Leer Las Crónicas de Narnia desde una experiencia de fe es una experiencia enriquecedora, llena de máscaras y de sombras, de seres ocultos que se van desocultando poco a poco, de aguas divinas de las cuales sale voz en el momento adecuado. Pero leer Las Crónicas de Narnia desde nuestra realidad latinoamericana de la fe se hace más mágico aún, pues encontramos un llamado y un compromiso, una invitación a adentrarnos al armario lleno de nieve para traer esa experiencia de fe y de vida a nuestras cimas andinas, a nuestros llanos y a nuestras costas caribeñas, y poder convertirnos en narnianos y en narnianas para nuestra realidad latinoamericana, en cristianos y cristianas comprometidos con la fe y con la realidad que vivimos.
1. Leer desde nuestro contexto
Leer desde nuestro propio contexto de vida, desde nuestras propias circunstancias es lo que se llama una lectura hermenéutica. Los textos literarios nos ofrecen una multiplicidad de sentidos, y el trabajo hermenéutico consiste en leer desde nuestra propia realidad y para nuestra propia realidad el significado de los textos.
Los libros son incompletos hasta que los leamos desde nuestras propias realidades. Re-construyendo sus intenciones originales y re-construyendo también nuestras propias experiencias de vida y de fe, podemos hacer que los textos hablen para nuestras situaciones.
Un ejemplo de este ejercicio hermenéutico se da en la lectura que hace Elsa Tamez de la carta 1 Timoteo (Luchas de poder en los orígenes del cristianismo). Esta biblista y teóloga mexicana propone leer la carta a partir de una reconstrucción de la situación del autor y de sus lectores, comprender histórica y culturalmente por qué se afirma tal o cual cosa, y luego tener la libertad de interpretarla para nuestras situaciones de vida, teniendo en cuenta que no necesariamente se presentan los mismos problemas, y por lo tanto buscar opciones viables y posibles para experimentar el evangelio de Jesús en nuestras propias situaciones. Esta es una lectura inculturada, que cree que la voz del Dios solidario es eterna y viva, y que debe discernirse en la historia y en la experiencia de vida que tenemos hoy. Este es el mismo procedimiento que podremos emplear para hacer un recuento de las ideas fundamentales de Las Crónicas de Narnia.
2. Narnia
Las Crónicas de Narnia son siete libros que C.S. Lewis escribió en un período relativamente corto. Su intención era enseñar los principios del evangelio a los niños y las niñas. Evidentemente esos principios del evangelio estuvieron permeados por lo que Lewis comprendía por “evangelio”. A decir verdad, un evangelio muy occidentalizado, cargado con un trasfondo de filosofía platónica, y de cultura europea. Siguiendo la línea de pensamiento de Theo Donner, es una lástima Lewis no hubiera aprendido hebreo, pues su teología está muy cargada de filosofía helenista y tiene poco de un trasfondo judío, más material, más realista y más social, que es el trasfondo en el que se escribió la Biblia.
Sin embargo, Narnia nos ofrece unos elementos muy importantes para interpretar, celebrar y evaluar críticamente nuestra fe. Unos de estos elementos son:
· La creación: El sobrino del Mago, primer texto en orden cronológico de la obra de Lewis, enfatiza una creación que bendice y dignifica no solamente a las criaturas humanas, sino a los animales, a las plantas, los minerales y la tierra. Un excelente aporte para una lectura cósmica de la fe y la salvación.
· La salvación: El León, la Bruja y el Armario habla de la salvación de toda la creación, de toda la tierra de Narnia, gracias a la muerte de Aslan en lugar de un ser humano pecador. Lewis hace una reflexión llena de lucidez sobre la muerte del León que nos permite pensar en el amor de Dios para perdonar a pecadores y pecadoras y restaurar su relación con la humanidad.
· La consumación: La última Batalla nos presenta el fin de todas las cosas, que consiste en el principio mismo, en la nueva creación, en la re-creación en que no hay sufrimiento ni dolor, ni llanto, en que toda la creación será renovada en un mundo de justicia y dignidad. Se trata de una lectura desde la esperanza, a partir del futuro, en el que se debe basar nuestro caminar, para poder trabajar por el presente y comenzar a construir ese futuro a partir de nuestro presente como anuncio del Reino de Dios.
Estos tres elementos son importantes para hacer una lectura contextualizada de esta obra, y replantearle a ella, como replantearnos a nosotros estos elementos fundamentales de nuestra fe.
3. Implicaciones para la lectura de Narnia desde nuestro contexto
Paul Ricoeur dice que la lectura de los textos se da a partir de la lectura del mundo del autor con el mundo del lector, lo que Gadamer ha llamado “encuentro de horizontes”. La función simbólica de la literatura mítica es poder descubrir, revelar, el vínculo del ser humano con lo que para él es sagrado. La manifestación del símbolo es una matriz de significaciones simbólicas en forma de palabras que se viven y se experimentan en el rito, en la celebración del culto. Así, el símbolo, y el mito en cuanto instancia simbólica es verdad y no una mera reducción a mentiras, pues comunica un sentido y oculta una intencionalidad analógica para un segundo sentido. Y el elemento de una lectura simbólica es muy importante en nuestra era posmoderna, pues los y las jóvenes comprenden a través de la imagen onírica, la imagen simbólica, más que desde los conceptos tradicionales y metafísicos.
En mi experiencia eclesial, he notado cómo un libro como El Señor de los Anillos de Tolkien, o Las Crónicas de Narnia de C.S. Lewis, pueden internarse con más profundidad en el corazón de la generación posmoderna y ayudarle a experimentar la fe de una manera viva y comprometida.
Esta verdad simbólica reflejada en Narnia la podemos leer desde América Latina de una forma muy enriquecedora. Pienso que el aporte fundamental que hace Narnia lo hace a nuestra propia forma de leer. C.S. Lewis habla de un León, y permite que los lectores reconstruyan en sus propios imaginarios de quién se trata. De igual manera refleja unos valores fundamentales para el cristianismo que pueden ser re-construidos y re-leídos a partir del universo simbólico de los lectores y las lecturas en distintas partes del mundo. Esto es enriquecedor al leer la Biblia, pues entonces comprendemos la dimensión de textos simbólicos como los primeros capítulos del Génesis o el libro de Apocalipsis, que no se reducen a la mera recopilación de datos históricos sino que nos abren panoramas simbólicos para que leamos nuestra realidad en ellos. Podemos entonces comprender con el primer capítulo del Génesis que Dios ha avergonzado los relatos babilónicos y sumerios, mantenedores de órdenes políticos de pecado y esclavitud, y ha creado a los astros (que por las culturas cercanas a Israel eran considerados dioses), y además ha creado al ser humano para la libertad y el descanso sabático y no para la esclavitud a los reyes o a los sacerdotes (como lo cuenta el relato babilónico del Enumah Elish).
Si hacemos una re-lectura de la obra de Narnia para nuestra realidad latinoamericana, podríamos enriquecerla a partir de la literatura fantástica. Este ejercicio tan sólo es mi aproximación personal. Considero que si otras personas lo hacen, encontrarán muchas más riquezas y podrán re-crear el texto desde nuevos horizontes de lectura, eso sí en consonancia con el evangelio de Jesús de Nazaret, con la experiencia del Espíritu Santo y la fe en el Dios de la vida; y posiblemente en disonancia con muchas tradiciones religiosas, posturas teológicas, y hasta con el mismo Lewis en su interpretación narrativa de la fe cristiana. Algunos de estos elementos son:
· El compromiso de los y las creyentes con el cuidado y la manutención de toda la creación: Cuando Aslan llama a los hombres y las mujeres, a los niños y a las niñas, incluso a los animales que hablan y a los seres de los bosques para que cuiden de la Creación y no la maltraten, es posible leerlo desde nuestra realidad latinoamericana y mundial en pro del bienestar del Universo. Debemos recordar que somos los mayordomos y las mayordomas de la Creación, que debemos también rendir cuenta a Dios por ella y que la Creación es buena, por lo que la debemos cuidar.
· La participación activa de los y las creyentes en la salvación: Si bien Aslan muere en lugar de Edmundo y de todos los pecadores de Narnia, no es una muerte para que los narnianos se queden de manos cruzadas, esperando que derrote también a la Bruja él solo. De igual manera, los cristianos y las cristianas debemos participar activamente en la salvación que ya tenemos, viviéndola, con una ética radical, con un compromiso de seguimiento de Jesús inamovible, que no sólo demuestre nuestra salvación sino que también actúe para la salvación de todas las personas.
· La participación de los y las creyentes en la lucha contra el mal: En todos los libros de Narnia, se muestra cómo los personajes luchan contra las estructuras del mal, sin sentarse simplemente a cantar y a orar, sino comprometiéndose activamente contra el dominio de la Bruja y sus secuaces. En nuestro tiempo, también es fundamental que los cristianos y las cristianas nos comprometamos a luchar contra Satanás y sus manifestaciones, tales como las estructuras de pecado políticas, sociales, económicas e ideológicas, que buscan aplastar la dignidad humana, y erigir a personalidades fuertes y ricas por encima de los pequeñitos y los pobres. Por esto la iglesia debe mantener su papel profético y denunciar el pecado manifestado en las estructuras, a la vez que hacer propuestas creativas, edificantes y buenas no sólo para el bienestar de las iglesias sino también de todas las personas, creyentes y no creyentes, que también son criaturas de Dios.
· La victoria de los pequeñitos y las pequeñitas en contra de las grandes estructuras de poder: Es interesante notar que en Narnia, al igual que en El Señor de los Anillos de Tolkien, la lucha más fuerte aunque menos vistosa es la de los pequeñitos y las pequeñitas. Es la lucha en la obediencia a Dios contra el pecado, pero también en la oposición a las políticas de los malos, a las imposiciones de los dictadores, es la lucha especialmente no-violenta, pero sí ética, para derrocar a los poderes opresores. Este es el llamado que también tienen las iglesias, las cuales no se deben asumir con la reina del mundo, sino como la Iglesia peregrina, como aguas subterráneas, que con su día a día de seguimiento radical de Jesús y compromiso, debe debilitar las estructuras de pecado, de racismo, de clases sociales, de resentimiento y de manipulación ideológica.
· La esperanza en el futuro como compromiso por el presente: En La última batalla, dice el autor que la primera Narnia desapareció, pero que todo lo bueno que en ella se construyó y se vivió va a estar en la segunda Narnia, la Narnia verdadera. Esto es importante para nuestra lectura porque no nos permite despreciar la vida presente ni nuestro trabajo comprometido por anunciar el Reino de Dios con acciones además de con palabras. De esta manera, el futuro es nuestro horizonte de esperanza, pero no un horizonte para despreciar el presente, sino precisamente para valorarlo, para anunciar el mundo venidero con acciones, compromisos de justicia social y ecológica y así dar razón de nuestra esperanza.
· La experiencia simbólica de la fe y nuestra manera de leer la realidad: Narnia permite a los lectores leer de otras maneras. Aunque Lewis se vale de la alegoría para narrar, su intención es fundamentalmente simbólica. Quien lee a Narnia tiene ahora la capacidad simbólica de leer muchos textos difíciles de la Biblia, y comprender el hablar de Dios a través de ellos. También puede experimentar simbólicamente su fe y comprenderse como un narniano o una narniana viviendo la batalla ética contra el mundo dominado ideológicamente por el mal, al cual hay que desenmascarar y ante el cual hay que proponer maneras alternativas de vivir, erigiendo como modelo fundamental la vida, ética y enseñanzas de Jesús de Nazaret, nuestro Señor y Salvador.
Tomado de: http://recursosteologicos.org/Documents/Narnia.htm