Introducción:
“La curiosidad mató al gato” es una de las expresiones más
conocidas y es utilizada para indicar a alguien que no hay que saber más de lo
que se debe y no hay que traspasar ciertos límites.
Con ella se trata de hacer una analogía entre el ‘peligro’
y un ‘gato’, por ser este un animal que por su peculiar y
característica forma de ser suele meterse en cualquier rincón y es considerado
un animal que se expone a numerosos peligros y riesgos.
Pedro no murió por su curiosidad, pero vaya que
estuvo cerca a otro “Apártate de mí Satanás”.
Jesús en realidad se molestó por la curiosidad de
Pedro cuando este le indagó por el futuro del apóstol Juan.
Dos veces le dice: ¿A ti qué?
Creo que Jesús quiere comunicarle a Pedro lo
siguiente: Mis planes con Juan no son de tu incumbencia. El final de Juan no es
de tu incumbencia. Mi relación con Juan es privada. Las formas, las maneras en
que cada uno vive y desarrolla su fe no tienen que ser iguales a las mías.
“Quien anda curioseando, su vida
está descuidando”
1.
Exegesis:
1.1 Contexto
Este pasaje aparentemente no tiene contexto y
parecería ser un hecho aislado narrado por Juan al final de su libro, sin
embargo, el contexto es mucho más amplio de lo que se podría pensar. Los
discípulos estaban desorientados luego de la crucifixión de Jesús, sin embargo,
hay una palabra clave que conecta el pasaje anterior con el siguiente y es: “Sígueme”.
Al final del versículo 19 aparece “sígueme” en un tono
muy personal e individual y marca el final de la conversación privada que
tienen Jesús y Pedro. En el versículo 22, aparece la palabra “Sígueme”
acompañada del pronombre tú en relación a que el “sígueme” es un tema personal
e individual, a que la intimidad y la relación con Jesús es un tema privado y
que Pedro no tenia que preguntar que tuviera que ver con Juan ni con ningún
otro discípulo.
Otro detalle:
Pedro quizás estaba pensando en una cosa: A mí me
tuvieron que decir dos veces sígueme. Mateo 4:19. Jesús le dice a Simón y
Andrés “Síganme y los hare”. El primer sígueme es para ser formado, el segundo
sígueme es para el apostolado. Creo que Pedro también se preguntaba si Juan
había necesitado dos sígueme.
1.2 La
curiosidad
Ojo a los detalles.
El primero: El intento de Juan por meterse en la
cabeza de Pedro es magistral.
Juan pone en la mente de Pedro lo que posiblemente el
esta pensando en ese momento.
Lo primero que relata Juan es la mirada. Seguramente Jesús
y Juan hablaban al mismo tiempo que caminaban y la pregunta es: ¿Qué le estará
diciendo a el sobre su futuro?
Ese relato de Juan acerca de lo que Pedro pudo pensar
de su cercanía con Jesús pone a pensar un poco más. Quizás Juan pudo pensar que
Pedro aún tenía algún tipo de idea sobre alguna preferencia del maestro con él.
Recuerden que en la última cena Juan estaba sentado al lado de Jesús y Pedro le
dice que le pregunte quien lo iba a traicionar. Juan acerca como quien va a
contar un secreto y le pregunta. Sentarse al lado en esa época era sinónimo de
confianza y amistad sólida. (No estaban en una mesa, estaban sentados en el
piso). Dramatizar.
Pedro aprovecha la primera oportunidad para acercarse
a Jesús y decirle: ¿Señor, a mi me dijiste que yo iba a morir por ti, ese es mi
final y cual es el final de Juan?
La respuesta de Jesús es contundente: A ti te
concierne lo que tiene que ver contigo, lo de Juan y yo es privado. Si yo
quiero que el muera de viejo, ¿Cuál es tu problema?
Lo tremendo de todo esto es la exactitud del relato. A
Juan le era imposible saber que el iba a morir de viejo a menos que el Señor se
lo hubiera dicho. Y efectivamente Juan murió de viejo.
Para terminar con la exegesis. No se si Juan tenia
planeado terminar el libro con el relato de la conversación entre Pedro y Jesús.
Lo que si se es que su final es magistral.
Juan nos deja esta ultima lección y es posible que el intuyó que Pedro pudo pensar en algún momento que su error era justificado y que de alguna manera la conversación que el Señor había tenido con él le daba la razón.
1.3 La comparación
Volviendo al tema de Juan metiéndose en la cabeza de
Pedro. Creo que Juan escribe lo que cree que Pedro pudo haber estado pensando.
Juan creía muy seguramente que Pedro estaba comparando
la relación de Juan con el Señor con la suya.
Para Juan la relación con el Señor estaba basada en el
afecto. Para Pedro la relación con Dios estaba basada en el ímpetu.
Es posible que Pedro pensara: ¿Cuál es mejor? El hecho
de que Juan tenga una relación afectiva descalifica mi relación entusiasta e
impetuosa.
Tres finales que narra Juan en este
capítulo:
El final de Pedro.
Su propio final y su identidad como autor.
El final del libro. Es un final abierto. Sucedieron
muchas más cosas y sucederán muchas más cosas a través de los discípulos.
Resonancia:
¿Qué nos dice a nosotros hoy?
Lo primero es que la curiosidad no es aconsejable para
un cristiano. Por mucho que veamos no tenemos derecho a preguntar qué pasa o qué
pasará con mi hermano que también está siguiendo al Señor. El curioso
generalmente termina en chismoso.
1.
Jesús respeta la privacidad.
Tan es así, que se molestó cuando Pedro le pregunta
por Juan.
El Señor no divulga el futuro de Juan. Lo deja
entrever y deja claro que eso solo es potestad de Él.
Hoy tenemos una costumbre. Nos atrevemos a vaticinar
el futuro de los demás y hasta a veces mandamos a gente para el infierno.
Jesús no cede a la tentación de entrar en el rumor y
es que seguramente Pedro le pregunta a Jesús porque alguna información se filtró.
Preguntémonos: ¿Hemos caído en la tentación de
esparcir o de comunicar rumores?
Creo que Pedro pensó en algún momento: Ahí viene el
apártate de mi Satanás. Tal es la fuerza del a ti que raya en la indignación.
En otras palabras: Cuando invadimos la privacidad de
alguien, cuando entramos en el juego del rumor estamos provocando la
indignación del Señor.
Preguntémonos; ¿Sera que el Señor está indignado
conmigo por estar curioseando la vida ajena?
Recuerda: “Quien anda curioseando, su vida está
descuidando”
2.
Jesús no tiene preferencias.
Aunque creo que Pedro no fue tan impulsivo y
equivocado como antes de la caída, si pudo en algún momento pensar que la
conversación que tuvo con el Señor y la recuperación de la cercanía le daba
cierto derecho a preguntar por el futuro de Juan.
Jesús deja claro que lo que tenia que conversar con
Pedro ya estaba agotado. En otras palabras: No tengo nada más que hablar
contigo.
No creas que porque otra vez somos cercanos eso te da
derecho a preguntar por la vida de los demás. Eso solo te da derecho a
preguntar por tu propia vida.
Hoy tenemos la pretensión de que nuestra principal
función es llevar mensajes de parte de Dios a otras personas.
Hoy tenemos la pretensión de que nuestra principal
función es estar pendientes de la vida de los demás con el argumento de que
somos cercanos. Oramos, ayunamos, leemos la Biblia y nos congregamos. Creer que
la cercanía a Dios nos da derecha a ser supervisores de la congregación es una
mala concepción de nuestra relación con Dios.
El Señor no nombra ni tiene supervisores en la
iglesia. No eres el preferido, entendiendo la palabra como aquel que tiene
licencia para vigilar a los demás.
Juan nos deja esta última lección: Cuando Dios está
conversando conmigo, acerca de mí, no debo meter a nadie más en la conversación.
Recuerda: “Quien anda
curioseando, su vida está descuidando”
3.
Jesús no compara.
Aquí se puede presentar una confusión con el sígueme.
Hay una manera de vivir la vida cristiana y es de
acuerdo a los principios de reino.
La forma como nos relacionamos con Dios puede variar
de un discípulo a otro.
Para Jesús, Pedro y Juan eran valiosos
independientemente de la forma como se relacionarán con él.
¿Qué pasa hoy?
Pensamos que la forma de relacionarnos con Dios es
única. Pensamos que mi forma de relacionarme con Dios es la correcta. Quien no
se relaciona con Dios como lo hago yo, está mal. Para Jesús el importante eres
tú.
Para Jesús lo importante es que entiendas que tienes
dos llamados: Uno para ser formado y otro para servir.
Para Jesús lo importante es que enfoques en tu vida:
Vivir de acuerdo a los principios del reino.
Tu “Sígueme” es personal e intransferible.
Recuerda: “Quien anda
curioseando, su vida está descuidando”
“Si te andas comparando es posible
que mal estés caminando”.
Conclusión:
1. Deja la curiosidad. No seas metiche,
2. Deja la comparación. Cada que se relaciona con Dios de
manera diferente.
3. Deja la condenación. No juzgues a las personas de
acuerdo a lo que tú haces.
Tu “Sígueme” es único.
Recuerda: “Quien anda
curioseando, su vida está descuidando”
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