lunes, 23 de abril de 2012

Encontrando Culpables Por Joaquin Madera

1º. Samuel 15.21 “Mas el pueblo tomó del botín ovejas y bueyes, lo mejor de las cosas dedicadas al anatema, para ofrecer sacrificio al Señor tu Dios  en Gilgal.”

Hay un libro secular llamado “La culpa es de la vaca”. Es un libro que trata sobre moralejas y reflexiones para vivir responsablemente la vida. Cuenta el libro que un investigador procuró conocer porque en Colombia se producían productos de cuero muy costosos y de mala calidad. Al preguntarle al fabricante respondió que era culpa de los que procesaban el cuero, estos a su vez dijeron que el cuero era malo porque los ganaderos marcaban mucho al ganado, estos al ser preguntados dijeron que la culpa era de la vaca porque se restregaban en los alambres para aliviar las picaduras de las garrapatas. La conclusión del investigador fue: En Colombia se producen productos de cuero de mala calidad, porque sus vacas son estúpidas.

Otro de los problemas del pecado es la tendencia de encontrar culpables y no reconocer nuestra propia culpa. Saúl, es un digno representante de esta clase de gente. Noten como responde, yo hice lo que se me mando, pero el pueblo es el culpable porque fue quien trajo de lo mejor del botín, pero a mí no me pareció mala idea porque fue para ofrecer sacrificios a Dios. ¡Qué poco conocimiento tenía Saúl del Señor! ¿Cómo aceptaría Dios sacrificios de ovejas y vacas de un enemigo visceral de él? Recuerden que Dios había determinado borrar la memoria de Amalec, porque había atacado a los más débiles y cansados de su pueblo que acababan de salir de los azotes de los Egipcios.

Este problema no era nuevo en Saúl, en el capitulo 13.11 tomó la decisión de ofrecer sacrificios a Dios, sin esperar al profeta Samuel. Cuando este le reclama porque lo hizo, le echo la culpa al propio profeta cuando le dijo: Tú estabas demorando mucho y además el pueblo me estaba dejando solo. En otras palabras le dijo, ustedes son los culpables.

Eso se parece mucho a nuestra realidad, porque el cae con una mujer dice: “ella me provocó”, el que pelea dice: “el me buscó, bien merecido lo tiene”, “le recordé a su madre, porque él me recordó la mía”.

Desde la caída Adán culpó a la mujer, esta culpó a la serpiente. Esa mala costumbre de encontrar culpables sigue viva en el quehacer humano. Pero los hijos del reino, somos una nueva creación. Estamos llamados a reconocer nuestra culpa delante de Dios, para que él nos perdone.

Si no lo hacemos vamos a ser desechados por Dios, ya que no lo necesitamos a él, porque no somos culpables de nada, porque Dios no puede justificar o perdonar a quien no es culpable.

Para pensar: ¿Cuáles fallas has tenido y se las cargaste a otro? En la historia del inicio la culpa la tuvo la pobre vaca, que no supo defenderse.

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