martes, 17 de enero de 2012

¡El Segundo Toque! Por: Jorge Atiencia * Transcripción de la conferencia dictada ante la Asamblea Nacional de Pastores de Asambleas de Dios en octubre de 1996.

Quiero compartir con ustedes un elemento que hacía parte del discipulado de nuestro Señor Jesúcristo: el tema de la renovación. Quizás en palabras más textuales, la necesidad de un segundo toque.

Hace unos meses compramos un computador como ayuda para el ministerio de evangelización en las universidades de América Latina y como una herramienta para la organización del Congreso que realizaremos en enero en la ciudad de Cochabamba - Bolivia. Era un portátil de bastante poder y al momento de ponerlo a funcionar ¡no funcionó! los programas y el mecanismo interno estaban perfectamente, pero cuando se lo encendía no llegaba luz a la pantalla, estaba completamente oscura. Empezamos a pensar, ¿será que en la preparación de este Congreso el Señor quiere enseñarnos unas lecciones y está utilizando este computador para tratar de advertirnos algo?

Dicho y hecho. La primera lección que puso en alerta a todos los líderes que estábamos trabajando fue:

Podemos tener el programa más sofisticado que ustedes puedan imaginarse, pero si no hay luz, no sirve. Así de sencillo. Podemos tener la infraestructura más completa, los recursos necesarios, todo marchando muy bien, pero si no llega la luz, no funcionará.

El Señor nos introdujo a este gran tema: ‘programa sin luz no sirve y es toda una frustración tener ojos, pero no poder ver’. Es posible en la vida tener todo correcto y aún no ver y comprender. Al igual que con el computador, nosotros precisábamos traer nuestras vidas a las manos del experto para que nos iluminara.

Empezamos a preguntarle al Señor, “¿qué es lo que tu quieres cambiar en nosotros para que podamos tener un programa, pero con luz?” Dice el salmista: “para que en su luz veamos la luz.”

Para desarrollar este tema de la renovación quisiera referirme a la historia en el Evangelio de Marcos en el capítulo 8, versos 22 al 26:

“Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas le llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara. Él tomó de la mano al ciego y lo sacó fuera del pueblo. Después de escupirle en los ojos y de poner las manos sobre él, le preguntó: ¿Puedes ver ahora? El hombre alzó los ojos y dijo: Veo gente; parecen árboles que caminan. Entonces le puso de nuevo las manos en los ojos y el ciego fue curado: recobró la vista y comenzó a ver todo con claridad. Jesús lo mandó a su casa con esta advertencia: No vayas a entrar en el pueblo. “NVI”.

Con “segundo toque”, me refiero a la necesidad de ser de nuevo tocados, la necesidad de renovación. Algunas versiones dicen “comenzó a ver todo de nuevo y claramente”, añaden esa dimensión de ver de lejos y claramente.

El Entorno

Miremos en primer lugar el entorno de este milagro, que algunos llaman el milagro del segundo toque, el milagro del otra vez, el milagro de nuevo. Una vez más esta precedido por una experiencia muy decepcionante para Jesús, en el capítulo 8, versos 14 al 18. Los discípulos están preocupados, porque no habían traído sino un solo pan, después de que Jesús multiplicó los panes y los peces. Entonces Jesús les dice: “¿Por qué están hablando de que no tienen pan? ¿Todavía no ven ni entienden? ¿Tienen la mente embotada? ¿Es que tienen ojos, pero no ven, y oídos, pero no oyen? ¿Acaso no recuerdan? Cuando partí los cinco panes para los cinco mil…”

Cabe hacernos la pregunta, ¿por qué es tan importante para Jesús el entender?, Jesús les repite frente a la ausencia de respuestas de fe y de comprensión, “¿ustedes aún no entienden?”. La ocasión es bien iluminadora, los discípulos están preocupados por pan, precisamente después que él ha multiplicado el pan. Que ironía, habían olvidado traer pan y sólo tenían un pan en la barca. Entonces Jesús nota que están discutiendo sobre eso y además les encuentra sumamente ansiosos, pero Jesús se da cuenta que no tienen ansiedad por lo que importa, sino por lo frívolo, se da cuenta que no han captado todavía las cosas, los temas importantes de la vida y siguen preocupados por lo superficial, por lo marginal, por lo tangencial, por el pan y quien sabe qué estaban diciéndose el uno al otro. Podemos imaginarnos la discusión que se dio “¡no pero cómo así! ¿Por qué no trajeron por lo menos una cesta de las doce que sobraron? ¡Pero que falta de cerebro! Estaban dentro de la barca y no se les ocurre traer pan y ahora en la travesía ¿qué vamos a comer?”

¡Esto sí es reducir el acontecimiento divino a la frivolidad!

En vez de ponerse a discutir por el extraordinario acontecimiento que acaban de presenciar, la gloria de Cristo manifestada en la multiplicación de los panes y de los peces, ellos están preocupados por que no trajeron sino un solo pan. Esto aflige al Señor; entonces decide como buen maestro, arrojar al círculo de esa discusión ociosa y falta de fe, una advertencia para sacarles de la frivolidad y que se ocupen de lo verdaderamente importante, les dice: Tengan cuidado; ¡ojo con la levadura de los fariseos y con la de Herodes!”

¿Que significa entender para Jesús?

El contexto empieza a insinuarnos que, entender es agarrar el significado de las palabras y de las maravillas de Jesús y descubrir la verdad que contienen, pero muchos se quedaron con el pan a expensas de la verdad, no descubrieron en el pan la verdad, fueron al Pan por razones del pan pero no por razones del mensaje. Jesús quiere que en el Pan, encuentren no sólo el pan, sino que también encuentren la Verdad. Ahora, si sus señales y maravillas no han producido fe en nosotros, para Jesús no hemos logrado entender todavía. En otras palabras, si después de una manifestación tan gloriosa como es la multiplicación de los panes y de los peces, todavía nos preocupamos por el pan, entonces no hemos agarrado el mensaje, definitivamente no hemos captado el mensaje que quiere impartir. Si nuestras preocupaciones después de captar la maravillosa presencia de Cristo en la vida, no han sido transformadas de la frivolidad a lo que de verdad importa, entonces no hemos entendido.

Si todavía estamos preocupados por lo secundario, si estamos preocupados por el pan y no por la levadura de los fariseos y de Herodes, no hemos entendido. Si estamos preocupados por nuestras mezquindades domésticas y no por la filosofía de la religiosidad y del poder reinante que apabulla a este medio, a esta ciudad, a esta nación y a la historia, todavía no hemos entendido los grandes temas de la fe. Si como discípulos todavía estamos preocupados por ‘mi pan’, por ‘mi alza’, por ‘mi promoción’, por ‘la construcción de mi templo’ y no hemos logrado captar la levadura del fariseo y la de Herodes que nos rodea (la levadura del poder político que domina esta nación), entonces no hemos entendido la fe, así de sencillo.

Jesús se da cuenta que los temas de conversación siguen siendo frívolos, entonces les arroja esta afirmación: ¡ojo! “Por favor, no hagan del pan el motivo de su discurso, de su encuentro, cuando hay cosas esenciales por las cuales estar preocupado. Ya ven que he multiplicado el pan.” Entonces Jesús se da cuenta de que hay que abrir los ojos, en este caso necesitaba la ayuda del ciego.

Este milagro tiene lugar en Betsaida y aquí Jesús está jugando carambolas, porque tanto los de Betsaida como los discípulos necesitan que se les abran los ojos. Recuerdan los ‘ayes’ de Jesús sobre las ciudades, “¡Ay de ti, Corazón!,¡Ay de ti, Betsaida! Si se hubieran hecho en Tiro y Sidón los milagros que se han hecho en medio de ustedes, ya hace tiempo que se habrían arrepentido.” Mt: 11:21.

Los discípulos necesitan el segundo toque, igual que nosotros, porque si todavía nuestras preocupaciones no agarran los temas centrales de la existencia humana, necesitamos que se nos abran los ojos.

¡Una experiencia de segundo toque!

Veamos una experiencia de segundo toque. Sabemos muy poco de este ciudadano de Betsaida. Sí, la historia insinúa que fue un adulto y da la impresión que no siempre fue ciego, parece ser que llegó a perder la vista por alguna tragedia en la vida, por alguna circunstancia especial, a lo mejor alguna enfermedad ó accidente. ¿Qué base tenemos para decir esto?, cuando empieza a ver dice: “veo los hombres como árboles.” Entonces él ya tenia noción de cómo era el árbol, ya había visto antes cómo era el árbol. Parece que estamos ante un adulto joven, no sabemos más de él. Ahora, quienes lo traen buscan una cosa, miren el texto: “cuando llegaron a Betsaida, algunas personas le llevaron un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara”, esto es lo que Betsaida quería: magia, no fe. Esto es lo que hace un mago, toca la varita mágica. Betsaida no estaba detrás de un acontecimiento de fe, estaba buscando un mago; así procede Satanás cuando tentó a Jesús: ‘si eres el Hijo del Dios di: “abra cadabra.”’ La práctica religiosa se vuelve una manipulación del poder divino, como si fuera magia. Se reduce el poder divino y es utilizado como magia, ‘repita y ya se convierte’. De igual forma, estos trajeron al ciego para que Jesús lo tocara. El Señor entiende esto muy bien, pero no se presta para un show de circo.

El toma varias iniciativas que a lo mejor dejaron a todos los de Betsaida sorprendidos, “le llevaron al ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara”. Noten lo que hace Jesús: toma de la mano al ciego, hace contacto, empieza a tratarlo como ser humano y lo aísla del medio, porque el medio esta buscando magia no fe. Le saca de los círculos de incredulidad, rehúsa convertir al ciego en un show, lo aleja de la curiosidad y lo saca fuera del pueblo; seguramente caminaron una distancia apreciable. Me parece que este ciego fue un individuo muy afortunado. ¿Pueden ustedes sentir la mano de Jesús, ahí agarrándolo? el hombre fue por un toque y recibe a cambio un agarrón ¿pueden sentir el calor de su mano? ¡Que afortunado! Quien sabe que emociones y sentimientos empezaron a invadir al ciego: “yo no vine para nada de esto, ¿qué me está pasando? ¿Por qué me está sacando? ¿A dónde me esta llevando? ¿Por qué todo esto? ¡Si por todo lo que vine fue por un toque, y resulta que me metió en un paseo!”

¡Ay hermanos! esa es la grandeza de la gracia, nosotros con nuestra fe mezquina venimos por toques y la gracia nos quiere dar paseos, nosotros venimos por un toque y la gracia nos quiere dar un viaje, venimos con nuestra fe mezquina, por una experiencia y la gracia nos quiere dar una relación, venimos por un milagro y la gracia nos quiere devolver al Padre que hemos perdido. Todos los que hoy en día están buscando magia son pésimos en fe, tienen cero en fe y este mundo se ha vuelto un mundo en búsqueda de la magia porque precisamente esta pobrísimo en fe.

¡Como brilla el Maestro!, ¡que extraordinario!, por eso los teólogos como Pablo en el Nuevo Testamento pudieron articular sobre los tesoros de la gracia: El puede darnos más abundantemente de lo que pedimos. Seguramente el ciego camina muy sorprendido, ya estaba nervioso, ya había aprehensión dentro de él. Jesús sigue una práctica médica de la época: Escupe en los ojos de esta persona, la idea es que la sanidad viene a una persona cuando yo trasmito algo de mí como sano a alguien enfermo y la transmisión de ese algo, en este caso la «saliva», se convierte en un hilo conductor. Jesús se une a esa práctica cultural, pone algo de si mismo y a su vez pone las manos en los ojos del ciego. Yo creo que a estas alturas el ciego ya se decepciono: “¡No Señor, pero si ya cientos de médicos me han hecho esto, yo creo que vine por algo muy distinto!” De todas maneras empieza a sentir algo diferente, y entonces el Señor le pregunta: “¿Bueno, y ahora ves algo? ¿Ves algo? ¿Puedes ver ahora? Veo gente, parecen árboles que caminan.” Responde con un poco de agitación, muy sincero, pero un poco insatisfecho: “Sí, veo pero, veo hombres que caminan como árboles.

“A lo mejor el ciego comienza a preguntarse: ¿Hasta aquí no más queda? ¿Estoy mejor o peor?¿Qué es mejor ceguera total o ceguera a medias?. Ha terminado de decir esto y todavía le embarga un poco de ansiedad, se está preguntando qué le está pasando, cuando de pronto, otra vez siente el calor de las hermosas manos del Maestro que tiernamente descansan sobre sus ojos, el sitio central de su ceguedad; seguramente eran manos tibias suaves y experimenta esta segunda intervención y algo empieza a suceder, pero es rapidísimo, es nuevo y es muy profundo: Se le abren los ojos, pero sucede tan rápido que no tiene forma de vivirlo, no tiene forma de explicarlo, la vista ha sido completamente restaurada.

Entonces el Señor le dice “¿ves algo?” y él le responde: “ahora veo todito, ahora veo con claridad y veo todo desde lejos.” Se desgrana, se deshace, desglosa sus sentimientos y él le dice al Señor toda la vivencia de lo que es ver, ahora veo todo, a la distancia y veo claramente.

Inundado de emoción se queda paralizado y sin palabras cuando después de haber visto todo, ve a Jesús y ahí se queda. La historia nos habla de un silencio profundo. Ha recorrido con su mirada todo lo que hay y se queda mudo, perplejo, asombrado, silencioso, Jesús no tiene lenguaje para él.

¿Cuál es la otra orilla en la vida? Que arribemos a un conocimiento de Su persona. De esta historia creo que podemos destacar tres elementos de lo que significa ver, porque en últimas es lo que Jesús quiere destacar, hacia allá apunta su milagro.

¿En que consiste ver?

Los discípulos y Betsaida no logran ver, aún no agarran el asunto de ninguna manera. Para los de Betsaida, ver es cuestión de un toque, es cuestión de magia. Jesús a través de esta experiencia quiere subrayar, en qué consiste “ver”, entonces aprovecha esta experiencia con el ciego para mostrarles lo que es ver.

En primer lugar: El Señor les dice, «ver es cuestión de intimidad». Le toma de la mano, camina con él, le aísla del círculo de incredulidad, lo saca fuera de la aldea y se quedan ellos dos solos. Es un encuentro cara a cara, es un encuentro de alguien que no ve, con alguien que ve y en la belleza de ese encuentro y de ese toque, el que no ve, va a empezar a ver. Ver, es una experiencia profunda de intimidad y eso es lo que Jesús quiere comunicar a los suyos. En ese encuentro íntimo se da todo un diálogo que deja al ciego un poco desconcertado, porque él solo vino por el toque, él no vino por preguntar, no vino por un proceso, no vino por un encuentro, el ciego vino para que le tocaran. Jesús le saca a un momento de intimidad y en ese encuentro de intimidad, va a tocar el corazón mismo de la ceguera del ciego, va a poner sus manos en aquello que impide que el ciego vea, va a tocar la médula misma de la tragedia. ¿Cuáles son aquellas cosas en la vida que nos han ido produciendo cierta ceguera, miopía o ceguedad espiritual?. Algunos de ustedes pueden decir: ‘hermano yo creo que realmente no tengo tanta necesidad, yo si veo’ ¡Ojo con eso! Porque si ustedes que dicen ver, no ven, sí que son ciegos. Hay experiencias en la vida que van provocando en nosotros cierta ceguedad, a pesar de que creemos que vemos, pero para el Señor muchas veces nuestra falta de entendimiento de lo que realmente importa en la vida es causal de ceguedad. Saben que algunas de las cosas que provocan cierta ceguedad, son tragedias que no invitamos, crisis que nos llegaron cierta dureza y pueden provocar que nos vayamos cerrando. Para ciertas personas cuando Dios dice: “No”, se produce cierta dureza y ceguedad. Nos encanta cuando Dios dice ‘si’.

Un hermano ha llegado a escribir un libro con el título de: ¿Qué pasa cuando Dios dice no? Los nóes de Dios muchas veces son tan impactantes, tan desconcertantes, tan sorpresivos que empezamos a cultivar cierto resentimiento hacia el Señor por esos nóes. Para algunos de ustedes esos nóes significan que no les dio el cónyuge que quisieron, para otros es que no les dio la congregación que anhelaban, para otros es que no les ha dado la promoción que han buscado, para algunos es una enfermedad que no se ha ido, y nosotros le damos y le damos y todo lo que obtenemos es dolor de cabeza. Los nóes de Dios son profundamente perturbadores y nos llevan a situaciones límite, así provocan en algunos casos, la ceguera espiritual.

Curiosamente, si nosotros hemos estado anhelando un toquecito, puede ser que él este buscando intimidad. Nos dice: ‘¡Yo estoy buscando un encuentro contigo, cara a cara donde te voy a hacer algunas preguntas! Lo que en realidad tu has estado buscando es magia, pero hijo mío lo que yo he estado buscando es relación. ¡Quisiera que en este encuentro íntimo empieces a buscar lo que es ver! Y ver, es cuestión de intimidad.’

En segundo lugar: ver es gracia ¿qué es lo que el Señor le restaura al ciego? ¿Los ojos o la vista? Ojos tenía, pero no veía, lo que le restaura es la vista, ver no es cuestión de tener ojos, ver es cuestión de recibir gracia. Esta es la maravilla de la Gracia, no necesariamente el que tiene ojos ve, sólo puede ver quien ha sido visitado por la Gracia. La vista le fue devuelta, se le recuperó, se le dio una vez más.

Tenemos que verlo así desde el punto de vista de la gracia para poder explicar más cosas. Esta, era una restauración de algo que ya tenía. Sólo la Gracia da: segundas, terceras y múltiples oportunidades, sólo de la gracia dependemos para ser tocados una, dos, tres, siete veces y más ¿Saben por qué?, porque la gracia no tiene límites, porque la gracia no es mezquina, no cobra, no lleva un memorial de cuentas. No nos dice: ‘¡Discúlpame ya te renové la vista el año pasado!’ El ver es un regalo de la Gracia y por ella podemos ser renovados cuantas veces necesitemos. Además, si nuestra recuperación de la vista es por gracia, ella se asegurará de que la máxima satisfacción de nuestra vista sea encontrarnos con Jesús, ahí la vista sentirá su plena realización, no sólo cuando identifique el entorno, sino cuando identifique al Salvador. La Gracia se asegurará de que nuestra vista, al fin y al cabo, termine viendo lo más importante, que es, al Salvador.

Entonces la vista es una experiencia de intimidad, es un regalo de la Gracia.

En tercer lugar: Ver no es solo cuestión de intimar, no es solo cuestión de recibir la Gracia: Ver es una experiencia que abarca. Miren el dato del ciego ¿Qué ves?:

Ve en primer lugar ¿qué? Todo.

En segundo lugar ¿qué? Claramente.

En tercer lugar ¿qué? Ve lejos

Estos tres datos son supremamente esenciales en la formación del discípulo, porque creemos que si hemos visto sólo nuestra denominación, ya hemos visto. ¿Es esa la totalidad que hay que ver? ¿Estamos satisfechos si todos nuestros convertidos, lo que empiezan a ver, son las bondades de nuestra congregación?

A quién le han sido abiertos los ojos por Jesús y empieza a ver, ve en primer lugar todo y ¿qué es ese todo? Empieza a ver la composición de la realidad, a ver que hay ricos y pobres, que hay explotadores y explotados, que hay gente que come y hay otros que se mueren de hambre, empieza a ver que hay unos pocos arriba y millones que están abajo. El qué ve, ¡ve todo! Al Hijo de Dios.

Jesús quería que miraran. ¿Por qué? Porque la vista de ellos estaba demasiado ideologizada. Ellos solo veían a Israel y el resto no lo veían, veían a los primeros, jamás tuvieron vista para los de atrás. Entonces, para Jesús es importante que cuando vean, capten la totalidad de la composición de la realidad.

¿Que ves ahora? Veo todo y ¿Cómo lo ves? Ahora lo veo claramente. En otras palabras, quien ve desde la perspectiva de Jesús resulta ser un ciudadano altamente concientizado. ¿Por qué?, porque empieza a ver claramente, empiezan a conectar aspectos de esa realidad, pues ahora tiene mucho sentido, empieza a ver claramente.

El tercer factor, fíjense que maravilla, ¡ve desde lejos!, identifica la totalidad de la composición de la realidad. Alcanza a ver lo que se acerca y alcanza a ver lo distante.

¿Cuánta ceguedad hay en nosotros?, cuando nuestra identificación es solo de lo inmediato la vista no nos alcanza para percibir lo que se avecina desde lejos.

Fíjense, la vista del Señor fue una vista tan extraordinariamente aguda que desde el principio de la creación, Él pudo ver lo que iba a suceder al final de la historia, eso es extraordinario. ¿Qué pasa cuando nuestros discípulos no saben articular el desenvolvimiento de la historia? O cuando son capaces de decirnos el acontecimiento que está por venir, no porque sean magos, no porque sean brujos, sino porque conectan muy bien la realidad. Entonces cuando en su iglesia empieza a subir gente y profetas que dicen: preparémonos para estos acontecimientos sociales, porque eso es lo que estamos viendo en este momento. Que extraordinaria visión, ¡eso es ver libremente!, que se paran con autoridad en el púlpito, porque identifican toda la realidad, pueden predecir los acontecimientos que están por venir, porque han atado cabos, ven claramente y preparan al pueblo de Dios para enfrentar el acontecimiento que esta por venir. Eso es lo que para Jesús significaba ver.

Eso es lo que para Jesús significaba ver.

Ahora entendemos la trascendencia de este encuentro con el ciego, ¿y qué ves? Veo todo. Ustedes mis hermanos cuando predican desde el púlpito, ¿están comunicando visiones de todo? o ¿solo del alma? como si el mundo fuera una composición de espíritus. ¿Nuestra vista esta captando la corrupción? ¿Esta captando la violencia? ¿Esta captado el poder del relativismo? Ahora entendemos por qué todos nosotros necesitamos al Señor para que nos vuelva a poner la mano. Mi visión es demasiado corta, ¿la vista de ustedes, todo lo que alcanza a ver es su denominación? ¿Estarían contentos ustedes con que toda Colombia fuera solo Asambleas de Dios? ó también la vista les alcanza para ver a los cristianos escondidos, los de otras confesiones, los cristianos sin nombre, los que están trabajando sin plataforma, los pastores perseguidos en las zonas de narcotráfico y conflicto armado.

¡Ay hermanos!, tenemos en el capítulo trece de Marcos un capítulo bravo, en el que la vida dependerá de la forma en que la veamos. Empieza así el capitulo trece:

“Maestro mira que piedras”, para esto les alcanzaba la vista, “Maestro mira qué edificios”. ¡Ay hermanos! como se ha reducido el alcance de la vista hoy día, solo a lo estético. Te provoca espiritualidad lo cosmético. Entonces dependiendo del alcance de la vista será el alcance de nuestra misión, eso es matemático, por eso Jesús está interesado en que por favor abramos los ojos, para que estemos discutiendo de lo que interesa en la vida. Por esto arroja semejante pregunta: ¿Están preocupados por qué no tiene pan? Preocúpense por la levadura de los fariseos y por la levadura de Herodes que está carcomiendo la base de esta sociedad.

Si no estamos preocupados por los asuntos esenciales de la vida, no estamos viendo y ¡todos nosotros necesitamos del segundo toque del Señor! ... Y nosotros que leíamos estas historias como lindos cuentos de milagros...

La historia concluye con un mandamiento que apunta hacia lo doméstico: ‘y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea’. Nosotros diríamos: ‘¡Señor aquí te ganaste un tremendo evangelista, mándalo a la plaza principal del pueblo, con semejante milagro, Betsaida se va a convertir!’ No. Hay sitios que por más evidencia que haya no se van a convertir.

Le manda a la casa. ¿Por qué a la casa? Porque ellos fueron los que más sufrieron la ceguedad de él, entonces los primeros en recibir el beneficio son los que más sufrieron su ceguedad y mis queridos hermanos para el Señor los primeros beneficiados de la vista de alguien, deben ser aquellos que sufrieron por causa de su ceguedad. Aquí hubo un hogar que sufrió. Es la intención de Jesús que por el servicio de nuestro ver, ellos vean. La vista de otros va a depender de la nuestra. Aquí el Señor de alguna manera quiere trazar el mapa misionero y de toda agenda misionera. Aquí hay una aplicación para nosotros a quiénes el Señor nos ha llamado a una posición de servicio en el liderazgo.

Mis hermanos, yo creo que uno de los más lindos ministerios que Dios le ha dado a los pastores es ser abridores de vista. Es extraordinario cuando por el compartir con alguien la vista se le abre, eso fue lo que motivó mi conversión. Yo era de la generación revolucionaria y marxista que buscábamos un instrumento que nos ayudara a entender la locura de este mundo y que nos involucrara en un proyecto de transformación. Me acuerdo clarito la persona que compartió conmigo del Evangelio, tan pronto mencionó a Jesús, literal, me reí y me reí, por esta razón le dije al hermano: “mira ahí la embarraste, dieciséis años he estado escuchando en la religión acerca de este personaje y tu me quieres decir ahora que él es la razón de mi búsqueda, que es el sentido de la vida y un instrumento para mirar la realidad y que me invita a hacer parte de la transformación de este medio. Vienes a decirme que Jesús es el camino, toda mi vida oyendo de Jesús y Jesús...” Me quede supremamente decepcionado y cuál no seria mi sorpresa cuándo después de esta reacción, este hermano dice: ‘Jorge, yo tengo la impresión de que no estamos hablando del mismo personaje’, y saben qué dije yo: ‘¿luego hay otro?’ y me dijo: sí, uno que no conoces, sí a este no lo conoces… necesitaba el toque del maestro para poder verlo y conocerlo.

*Secretario General de UCU entre 1976 y 1987. Estudió Mercadeo y Publicidad en la Universidad Central de Bogotá. Magister en Estudios Cristianos de Regent College en Canadá y Doctor en Ministerios a la Familia del Seminario Bautista de Eastern en Philadelphia, EE. UU. Jorge tiene todo un recorrido como escritor y expositor bíblico. Recientemente dejó la Secretaría de Capacitación de la CIEE para América Latina para dedicarse al ministerio de la formación de expositores bíblicos.

Nota a manera de testimonio: En el año 2010, Jorge Atiencia culmino 9 años de trabajo en la formación de expositores bíblicos en Colombia. Actualmente es asesor nacional de Langham predicación en Colombia que en el próximo mes de Mayo termina el primer ciclo en el país y en Abril inicia el segundo ciclo del cual por la gracia de Dios ya hago parte.

Tomado de: Chispas, Boletín Informativo de Unidad Cristiana Universitaria, en su edición No 83 de Marzo de 2.006.

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