La revista cristiana más leída en los Estados Unidos publicó hace unos años los resultados de una encuesta que se hizo para identificar los “Top Ten” del púlpito en ese país.1 En un estrecho empate, y a la sombra de Billy Graham, los ganadores fueron T. D. Jakes2 y Chuck Swindoll.
Pero la idea no es nueva. En la iglesia de Corinto también quisieron organizar su Billboard para los predicadores con las categorías propias de la época: el predicador más elocuente, el más sabio, el que podía hablar más sin leer un texto, el predicador mejor actor, el productor del mejor sermón corto, la voz más cautivante, el mejor predicador extranjero, el predicador que más agradaba a los gobernantes, el predicador con más seguidores, el predicador capaz de hablar de Cristo sin mencionar la cruz, y otras más. Aparentemente los corintios quisieron poner a los predicadores a competir.3
De los “Top Ten” del púlpito en Corinto, parece que Pablo no duró mucho en el primer lugar. En consecuencia, al apóstol le toca poner orden en este Billboard de la farándula en la iglesia de Corinto. Pero para el apóstol Pablo el problema no era no ser él el primero, sino la idea misma del rating homilético y las lealtades mal encaminadas. Como es su costumbre, Pablo señala los problemas de los comportamientos de sus destinatarios desde la teología. En este caso hablará a los corintios del problema del rating homilético a partir de las teologías de la gracia y del servicio.
En esencia Pablo les dice: saber distinguir un buen predicador de uno que no lo es tiene sus méritos y puede ser señal de madurez, pero tal distinción debe mantenerse dentro de las proporciones justas, no sea que se convierta en peligrosa señal de lo contrario.
El caso de corinto evidencia la batalla cultural que se libra al interior de la iglesia y de los creyentes. Tenemos la tendencia a trasladar a la iglesia los patrones con los que se miden las personas fuera de la iglesia. Este comportamiento causó serias divisiones en la iglesia de Corinto, según le dijo Cloe a Pablo (1Cor 1:11). La lógica de la cultura en Corinto era más o menos así: el mejor predicador es el más elocuente. El más elocuente es el más sabio. Ser sabio es ser seguidor del mejor predicador.
El identificarse con una persona es un fenómeno psicológico y social interesante. La gente quiere ser seguidora de alguien que encarna sus aspiraciones y lo que ellos quisieran ser. Por eso existe el hombre Marlboro. Por eso se explotan tanto los íconos de la música, el cine, la televisión y el deporte. Ser fan, ser seguidor de alguien es algo natural para el ser humano.
En América Latina combinamos varios elementos culturales que nos deben hacer pensar seriamente en el caso de los corintios: tenemos la cultura de los fans, la cultura de la reverencia y veneración del cura, la cultura de los caudillos de la España patriarcal medieval y la cultura del respeto al chamán. Este coctel puede resultar altamente peligroso en manos de un predicador inescrupuloso. Dividirá iglesias, se aprovechará de la gente, fundará un imperio. Ahora veamos la respuesta de Pablo a esta situación.
Pablo se entera de que en la iglesia hay divisiones y les ruega dos cosas muy sencillas que luego ampliará: que no haya divisiones y que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito (1:10). La tarea de Pablo en 1 Corintios 1–4 es poner varias cosas en su lugar: la cultura, los predicadores, los corintios y a Cristo. Utilizará descripciones, metáforas, ironías, explicaciones y muchas preguntas para decir que el Billboard de la farándula no tiene lugar en la iglesia. ©2011Milton Acosta
Continuará . . .
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1“The Best of Today's Preachers | LeadershipJournal.net,” n.d., http://www.christianitytoday.com/le/currenttrendscolumns/leadershipweekly/cln20206.html (accessed February 24, 2011).
2David Van Biema, “Spirit Raiser - TIME,” Septiembre 17, 2001, http://www.time.com/time/magazine/article/0,9171,1000836,00.html (accessed February 28, 2011).
3Hartin concluye que Pablo y Apolo no eran rivales pero que la estatura académica y cultural de Apolo impresionaba mucho a los corintios. Patrick J. Hartin, Apollos: Paul's Partner Or Rival? (Liturgical Press, 2009)
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