Esta pregunta hizo parte del trabajo de investigación del Modulo IV del Diplomado En Nuevo Testamento que en la actualidad desarrolla las Sociedades Bíblicas en Sincelejo – Colombia – Suramérica. Me pareció interesante compartir las respuestas con ustedes.
Podemos responder esta pregunta desde el contexto de Santiago 2:1-10
1Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. 2Porque si en vuestra congregación entra un hombre con anillo de oro y con ropa espléndida, y también entra un pobre con vestido andrajoso, 3y miráis con agrado al que trae la ropa espléndida y le decís: Siéntate tú aquí en buen lugar; y decís al pobre: Estate tú allí en pie, o siéntate aquí bajo mi estrado; 4¿no hacéis distinciones entre vosotros mismos, y venís a ser jueces con malos pensamientos? 5Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los que le aman? 6Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? 7¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?
8Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis; 9pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. 10Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.
De este texto podemos extractar las siguientes ideas, teniendo en cuenta que la utilidad se encontraría en el hecho de que se puedan integrar a la Iglesia y gozar de la comunión con los hermanos de la forma correcta.
- No hacer acepción de personas: Aquí la palabra acepción se refiere a favoritismo. Aunque el texto se refiere a favoritismo por parte del liderazgo, el trato debe ser igualitario cualquiera que sea la condición económica, social, profesional o intelectual.
- El dinero no debe ser una barrera para las relaciones entre hermanos.
- La actitud equivocada hacia los pobres por parte de los hermanos adinerados, es una especie de opresión y en la práctica ofende al pobre.
- El mandato de amar al prójimo como a mí mismo no tiene ninguna excepción. Todos debemos cumplirlo.
- Si un líder cae en la tentación de favorecer a un hermano adinerado, el creyente no debe aceptar el trato diferente y debe hacérselo saber a su líder y expresar la no aceptación de ese tipo de trato.
- El dar debe ser una expresión de amor hacia mi hermano y prójimo necesitado. No debe existir la avaricia en el corazón. El desprenderme de lo material para ayudar a mi hermano o prójimo siempre que se haga de la manera correcta y con la motivación correcta será una expresión del amor de Dios hacia quien recibe la ayuda.
En resumen, los ricos cuando se convierten deben entrar en la comunión de la Iglesia como cualquier hermano más.
Estas actitudes serán útiles y estimularan el amor y la comunión entre los hermanos.
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