lunes, 22 de octubre de 2012

El Hablar Cristiano: Santiago 3

INTRODUCCION:

En este pasaje, el apóstol comienza hablando sobre el daño que puede hacer aquel que habla con jactancia y siendo más específicos, se refiere a los que se creen maestros o más sabios, sin embrago el aprovecha un problema o situación particular que se esta presentando en al iglesia para exponer una enseñanza de tipo general. Reflexionando un poco sobre el tema de la jactancia, podríamos decir que hoy en día esto es más que común. A diario nos encontramos con personas que alardean con jactancia hasta de la bendición que han recibido de Dios (Muchas veces hasta sin darse cuenta), se jactan de lo material, de los logros académicos, de su espiritualidad, de su prestigio, posición e inclusive hasta de su excelsa teología. En lo general el apóstol, diserta sobre como debe hablar un cristiano y una de las lecciones principales que deja este capitulo es la de ser autocríticos en cuanto a hablar se refiere. Cada uno de nosotros debe estar pendiente y ser cuidadoso de la manera en que habla a fin de corregir su manera de hablar. El que sabe hablar se conoce también porque calla antes de decir lo que no debe. La pregunta es: ¿Somos jactanciosos?, ¿Provocamos malestar en los demás por nuestra jactancia?, ¿Hablamos como corresponde?. Hablar como corresponde a un c cristiano no es manejar un lenguaje cristiano. . Stg 1:19: Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; es el mismo contexto de Stg 3. El pasaje responde a la pregunta: ¿Cómo habla el verdadero cristiano? Y la respuesta es con Sabiduría, humildad y madurez. Un judío convertido al Señor dijo una vez: La lengua aunque no tiene huesos rompe muchos huesos. El apóstol en este pasaje también nos advierte sobre el mal uso de la lengua. Cuidado: Tan mal se puede usar la lengua que el diablo engaño con ella a Adán y Eva metiendo en líos a toda la humanidad.

Vayamos al texto.

Encontramos tres cosas en el texto: Una amonestación y dos enseñanzas.

I. AMONESTA:

A no jactarse de ser sabios. A no hablar de manera ignorante.

Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo. Stg 3:1

Porque todos tropezamos de muchas maneras. Si alguno no tropieza en lo que dice, es un hombre perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. Stg 1:2.

Ahora bien, si ponemos el freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, dirigimos también todo su cuerpo. Stg 3:3

Mirad también las naves; aunque son tan grandes e impulsadas por fuertes vientos, son, sin embargo, dirigidas mediante un timón muy pequeño por donde la voluntad del piloto quiere. Stg 3:4

Exegesis:

En primer lugar, el Apóstol llama la atención sobre la jactancia, sobre creerse superiores a los demás y no solo creerse sino manifestarlo y dice el que se jacta esta mas expuesto no solo al juicio divino sino también al juicio humano, es decir, el que se jacta tendrá todas las miradas sobre el, en espera de que cometa un error para ser juzgado de una vez y sin misericordia alguna. Su jactancia lo hace victima de un juicio más severo. Muchos se querían autoproclamar maestros y con su actitud provocaban la división en las congregaciones.

En segundo lugar:

El apóstol no hace ver al jactancioso su error diciéndole que es inferior a los demás sino colocándolo al nivel de los demás.

En otras palabras, la jactancia no es un problema de ustedes nada más, es un problema que nos atañe a todos y todos estamos expuestos a fallar en este aspecto y no solo en este sino en muchos que involucran la forma como nos expresamos.

Si alguien ya aprendió a hablar sin errores en lo que dice es perfecto y esto es muestra de que puede tener dominio de todo lo demás, es decir, si usted y yo no pecamos con la lengua tampoco pecaremos con el resto del cuerpo. El que domina su lengua domina todo su ser.

En tercer lugar:

Dos palabras que nos invitan a reflexionar: Freno y timón.

El apóstol exhorta a ponerle freno a la lengua y a tener la voluntad para hacerlo. No podemos ser dominados por lo más pequeño.

El apóstol quiere decir que para controlar la lengua se necesita de esfuerzo, de voluntad, de trabajo, no es fácil hablar sabiamente.

Tenemos que ser conscientes de la necesidad de trabajar en el control de nuestra lengua.

Resonancia: ¿Qué nos dice este texto a nosotros hoy?

¿Que encontramos en la Iglesia del Siglo XXI?. Jactancia, jactancia y más jactancia. Algunos se jactan de lo espirituales que son, de las revelaciones que tienen, de la gran cantidad de gente que asiste a sus locales, de lo bendecidos que están económicamente, de la teología que saben, de lo bien que predican, de mantener la sana doctrina. ¿Qué pasa con nuestra espiritualidad?. Nadie evalúa el daño que puede hacer con lo que dice. Por ejemplo: Nos encontramos con un hermano que esta pasando por una crisis espiritual profunda y en vez de confortarlo y animarlo comenzamos a hablar de nuestra “espectacular vida espiritual”, nos encontramos con un hermano que esta sin empleo y en crisis económica y en vez de ayudarlo aun con recursos materiales lo que hacemos es comenzar a hablar de la nueva finca que compramos, del carro que vamos a estrenar, nos encontramos con un hermano en crisis matrimonial y en vez de escucharlo, comenzamos a hablar de nuestra tercerea luna de miel. Tenemos el habito pecaminoso de decir para o con el objetivo de mostrar nuestra superioridad y es mas esa superioridad queremos llevarla al plano de la bendición o de estar bien con Dios, partiendo del principio errado: “Si estoy bendecido es por que las cosas con Dios están bien”.

Ahora bien, otros también, estamos pendientes que que un hermano caiga o cometa un error para manifestar nuestra superioridad. Esto es inmadurez.

El apóstol con maestría en la comunicación, comienza de una situación de un grupo en particular y la lleva a una situación general, es decir, el problema de la jactancia no es de un grupo, es problema de toda la iglesia. Ojala mientras estamos compartiendo este mensaje usted no se lo esté aplicando a otro, este mensaje es para usted y para mi también.

El que domina la lengua, el que no peca con su lengua es capaz de dominar todas las demás tentaciones. Aclaro que no estamos hablando de aquellos que por su carácter son callados.

El mensaje de Santiago 3 nos dice hoy lo siguiente: “Para frenar y conducir la lengua necesitas trabajo, necesitas ejercitarte en su control”.

El freno a la lengua no es un milagro divino, el freno a la lengua se consigue obedeciendo el mandato divino de amar al prójimo. Si amas a tu prójimo no hablaras mal de él.

Para controlar la lengua es necesario trabajar, esforzarse y ser conscientes de nuestro problema.

Esforcémonos y trabajemos para así tener la capacidad de poner freno y conducir nuestras palabras. Es un ejercicio diario.

“Para aprender a hablar humildemente y con sabiduría primero hay que aprender a callar”.

II. ADVIERTE:

Del peligro de hablar sin sabiduría

Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!

Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida. Con la lengua el diablo engaño a Adán y Eva y tentó al mismo Señor.

Porque todo género de fieras y de aves, de reptiles y de animales marinos, se puede domar y ha sido domado por el género humano, pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal.

Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

¿Acaso una fuente por la misma abertura echa agua dulce y amarga?

¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce.

Stg 3:5-12

Exegesis:

El apóstol advierte sobre los peligros de no controlar la lengua.

- Cuanto molesta a los demás el que habla con jactancia. El que se da ínfulas, el que se cree mejor.

- Cuanto daño se puede hacer con lo que decimos (lengua perversa). Dice el apóstol que es comparable a la destrucción que causa una llama del infierno y tiene su origen en el mismo diablo.

- El hombre que domina su lengua es aquel que tiene un corazón transformado por Dios. El hombre que domina su lengua es aquel cuyo arrepentimiento ha sido sincero, se ha negado a si mismo, tomado su cruz y ahora es en verdadero discípulo de Cristo.

- Cuantos problemas podemos ocasionar con una palabra.

- Cuanta falsa espiritualidad se puede mostrar con la forma en que hablamos. Por un lado bendecimos y por las espaldas maldecimos.

- Bendecir a Dios (costumbre), olvidando el segundo mandamiento (amar al prójimo). Eso estaba pasando entre ellos.

- Según la enseñanza del NT, aun una maldición susurrada o un ademan airado hacia un prójimo es una contradicción de nuestra profesión cristiana. En los cristianos esto no debe ser así.

- Tal contradicción en la conducta es tan antinatural como inmoral.

- O hablamos bien o hablamos mal, o somos sabios al hablar o somos ignorantes al hablar. No hay término medio.

- Una lengua que se usa para hablar bien y mal a la vez, es una incoherencia total.

Resonancia: ¿Qué nos dice este texto a nosotros hoy?

Una cristiana del siglo XIX, llamada Beth Day, escribió este poema:

Hazlo Pasar

Antes de hablar, tres puertas de oro

Estrechas puertas estas. La primera “¿Es verdad?”.

Luego: “¿Es necesario?”: En tu mente

Contesta con verdad. Y la siguiente.

Ultima y la mas estrecha: “¿Es bondadoso?”

Y si para llegar al fin a tus labios.

Pasa atraves de estas puertas,

Entonces, puedes contarlo, sin temor

De cual el resultado pueda ser.

Creo que podríamos dejar hasta ahí el mensaje.

Donde se conoce un verdadero discípulo de Cristo: “En que ha crucificado su lengua”.

Es posible que aquí haya muchos que salen del servicio, de orar, de adorar y de escuchar el mensaje a la casa de hermanos a hablar mal de otros. Cuando hablamos mal de otro estamos hablando mal de nosotros mismos. Hacemos parte de un solo cuerpo que es la iglesia. Una mala palabra contra otro así sea en voz baja, así sea que nadie te escuche, un gesto o un ademan nos hace faltos de amor.

Un cristiano verdadero es sabio en su manera de hablar, nunca usa su sabiduría o cualquier cosa para hacer sentir su superioridad a los demás.

Si midiéramos el daño que podemos decir con nuestras palabras nos coseríamos la boca para no decir nada. Es el mismo infierno el que se desata cundo decimos lo que no debemos.

¿Somos cristianos verdaderos?. Respondamos esa pregunta haciendo la siguiente reflexión: ¿Le pongo freno a mi lengua?, ¿La conduzco a decir lo que debe?, o ¿Mi lengua es como un caballo desbocado?

Es tan tremendo esto que con nuestra manera de hablar podemos mostrar una espiritualidad que no tenemos. ¿Sera que esto ocurre hoy en las iglesias?.

Esta de moda bendecir a Dios y maldecir a los hombres. Hoy la gente ora para lograr venganza, para perjudicar a otros y mucho más.

Esa actitud no solo no es cristiana sino que es inmoral.

El hablar del cristiano es de una sola vía. No se concibe en la Biblia un cristiano que use la lengua para el bien y el mal, para bendecir y maldecir.

Para aprender a hablar humildemente y con sabiduría primero hay que aprender a callar.

Cuanta humildad hay en saber escuchar, en callar antes de decir algo que no esta bien.

III. ENSEÑA:

A hablar con sabiduría

Como es que habla el verdadero sabio. En otras palabras, la solución esta en hablar con sabiduría. Nadie puede domar la lengua, Dios si. (Mt 12:34-35, Mt 23:36). Cunado la vida interior esta limpia y dominada por el E.S, el habla del cristiano puede ser disciplinada de manera que sea agradable a Dios. La lengua por indisciplinada que sea, esta enjaulada en la boca, y Dios puede dar gracia para cerrar la jaula cuando sea necesario.

¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Que muestre por su buena conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría.

Pero si tenéis celos amargos y ambición personal en vuestro corazón, no seáis arrogantes y así mintáis contra la verdad.

Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino que es terrenal, natural (esta sujeta a los deseos de la carne), diabólica.

Porque donde hay celos y ambición personal, allí hay confusión y toda cosa mala.

Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía.

Y la semilla cuyo fruto es la justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz.

Stg 3:13-18

Exegesis:

- El sabio se conoce por su conducta sobria y mansa. El sabio no produce conflictos mas bien los evita.

- El que dice ser sabio pero siempre esta compitiendo con los demás a ver quien es el mejor es un sabio de mentiras.

- La sabiduría que creemos tener y que produce jactancia y arrogancia, es falsa, proviene de nuestra inmadurez, es sinónimo de escasa espiritualidad y es aprovechada por el diablo para destruir.

- Donde hay competencia hay conflicto, murmuración, chisme. Todo por querer disminuir a los demás y sentirnos superiores.

- La verdadera sabiduría es:

- Dos rasgos internos

- Pura: Producto de un corazón arrepentido. Es sinceridad y transparencia al hablar. No hay nada oculto, ni dobles intenciones. Proverbios 8:6: Oíd, porque hablaré cosas excelentes, y abriré mis labios para cosas rectas.

- Pacifica: Se entiende como el estado interior del corazón del que habla. Si hay paz, tranquilidad, serenidad y sosiego en el corazón, la persona no va a tener problemas con lo que dice. Si en el corazón hay confusión, tormenta y turbación esa persona va a tener problemas con lo que dice.

- Cinco Externos

- Amable: El significado aquí es equidad. Habla de la justicia natural que debe tener el hombre. El habla del sabio no muestra preferencias de trato. El trato verbal e inclusive su tonalidad debe manifestar que su actitud es la misma para cualquiera que sea el prójimo que tenga enfrente.

- Condescendiente: Gentileza. El sabio se cuida de ofender y de dañar con sus palabras. Sabe decir las cosas aunque estas confronten y exhorten a otros.

- Misericordiosa: El sabio cuando habla, tiene de antemano una comprensión de lo que esta sucediendo con la persona que tiene enfrente, se pone en los zapatos de su interlocutor. Eso hace que hable de manera correcta.

- Sincera: Sin incertidumbre. El sabio comunica de tal forma que no hay dudas de lo que esta diciendo. No hay ambigüedades en sus palabras. Es integro al hablar.

- Justa: Sin Hipocresía. Digo las cosas de acuerdo a lo que soy en mi corazón. Mis palabras reflejan lo que soy. No le muestro a mis hermanos y prójimo lo que no soy.

- Son 7 características la que distinguen al sabio.

- El resultado de la sabiduría es un hablar humilde.

- El apóstol define la manera de hablar haciendo una analogía con la definición de Pablo del fruto del Es. En otras palabras la manera de hablar es un reflejo del fruto del ES en nuestra vida.

Resonancia: ¿Qué nos dice este texto a nosotros hoy?

El que habla como no debe, el que usa la lengua para hablar mal, para maldecir y para calumniar esta reflejando un problema interior Hay problemas y serios en su corazón.

El apóstol habla de dos cosas: Celos y ambición. Estos llevan a la arrogancia, la soberbia y la mentira.

Muchas veces podemos aparentar buenas intenciones en lo que decimos pero en realidad la motivación es la soberbia, el querer ser más que el otro, el querer tener más poder que el otro, en ser más importante que otro. Esas motivaciones me llevan al orgullo que se manifiesta en querer imponerme a como de lugar. La base de toda esta actitud es la mentira. Eso es muestra de total inmadurez. El apóstol vuelve a decir que esta actitud es totalmente diabólica y no es precisamente por que la persona este endemoniada sino por el efecto que este tipo de actitudes produce en la iglesia. Daños devastadores.

Vamos a mirar cada aspecto del hablar con sabiduría como si tuviéramos un termómetro en la mano y con solo colocarlo con debajo de la lengua este nos dijera el grado de cada aspecto. Tomemos los 35 grados como medida excelente. Si usted al colocarse el termómetro tiene mas de 35 algo anda mal. Evaluémonos nosotros mismos.

En un mundo que se ha acostumbrado a mentir, a ser deshonesto, a no ser transparente, el llamado es a ser puros comenzando desde nuestra manera de hablar. ¿Qué tan sinceros y transparentes somos?. ¿Cuánto marca el termómetro?.

En un mundo donde hay turbación, confusión, violencia en los corazones, el llamado es a la serenidad, al sosiego, a la tranquilidad y a la paz en el corazón. Proverbios 15:4 La lengua apacible es árbol de vida; Mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu. ¿Qué dice el termómetro?.

En un mundo acostumbrado a la adulación, a sobar chaqueta, a la lamboneria para conseguir de otras personas lo que se quiere y acostumbrado a tratar mal a aquellos de los cuales no podemos tener beneficios, el llamado es a ser amables, equitativos. ¿Cuánto marca el termómetro?.

En un mundo donde la costumbre es ofender y maltratar con las palabras es frecuente y entre mas daños se haga con la lengua es mejor, el llamado es a ser gentiles, a cuidarnos de ofender, a ser delicados y a aprender a comunicar para construir. Con razón lo decía Salomón, en Proverbios 12:18 Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; Mas la lengua de los sabios es medicina. ¿Cuántos grados tenemos?.

En un mundo donde la jactancia es común y donde juzgamos y condenamos tan fácilmente como comer, el llamado es a ser misericordiosos, a comprender las complejidades del ser humano, a ponernos en los zapatos del otro. ¿Tenemos fiebre o todo esta normal?.

En un mundo lleno de apariencias e hipocresía, el llamado es a mostrarnos tal como somos, a no hablar para sostener apariencias sino a hablar para mostrar realidades. ¿Esta todo bien?.

En este ultimo punto: ¿Por qué no nos mostramos tal como somos?. Por temor a lo que digan de nosotros. Porque no hay una iglesia madura que nos ayude sino una iglesia inmadura que nos condena.

¿Cuánto dio el promedio?. ¿Tenemos fiebre, estamos enfermos? o todo esta bien.

CONCLUSION:

En resumen:

La Escritura nos amonesta a no hablar con jactancia y nos muestra que es un pecado que todos cometemos. La Escritura nos advierte sobre la necesidad de controlar y dominar la lengua y por ultimo nos enseña como debe ser nuestro hablar. Seamos humildes ante la palabra y comencemos a cambiar nuestra manera de hablar.

Jesús dijo: De la abundancia del corazón habla la boca. Mateo 12:34. ¿Mis palabras muestran la bondad o la maldad que hay en mi corazón?.

Que hacer:

En primer lugar, evaluar constantemente lo que decimos. Reflexionar sobre nuestras conversaciones. La evaluación continua nos permitirá corregir.

En segundo lugar, trabajar con dedicación y esfuerzo para cambiar nuestra manera de hablar. Si somos capaces de dominar la lengua seremos capaces de dominar todo el cuerpo.

En tercer lugar, desarrollar atraves de la práctica y el ejercicio continuo la sabiduría para hablar.

Termino con una historia publicada en un número de selecciones de readers digest (Tomada de obrero fiel):

Cuenta que una mujer se quejó con su vecino por el mal servicio que le habían dado en una farmacia cercana, pensando en que él transmitiría su mensaje al dueño de la farmacia. La siguiente ocasión en que la mujer pasó a la farmacia, el dueño la saludó calurosamente, y le expresó lo mucho que agradecía su preferencia y de inmediato le despacho la receta. El hombre dijo, además, que si él podía hacer algo por su familia, ella sólo debía llamarlo, aunque no fuera en horas hábiles. La mujer comentó con el vecino como le habían atendido de bien esta vez, diciéndole: “Gracias por decirle al señor de la farmacia lo insatisfecha que estaba con el servicio ¡Funcionó muy bien!” “Bueno – respondió su vecino – en realidad yo no hice eso” aclaró al momento su amigo, “en vez de ello, le dije que había quedado usted muy impresionada con la forma en que él había desarrollado su negocio, y que a usted le parecía que la suya era una de las farmacias que mejor atención tenia de todas las que había conocido”.

Sin más,

Dios les bendiga

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