sábado, 23 de septiembre de 2017

El Banquete De Los Desprecios Lucas 14:15-24

INTRODUCCION:

A la parábola de la gran cena también podría llamársele el banquete de las excusas. A las disculpas que se dan con la intención de huir o evadir algo se les conoce como excusas. Son pretextos, justificaciones y evasivas que se usan en muchas ocasiones para quedar bien. Desde que se inventaron las excusas nadie queda mal, estamos acostumbrados a ellas. Siento llegar tarde, no he tenido tiempo, no puedo ir, etc. De tal manera que las excusas pueden poco a poco llegar a ser formas refinadas de mentir. En otras palabras, nos excusamos cuando las cosas no son de nuestro interés. Eso fue lo que paso con los invitados a esta boda.

La idea del banquete mesiánico era muy común en Israel. Era una imagen popular entre los judíos. Isaías 25:6-8. Bienaventurado el que coma pan en el Reino de Dios. Que privilegio poder participar del banquete escatológico del Reino de Dios. Eso significaba la presencia en la resurrección de los justos. En otras palabras, el banquete era sinónimo de la vida eterna. La excusa de Jesús para la parábola fue la declaración del judío: Bienaventurado el que coma pan en el Reino de Dios.

Exegesis:
I.                  
  El Despreciado. 15-20

En la Palestina de los tiempos de Jesús cuando se invitaba a alguien a una fiesta, se le decía la fecha con mucha anticipación más no la hora. Cuando llegaba el día fijado y todo estaba listo, el anfitrión enviaba a los siervos para que citaran a los invitados. De manera que aceptar la invitación por anticipado y luego rechazarla, el mismo día de la fiesta, constituía un insulto grave y una ofensa seria. Se presentan tres tipos de excusas distintas y absurdas al mismo tiempo. No había razón para rechazar la invitación. Eran excusas totalmente superficiales. El primero coloco los negocios por encima de la invitación. Había comprado un terreno y necesitaba ir a verlo fue lo que dijo. Les pregunto: Acaso alguien compra un terreno sin haberlo visto antes?. Como es que lo compra y luego lo va a ver?. Como va a inspeccionar un terreno de noche, a oscuras?. Por supuesto que la excusa era una mentira. El segundo, coloco al trabajo por encima de la invitación. Probar los bueyes a la hora de la cena?. No es mejor temprano en la mañana?. Otra excusa que es mentira. El recién casado puso como excusa la familia. (Dt 24:5).  No puedo dejar sola a mi mujer.

Que es lo que quiso decir Jesús con esta parábola: El problema no es haber comprado algo y tener que ir a verlo enseguida o probarlo o haberse casado. Lo que se reprueba en la parábola es que los invitados hayan puesto sus intereses personales por encima del deseo del anfitrión de verlos a todos sentados en su mesa. Da igual la excusa que pusieran, el verdadero problema es que ninguno tenía interés por participar en aquel banquete. Por eso despreciaron la invitación.

Ese desprecio estaba alimentado por dos cosas: La primera, los judíos creían que Dios era exclusivo, solo para ellos. Y la segunda, que al ser según ellos, respetuosos y seguidores de la ley tenían el cielo asegurado. Esto es lo que Jesús con contundencia combate.(Miren lo que paso con la visita de Francisco a Colombia).

Fíjense la secuencia: La primera invitación fue amplia pero exclusiva. Los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos no estaban incluidos. Indudablemente los invitados de la parábola eran los judíos incluidos en un grupo selecto. Los despreciados por la sociedad no estaban. Era una invitación discriminatoria.

La segunda invitación fue extendida a:

II.                  Los despreciados 21-23

Exegesis:

Ante la negativa de sus ingratos amigos, el anfitrión que ha sido despreciado, invita al banquete a los sectores más humildes de aquella sociedad. Pobres, mancos, cojos y ciegos, y lo hace con insistencia. Es totalmente comprensible que esas personas se resistieran a entrar. Había que convencerlos. Y esa fue la orden del Señor. Forzarlos y convencerlos no era cuestión de fuerza física era cuestión de amor. Invitados de baja condición tanto física como económica. Los judíos del primer grupo consideraban que este grupo estaba por debajo de ellos y que eran menos merecedores de la invitación. Sin embargo este grupo quería ser invitado.

Sin embargo hubo un problema, el grupo llego y quedaron muchos espacios en la mesa. Hubo una tercera invitación que abarcaba a los que no eran israelitas (Invitación universal). (23). El anfitrión quería la mesa ocupada. No quería ni una silla vacía. En este grupo estaban aquellos que los judíos despreciaban aún más.

III.                Los Primeros Invitados, Los Ultimos Despreciados 24

Qué paradoja!. Los primeros invitados son los primeros y únicos que van a quedar afuera. No van a probar bocado en el banquete.
El banquete no es solo para los judíos, es para toda la humanidad.

Comencemos a concluir la exegesis:

Jesús no está recalcando en la parábola que el Reino de Dios este cercano o que vaya a venir pronto, sino que existe la posibilidad hoy de tener acceso al banquete futuro. Este es el auténtico sentido de la invitación. Jesús comienza con el Reino de Dios y termina con el Reino de Cristo.

El Señor nos prepara la mesa todos los días.
Esta parábola se dirige directamente a los judíos, son los primeros invitados y pretende que ellos acepten la invitación y que no la rechacen. El quedar excluidos del banquete depende de la voluntad de los invitados. Dios no obliga a nadie a participar de su mesa por obligación. Sin embargo, todo aquel que se niegue hoy a seguirle y obedecer su palabra quedara definitivamente excluido del banquete. (Hechos 13:46). Nadie puede entrar al Reino de Dios sin una invitación suya. El ser humano no es capaz de salvarse por sí mismo, pero perderse solo depende de él.

Resonancias:

Que nos dice esta parábola a nosotros Hoy?

Hablemos del hombre de hoy.
El hombre de hoy es un hombre demasiado ocupado.
La demasiada actividad absorbe nuestro tiempo.
Se ocupa el tiempo en lo urgente y no en lo importante. Siempre hay cosas que resolver pero no hay tiempo para serenar el alma en la mesa del Señor.
El día a día es el tirano que nos domina.
En esta situación nos perdemos de lo que realmente importa.

Jesús marca en esta parábola la diferencia fundamental entre el banquete de Dios y los propios intereses del hombre. Por un lado la vida y sus afanes, por otro lado el banquete. 

No somos sabios en el manejo de la vida diaria y nos enredamos perdiéndonos el banquete.

La vida diaria llena de excusas al hombre de hoy para no hacer lo verdaderamente importante.

Y la Iglesia?:

Hoy la Iglesia se ha dejado influenciar por el estilo de vida basado en las demasiadas ocupaciones. De tal forma que las ocupaciones se han vuelto más importantes que la mesa del Señor. Que las actividades inclusive en la Iglesia se han vuelto más importantes que estar con Él.

Les invito a reflexionar en algo: En qué y cómo invertimos nuestro tiempo y qué lugar ocupa Dios en nuestra agenda.

Hoy priman más los intereses (Metas) personales que los intereses de Dios.
A que le estamos dando todo nuestro esfuerzo y empeño: Negocios, trabajo, vida social, a construir un nombre, a las actividades en la Iglesia (Agendas).

Nos hemos vuelto expertos en dar excusas, sin darnos cuenta que las excusas, incluyendo aquellas que nos damos a nosotros mismos nos alejan cada día mas de su mesa.

Creo que como Iglesia, tenemos hoy el mismo problema del pueblo judío. Podemos estar creyendo que Dios es exclusivo y que tenemos el puesto en la mesa seguro.

Esa creencia, ese pensamiento, alimentado por la actividad y la costumbre está produciendo en nosotros una falsa seguridad. La Iglesia ha bajado la guardia. Falta fervor, falta entusiasmo, falta entrega, falta consagración.

Creo que estamos llegando a límites peligrosos. Es posible que estemos llegando al extremo de despreciar la mesa. De despreciar al Señor que nos invita. Cada vez más con excusas más absurdas que las anteriores. La razón contundente para todo esto, es la falta de amor por el Señor. La falta de amor por Jesús nos llena de excusas, el amor hacia él nos quita todas las excusas.

Vamos a preguntarnos en este momento: Hace cuánto tiempo el Señor me está invitando a su mesa?. En qué cosas he invertido mi tiempo despreciando su invitación?. Sera que el Señor es el despreciado en mi vida?. Hace cuanto se me acabo el amor hacia El?. En este punto el pecado hace fiesta con nosotros, nos domina, nos controla y estamos a un paso de caer en un hoyo más profundo de aquel que el Señor nos sacó.
El Señor nos está diciendo: Vuelve a mi mesa. Hay un banquete esperándote.
Estar con él en la mesa día a día, nos alimenta, nos fortalece, nos permite crecer, nos da fuerzas para enfrentar la vida y sus afanes, nos ayuda a permanecer. Es un peligro alejarnos de su mesa.
David decía: Aderezas mesa delante de mí. Salmo 23. La hospitalidad del Señor para con nosotros es que siempre hay un lugar para nosotros en su mesa.

El primer paso es volver a la mesa.
El segundo es volvernos incluyentes.
El tercero es permanecer para estar.

En el contexto anterior, Jesús dice lo siguiente (Lucas 14:12-14):

“Cuando hagas una fiesta o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus otros familiares, ni a tus vecinos más ricos. Si haces eso, también ellos te invitarán a ti, y de esa manera te recompensarán por haberlos invitado. 13 En el futuro, cuando hagas una fiesta, invita a los pobres, a los tullidos, a los cojos y a los ciegos. 14 Ellos no podrán darte nada a cambio, pero Dios te bendecirá. Él te dará un premio cuando resuciten todos los que practican la justicia”.

El alejarnos de la mesa nos aleja de los necesitados.
El acercarnos a la mesa nos acerca a los excluidos.

El amor hacia Dios, ese amor que nos lleva a aceptar su invitación, tiene que desarrollarse amando al necesitado, al excluido. El desprecio al Señor se manifiesta en la indiferencia hacia los excluidos. Nunca juzguemos la condición de alguien. Detrás hay una historia. No han tenido las mismas oportunidades que nosotros.

Esos que vemos en la calle con cierta repulsión. Porque no hacemos evangelismo para ellos?. Porque no hacemos brigadas de alimentos para ellos?. Cuando hemos ido a las ollas a rescatar drogadictos?. La Iglesia nunca desarrollara un amor genuino por Dios si no lo practica con su prójimo.

Imagínese por un momento una gran mesa con cientos de sillas. El Señor sentado a un extremo de la mesa y usted y yo sentados al lado de ciegos, cojos, mancos, indigentes, mendigos y todos los desechados por la sociedad. Cual sería nuestra reacción?. Cual sería nuestra actitud?. Abandonaríamos la mesa? O dejaríamos la silla vacía. (Andrés Pastrana y las FARC - La imagen dice mucho).

El riesgo que se corre con todo esto, es el mismo que Jesús le advierte al pueblo Judío. Aquellos que fueron invitados un día y no aceptaron la invitación  no tienen entrada, no tienen más chance.

Aquellos que no son capaces de compartir mesa con los excluidos de este mundo no tienen chance.

Es posible que alguno de nosotros piense que eso no es así. Que es una exageración del predicador. Lo invito a leer la Parábola del Juicio a las Naciones. Mateo 25:31-46. Los cabritos no entran al Reino de los Cielos por su falta de amor al prójimo.

CONCLUSION:

Terminemos con algunas reflexiones:

Sera el Señor el despreciado de nuestra vida?.

Qué lugar ocupa Jesús en nuestra agenda?.

Sera que el Señor tiene que hacer grandes esfuerzos para que vayamos a su mesa?. Forzarnos para que nos encontremos con él?.

Hace cuanto el amor hacia Dios se apagó?.

Sera que los excluidos de este mundo son también despreciados por nosotros?.

Y donde está el amor hacia el prójimo?.

Recordemos: La entrada al banquete celestial depende de aceptar la invitación hoy. Es una invitación que cuesta la vida, que requiere de amor, de comunión, de rendición ante la palabra. Que vamos a hacer a partir de hoy?.


Su mesa está servida y Jesús está esperando.

Mateo El Sucio Marcos 2:13-17

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