Para Jesús todo lo ocurrido a partir de su arresto, significaba las consecuencias de una decisión que El mismo había tomado desde hacía mucho tiempo y para lo cual se había venido preparando inclusive desde su nacimiento. Cuando Jesús renuncia a su calidad de Dios y decide humillarse y perder su dignidad, sabía que llegaría el momento en donde le tocaría soportar la humillación por parte de los hombres. Fue maltratado sin razón, fue condenado siendo inocente, renuncio a toda defensa y fue crucificado. Filipenses capitulo 2 describe el proceso y dice: “No tuvo en cuenta ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. La primera humillación para Jesús fue dejar su trono, una humillación que El mismo decide auto infringirse. La segunda humillación es la de soportar la burla y el maltrato de la humanidad.
Qué lejos estamos de seguir el ejemplo de nuestro Maestro y Señor. Preguntémonos: ¿Renunciamos a nuestras dignidades académicas, profesionales o económicas para ser un miembro más de una Iglesia Local, o pretendemos que nuestras dignidades y posición nos den ciertos privilegios en la Iglesia por encima de los demás?, ¿Decidimos humillarnos a nosotros mismos por amor a los demás?, ¿Nos consideramos cristianos comunes y corrientes a pesar de nuestros títulos, posición y status social, o nos consideramos cristianos especiales y de un más alto nivel que los demás miembros de la congregación?. Cuando entramos a formar parte del cuerpo de Cristo tenemos que entender que hay que renunciar a todo por el Señor. Pablo en Filipenses Capitulo 3, enumera los títulos que el tenia (Todos los que un hombre de su época desearía), sin embargo el dice: “Todo lo tengo por basura para ganar a Cristo”. Pablo no uso sus dignidades para atropellar a los demás, el uso sus dignidades para servir a los demás. Por eso dice: “La meta es parecerme a El, llegar a ser como El”. ¿Cuántos de nosotros queremos llegar a ser igual al Señor en su humillación?. Si no queremos ser como nuestro Maestro no podemos llamarnos sus discípulos.
En segundo lugar se sometió a la humillación de los hombres. ¿Quién quiere ser humillado a causa de la fe y del mensaje?. Como se han cambiado las cosas. Ahora la fe y el mensaje nos hacen famosos en vez de costarnos la humillación, ¿Porque será?.
La predicación del mensaje genuino del evangelio nos acarrea el rechazo, la persecución y la humillación. Hoy eso no sucede porque hemos acomodado el mensaje. Jesús murió por un mensaje, nosotros hoy vivimos del mensaje. ¡Que vergüenza!.
Dos cosas para reflexionar:
¿Que predomina en nuestras vidas, el orgullo o la humildad?. El Maestro nos dio ejemplo de humildad, ¿Estamos imitándolo?, o estamos tan inflados que nos elevamos como globos llenos de helio (orgullo).
Dios les bendiga
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