sábado, 8 de enero de 2011

Ayunar o no Ayunar Por: Profesor Milton Acosta

El tiempo y la teología del ayuno

Jesús es un provocador que produce discípulos provocadores. Un provocador es aquella persona que por causa de sus convicciones (o para llamar la atención) piensa, habla y se comporta de manera distinta y a veces contraria a la costumbre. Jesús fue un provocador porque pensaba y actuaba distinto a las convenciones éticas y religiosas aceptadas. Mucho de lo que decía y hacía producía una reacción a favor o en contra. El Jesús lindo, dulce y suave que a todos les cae bien sólo existe en la imaginación de la acomodación. Por eso, cada generación debe asegurarse de releer los evangelios para no terminar jugando en Palestina con un Jesús de plastilina.

El interés de Jesús al provocar no es llamar la atención porque tuviera alguna deficiencia emocional, como ocurre con quienes quieren lucirse. Él simplemente vive según los criterios del reino de Dios y del momento específico que representa su venida en la historia de la salvación.

Las provocaciones más famosas tienen que ver con lo que Jesús y sus discípulos hacen el día de reposo y con la conducta de Jesús en el Templo. Pero no nos ocuparemos de eso esta vez. Nos interesa una provocación por algo que los discípulos de Jesús no hacen: ayunar como los discípulos de los fariseos y los de Juan. Tan incómoda es la omisión que hasta los llaman “comelones y bebedores” (Lc 5:33–39).

Probablemente la pregunta sobre el ayuno no es hostil del todo; pero, además de curiosa, sí es desafiante. Si uno pregunta por qué no se hace algo es porque piensa que se debe de hacer; y más si se trata de la autenticación de la piedad. La pregunta reconoce que Jesús es un maestro con discípulos, pero al tiempo se le cuestiona por producir discípulos faltos de devoción y quizá de esperanza. Veamos entonces de dónde alimentaban los judíos sus ideas sobre el ayuno.

En el Antiguo Testamento hay un ayuno para el Día de Expiación (Lev 16). A partir del exilio se añaden cuatro ayunos más (Zac 8:19) y después otro (Ester 4:16 y 9:31). Por cierto, el ayuno es la única práctica religiosa mencionada en Esther.

Existe un ayuno de lamentación ligado a la condición de exilio (Zac 7:2–7). Como se observa en el Antiguo Testamento, el ayuno generalmente está ligado a una experiencia de crisis (Jue 20:26; 1S 7:6; 14:24; Joel 1:14).

Para los judíos del primer siglo, los ayunos frecuentes son marcas de los grupos de “renovación”. Se puede suponer que ayunaban por la situación de exilio que experimentan en su propia tierra, al estar bajo el control de los romanos. El ayuno es marca de espiritualidad; algunos lo hacían dos veces por semana (Lc 2:37; 18:12). ¡En síntesis, esta gente ayuna!

El texto pseudo epigráfico conocido como Apocalipsis de Elías (1:13–21), dice tres cosas del ayuno: (1) que Dios lo creó; (2) que ayuda a combatir las pasiones; y (3) que se debe practicar continuamente (el ayuno, no las pasiones) con un corazón puro.

La respuesta de Jesús al cuestionamiento que se le ha hecho es doble, pero doblemente enigmática y probablemente cargada de mucho contenido. Por un lado dice que sus discípulos no pueden ayunar porque no es momento de ayunos pues están de fiesta. Él es el novio que está de fiesta con sus amigos los discípulos. Por otro lado dice que una vez que el novio sea quitado, entonces ayunarán. Es decir, ahora no, pero después sí.

La fiesta del novio y el show del despeinado

La primera respuesta de Jesús a la pregunta sobre el ayuno tiene dos componentes. Con el primero dice que él es el Mesías; quizá se refiere al ayuno convertido en fiesta (Zac 8:19). Nadie ayuna en un matrimonio y menos con el novio presente. La presencia de Jesús es pues motivo de fiesta. La metáfora no es tan casual: se trata de una figura usada por Jesús para la venida del Reino de Dios. El matrimonio es símbolo de nuevo comienzo, del establecimiento de una relación con el pueblo de Dios. Es decir, Jesús afirma que él es el Mesías, especialmente si uno nota que en el Antiguo Testamento esa misma imagen de novio/esposo se refiere a Dios en relación con su pueblo (Is 61:10; 62:4–5; Os 2:14–20).

Con el segundo componente Jesús afirma que va a morir. No se ayuna entonces por falta de esperanza, sino porque la promesa del Mesías se ha cumplido. Se ayunará, no por lamentación, sino para experimentar en la carne que el ser humano no vive sólo de pan (Dt 8:3; Mt 4:1–4). La respuesta de Jesús no dice que no se debe ayunar, sino que ese no es el momento de hacerlo. De hecho, Jesús supone que habrá otro tiempo cuando se deba ayunar, pero por otras razones.

La expresión “el novio sea quitado” sugiere violencia; como ocurrió con Juan ocurrirá con él. Esto resulta extraño porque en un matrimonio el novio no es quitado y menos por la fuerza. Jesús no dice cuándo será “ese día”. No se refiere literalmente ni exclusivamente al Viernes Santo. Se trata de un tiempo cuando el ayuno puede ser parte auténtica del discipulado. En todo caso es notable el contraste entre fiesta y ayuno.

El ayuno ha sido tema de controversia entre los piadosos. La instrucción de Jesús es en primer lugar para los judíos: no se ayuna por lamentación ni para que termine el exilio, porque el reino de Dios ha llegado. En segundo lugar, a sus seguidores Jesús les dice que el ayuno es privado, que no debe demostrarse ni anunciarse (Mt 6:16–18). Todo depende de quién quiere uno que lo aplauda, Dios o la gente. Por eso, quien participa de reuniones de ayuno y oración corre un peligro especial del que debe cuidarse: la sutil (y a veces no tan sutil) arrogancia espiritual. Dice Luz que en tiempos de Jesús el individuo que practicaba el ayuno extremo “podía adquirir fama de santo.” En tercer lugar, el ayuno para los cristianos, como para Jesús en la tentación, es una experiencia física y espiritual de abstención de algo fundamental para la existencia, por medio de la cual el creyente afirma y siente en su cuerpo que el ser humano vive por la Palabra de Dios, no sólo de la comida. Es decir, el ayuno nos desanimaliza.

Jesús no decreta ayunos, ni competencias de ayunos, ni a batir ningún Record Guiness del ayuno. Es posible que haya habido abusos en la iglesia desde muy temprano. El documento cristiano del siglo segundo conocido como La Didaché contiene instrucciones para el ayuno semanal. Ordena el ayuno por los enemigos (1:7); que no se ayune como los hipócritas (lunes y jueves) sino el miércoles y antes del bautismo (7:5–8:2). En un lenguaje similar a Isaías 1–2, la Epístola de Bernabé (3:1–3) también habla contra la práctica del ayuno probablemente por considerarla judaizante o hipócrita, como en Isaías, cuando no va ligada a la práctica de la justicia social. En síntesis, los cristianos sí ayunaban, pero les preocupaba la teología del ayuno después de Cristo y la falsa piedad; es decir, la fiesta con el novio y el show del despeinado.

Un caso de incompatibilidad fundamental

Para terminar la respuesta sobre el ayuno, Jesús utiliza un par de mini-parábolas: nadie echa vino nuevo en odres viejos, y nadie remienda ropa vieja con tela nueva. En ambos casos se hace un daño peor; el vino nuevo revienta los odres viejos y la tela nueva le hace un roto más grande si se le cose a la ropa vieja (Mt 9:16–17; Mc 2:21–22; Lc 5:36–38).

El libro de Job hace uso de estas imágenes: “ropa carcomida por la polilla”, “odre a punto de estallar” (Job 13:28; 32:19). La comparación es propia de épocas cuando la ropa era más escasa y de las culturas vinícolas, como lo ha sido todo el norte y oriente del Mediterráneo.

La mini-parábola del remiendo no tiene mucho sentido hoy porque la ropa rota está de moda; es hasta más cara que la que no está rota. Hay jeans de 2.000 dólares que vienen rotos de fábrica. En el internet (wikihow) se encuentran instrucciones de como romper los Jeans como lo hacen los profesionales de las grandes marcas. Obviamente que esta parábola se dice en un tiempo cuando los jeans no existían, cuando la ropa era escasa y cuando la ropa rota no estaba de moda. A muchos les resulta difícil imaginarse ese mundo.

La mini-parábola de los odres también es ajena para quienes no producimos vino. La idea es que en esa época el vino nuevo se echaba en recipientes nuevos hechos de cuero, de manera que en el proceso de añejamiento del vino, el odre se estira y da espacio a los gases que el vino produce. Una vez estirado ya no estira más; si se le echa vino nuevo, se rompe.

La esencia de las dos mini-parábolas es entonces la incompatibilidad entre algo nuevo y algo viejo; en este caso, entre las ideas de los judíos y las de Jesús con respecto al Mesías y reino de Dios. Lo viejo en este caso no es tanto la piedad de los judíos sino la relación de ésta con el momento histórico. La piedad es producto de una serie de creencias; a esas son a las que se refiere Jesús. Como lo dice la misma respuesta de Jesús, no se trata del abandono completo del ayuno, si no de no haber reconocido al Mesías en Jesús.

La fe de los judíos no puede ser descalificada ni menospreciada. Nótese que el vestido viejo un día se lució como nuevo y estaba bien. El recipiente viejo un día también fue nuevo y sirvió para guardar vino. Lo que Jesús dice es que a partir de su venida la cosa será de otro modo.

Al principio de su respuesta (a quienes criticaron a los discípulos de Jesús por no ayunar, como los de Juan y los de los fariseos), Jesús dijo que cuando el novio está, estamos de fiesta; por lo tanto, nadie ayuna. El banquete de bodas se refiere a la restauración de Israel, cosa que todos los judíos esperaban. La presencia de Jesús es motivo de alegría para quienes lo reconocen como “el novio” (Jn 3:29); por eso no ayunan.

Así las cosas, la respuesta de Jesús termina siendo una crítica a sus críticos por no haber reconocido que él es el Mesías, quien ha venido a restaurar a Israel. Es decir, el que quiere ponerse a ayunar en ese momento es porque no ha entendido ni reconocido la magnitud de la obra que Dios está haciendo con Israel.

Con las dos mini-parábolas Jesús quiere hacer entender que con su venida hay un nuevo comienzo para Israel. No está eliminando el ayuno de la piedad. De hecho, él mismo practicó el ayuno y también dio instrucciones de no hacer del ayuno un show.

[“Señor usuario, nos permitimos informarle que no va a poder seguir usando su teléfono CDMA porque esa tecnología va a ser reemplazada por una nueva, la GSM. ¿Y si compro la tarjeta SIM. “No se puede, son incompatibles.”] Como no lo podía aceptar; enojado me dirigí a las oficinas de la compañía de telefonía celular a pelear por mi teléfono viejo y... terminé comprando uno nuevo. En la revelación de Dios, Jesús es la nueva te(cn)ología. ¡Actualícese! 

Milton Acosta: Profesor de Antiguo Testamento en la Fundación Universitaria Seminario Bíblico de Colombia (www.unisbc.edu.co); Editor de Antiguo Testamento para el Comentario Bíblico Contemporáneo; M.A. Wheaton College Graduate School-- Ph.D. Trinity Evangelical Divinity School (Antiguo Testamento)-- macosta@unisbc.edu.co

Tomado de:

http://pidolapalabra1.blogspot.com/2010/04/ayunar-o-no-ayunar.html

http://pidolapalabra1.blogspot.com/2010/05/ayunar-o-no-ayunar-2.html

http://pidolapalabra1.blogspot.com/2010/11/ayunar-o-no-ayunar-3.html

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