Últimamente y de manera muy insistente un apreciado hermano y amigo ha manifestado su preocupación por la forma en cómo debería guiar a su hija quien está iniciando sus años de adolescente. De hecho esta inquietud ha generado en mí mismo y en nuestro pequeño círculo de padres las mismas o similares inquietudes, no podemos ignorar que la tasa de hijos nacidos en hogares cristianos que tienen crisis en la adolescencia y juventud e inclusive se apartan de la fe es exageradamente alta. La constante que hoy día es común en las familias, es la de padres ocupados en la tarea de producir lo suficiente para proveer para las necesidades de la casa. Hombres y mujeres dedicados a trabajar para poder pagar las cuentas mensuales que puntualmente llegan. En este contexto queda muy poco tiempo para sentarse con los hijos a dialogar sobre temas que a ellos les inquietan y que muchas veces no los expresan por no darse los espacios con sus padres. Por muy cristianos que seamos, los hijos nacidos dentro de hogares cristianos tienen en su corazón interrogantes que quizás nunca nos imaginaríamos podrían tener. Aparte de las preguntas que tienen que ver con la Escritura, hay otro tipo de preguntas acerca de la virginidad, el aborto, relaciones sexuales antes del matrimonio, las party o fiestas en sus diferentes tipos (Las horas locas), y muchas otras más. Aquí hay que dejar algo en claro, el hecho de que nuestros hijos tengan toda esta clase de inquietudes no los constituye en pecadores ni mucho menos en personas carentes de espiritualidad, al contrario poder encontrar en nosotros las respuestas va a permitir que ellos formen un concepto solido acerca de Dios y de la vida cristiana que les va a ayudar a permanecer firmes en la fe. No olvidemos que el medio nos obliga, la publicidad, las relaciones en la escuela o universidad, los amigos del vecindario dan diariamente información a los hijos que en su mayoría es distorsionada y totalmente contraria a la fe. Ante todo esto, creo que hay tres cosas por hacer (Y con honestidad confieso que estoy atrasado). En primer lugar está el ejemplo de vida que les damos en la casa. Como cristianos somos excelentes predicándoles a otros pero cuando se trata de vivir y practicar el evangelio en la intimidad del hogar (Allí es donde se conoce la verdad), fallamos con mucha facilidad. Debe haber consistencia entre lo que predicamos y lo que vivimos. Los hijos son los supervisores más tenaces que tenemos. Si ellos ven que sus padres viven el evangelio, obedecen a Dios, tiene su disciplina espiritual, son amorosos, son consejeros, son comprensivos, saben manejar sus diferencias de pareja con mucho amor y tolerancia, el camino recorrido es bastante largo. En segundo lugar, es importante que sus inquietudes acerca de la Biblia sean respondidas por nosotros mismos. Las personas en quien ellos más confían son sus padres. Preparémonos en el conocimiento de las Escrituras, estudiemos los temas quien a ellos les inquieta, que los hijos puedan encontrar la respuesta en papa o mama. Remitirlos al pastor o al consejero no es lo mismo y creo por la experiencia que no tiene el mismo resultado. Por último, generar la confianza suficiente para que los hijos nos cuenten todo lo que les pasa, lo que siente sin temor alguno de ser enjuiciados o castigados (Si ellos saben que nos vamos a enojar, no nos dicen nada). Que haya espacio para la sinceridad entre padres e hijos. Cuando los hijos pasan por ciertas situaciones, se nos olvida que también nosotros pasamos por lo mismo y entonces les hablamos como si en la vida hubiéramos sentido o experimentado lo que ellos hoy. Esa actitud los aleja. Si no hablamos con ellos, si no generamos confianza, si no los acogemos con amor, ¿Qué puede pasar?, ¿Cuántas veces vamos a Cristo a pedir perdón por nuestros pecados y El nos perdona?. El Amor es el arma más poderosa que existe. La demostración del amor de Dios en Cristo ha seducido a la humanidad. Nosotros fuimos atraídos y seducidos por su amor. Hagamos de la misma forma con nuestros hijos. De estos tres, el principal es el ejemplo. Les dejo el enlace de una canción de Danny Berrios, que nos dice mucho al respecto. “Señor yo quiero ser como Tu”.
http://hotfile.com/dl/37580368/d5e03ef/YQSCT.mp3.html
Dios los bendiga
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