca a Dios de corazón. Basta con leer la historia de los avivamientos.
Lo otro. Nunca necesitamos de una revelación nueva o especial para que suceda un avivamiento. La respuesta sigue siendo la misma. El pueblo de Dios debe humillarse, orar, buscar el rostro, convertirse de sus malos caminos y entonces Dios oirá, perdonara y sanara.
Para que haya avivamiento se necesita un pueblo consagrado, rendido a Dios. Por último, hay que entender que el avivamiento no comienza por una multitud. Se comienza con personas, con individuos que se entregan, que se rinden a Dios y lo buscan de corazón. Cuando cada uno lo haga de manera individual sucederá el avivamiento del pueblo.
Dios los bendiga
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