En el artículo anterior comentamos sobre la crisis en la predicación y la enseñanza, en este trataremos sobre la falta de consagración. Si bien es cierto, que la predicación y la enseñanza ya no se enfocan en la Biblia, también es cierto que la manera de vivenciar el evangelio no se enfoca en la santidad y la piedad. En este mundo postmoderno, el evangelio se vivencia a partir de los resultados o de la forma como el creyente es o ha sido bendecido en lo material (Lo cual es falso), un enfoque basado en el hombre y no en Dios. Lo anterior ha traído como consecuencia que una gran cantidad de creyentes tengan vidas superficiales, desorientadas y ajenas totalmente al plan de Dios. Si bien es cierto que el que predica o enseña tiene culpa, el que recibe y escucha la predicación y no se percata, no investiga, no comprueba, es culpable también. Nos hemos acostumbrado a oír lo que nos gusta y para muchos eso es una zona de comodidad innegociable. “Me va bien, estoy bendecido y además Dios aprueba todo lo que hago, aleluya, que más quiero”, sin embargo esto es mentira. De la gran masa de gente que asiste a las Iglesias, muy pocos son hombres o mujeres de oración, de búsqueda, de ayuno, de vigilias, gente que les importe la voluntad de Dios para sus vidas, gente que se guarda del pecado, que guardan sus corazones de la avaricia, del egoísmo y muchas otras cosas. Diversos distractores están a la orden del día, Hay mucha oferta para desperdiciar el tiempo, y esta oferta nos invita al pecado. Se acusa a Facebook de propiciar el adulterio. Si bien es cierto es una red social donde se facilita conocer gente y demás, lo que está sucediendo demuestra es la crisis en la consagración, la falta de consagración que hay no solo al interior de los corazones de aquellos que han caído, sino también la crisis en la consagración que hay en la misma Iglesia a la que pertenecen. Hace unos 20 años, se veía a la gente haciendo planes para retiros de oración, para ayunar, para hacer vigilias. Estas actividades se hacían fuera de la Iglesia y muchas eran programadas por iniciativa de los mismos creyentes quienes informaban al pastor de la actividad. Era común también, encontrar 20 o más hermanos orando en la Iglesia a una hora determinada. Había sed de Dios. Hoy en día pensamos en otras cosas, programamos otro tipo de actividades (No digo que no se pueda), la vida se ha tornado mas social, con énfasis en el relax o el entretenimiento. La Iglesia necesita volver a la senda antigua, a la consagración, a rendir su corazón al Señor. La inmoralidad sexual en todas sus manifestaciones esta a la orden del día, el llamado es: “Consagremos nuestra vida al Señor”.
Dios les bendiga
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