lunes, 24 de marzo de 2014

La Codicia (En El Lugar Equivocado) Santiago 4:1-12



La codicia divide, me aleja del Señor y me engaña a mi mismo.

El codicioso está en el lugar equivocado, su lugar es el mundo no la Iglesia.

Introducción:

La codicia se entiende como un deseo excesivo de dinero, poder o riquezas. Este era entonces el origen de los conflictos en la comunidad. Y es que, el codicioso, al mirar al otro como su competencia y al mismo tiempo querer tener o alcanzar lo que el otro tiene y no como alguien a quien servir, hace imposible la vida en comunidad. El codicioso tiene la terrible tendencia de querer ejercer dominio sobre los demás, es por eso que  la codicia no solo hace imposible la relación con el otro, sino que pervierte la espiritualidad, rompiéndose así la relación con Dios.

La codicia no es otra cosa que la evidencia de los infelices que somos con nuestras vidas, por eso siempre estamos deseando alcanzar lo que otros ya han alcanzado. Al codicioso nada lo satisface.

¿Cuántos han matado por una herencia, cuantos han matado por un cargo, por una mujer?. La famosa frase del hombre que le dice a una mujer: “Si no eres para mí no eres para nadie”, es un ejemplo de codicia.

I.             DIVIDE. 4:1-2ª.

De dónde vienen las guerras y los conflictos[a] entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones[b] que combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís[c] y hacéis guerra.

El texto nos dice claramente que el origen de los conflictos en la Iglesia o comunidad a la que Santiago le escribe es la codicia.

La codicia producto de la inmadurez de la comunidad, Producto de la falta de bases sólidas en el evangelio. Santiago viene manejando en los anteriores tres capítulos el tema de la religiosidad y precisamente es la religiosidad la que conduce a este tipo de actitudes. El escritor de hebreos lo resume así:

11 Acerca de esto[f] tenemos mucho que decir, y es difícil de explicar, puesto que os habéis hecho tardos para oír. 12 Pues aunque ya[g] debierais ser maestros, otra vez tenéis necesidad de que alguien os enseñe los principios elementales[h] de los oráculos de Dios, y habéis llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido. 13 Porque todo el que toma sólo leche, no está acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño. 14 Pero el alimento sólido es para los adultos[i], los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal. (Hebreos 5:11-14)

Hay una comunidad que está guiada por los sentidos, es pasional, envidiosa, deseosa de lo que tienen los demás. Lo anterior hace que la vida en comunidad sea un constante campo de batalla.

Resonancia:

¿Sera que esto se da en la Iglesia de Hoy?

¿Sera que le deseo excesivo de poder, de dinero, de prestigio, de posición, existe en la iglesia de hoy?

Estos dos interrogantes los podemos responder con tres preguntas: ¿Cuántas guerras o rumores de guerras hay o se oyen en la comunidad?, ¿Qué tan unida es la comunidad?, ¿Qué tanta murmuración e intriga hay en la comunidad?.

Si una persona codiciosa, pasional y guiada por las emociones está en la Iglesia, está en el lugar equivocado.

II.           ALEJA. 4:2b-10

No tenéis, porque no pedís. 3 Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos[d], para gastarlo en vuestros placeres. 4 ¡Oh almas adúlteras[e]! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad hacia Dios? Por tanto, el que quiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. 5 ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El celosamente anhela[f] el Espíritu que ha hecho morar en nosotros[g]? 6 Pero El da mayor gracia. Por eso dice: DIOS RESISTE A LOS SOBERBIOS PERO DA GRACIA A LOS HUMILDES. 7 Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros. 8 Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo[h], purificad vuestros corazones. 9 Afligíos, lamentad y llorad; que vuestra risa se torne en llanto[i] y vuestro gozo en tristeza. 10 Humillaos en la presencia del Señor y Él os exaltará.

La iglesia crece y madura atraves del servicio. La codicia impide que sirvamos a los demás. Es lo opuesto a la voluntad de Dios para nosotros, Es lo contrario al evangelio.

El codicioso tiene una visión individualista de la vida. Pide para EL  para sus fines personales, no piensa en los demás.

La Escritura califica al codicioso como amigo del mundo porque actúa como actúa la gente del mundo, como la gente no cristiana. Lo anterior es aplicable a todos los aspectos de la vida. En la medida en que actuemos como el mundo actúa seremos amigos del mundo. En contrate cuando actuamos de acuerdo a la Palabra de Dios nos constituimos en amigos de Dios. El que actua conforme a los criterios del mundo automáticamente se vuelve en enemigo de Dios.

Cuando Dios ve que estamos actuando de acuerdo a los criterios del mundo nos cela. El vivir de acuerdo a los patrones mundanos compromete la fe de su pueblo y es darle la espalda a un Dios amante. El celo de Dios es un reclamo legítimo de fidelidad. Su amor por nosotros hace que nos hable fuerte.

Y dice: “Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”. La codicia es producto de la soberbia, la soberbia se manifiesta por la actitud de competencia continua con los demás.

En este estado es imposible servir a los demás.

La solución que Dios plantea es en primer lugar: Someterse a Él y resistid al diablo, es decir, obedecer su palabra y actuar como Él dice y no actuar como actúan los del mundo, a lo que define como un actuar diabólico, en segundo lugar arrepentirse de verdad humillándose ante El para matar la codicia.

La solución es rendirse ante el amor de Dios y serle fiel.

Resonancia:

Dios no concibe cristianos aislados ni individualistas.

Dios no concibe cristianos que no sirvan al prójimo y sus hermanos.

Dios no concibe cristianos que actúen de acuerdo a los patrones mundanos.

Dios reclama fidelidad de su pueblo.

¿Qué está pasando en la Iglesia de hoy?

¿La Iglesia de Hoy es una Iglesia que vive en comunidad?, ¿Qué está 
pendiente de las necesidades de los hermanos?, ¿Qué no le importa si el otro tiene o no tiene?. 

¿La Iglesia de hoy es una iglesia que se destaca por servir?, 

¿La Iglesia de hoy es una Iglesia que se destaca por vivir de acuerdo a la Palabra?, ¿La Iglesia de hoy es una iglesia fiel a Dios?, ¿La iglesia de hoy es una iglesia madura y que cada día crece en el Señor o es una Iglesia superficial?.

Si no hay una ruptura total con la manera de actuar del mundo, no puede existir una iglesia madura. Ejemplo: Cuando nos hacemos participes del chisme, de la murmuración, de la intriga, estamos siendo amigos del mundo y enemigos de Dios.

Si no hemos roto con los patrones mundanos estamos en el lugar equivocado.

III.          ENGAÑA.

11 Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres cumplidor de la ley, sino juez de ella. 12 Sólo hay un dador de la ley y juez, que es poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?.

La codicia engaña a la persona porque lo hace creer que es superior. Habla mal de otros o establece juicios con el fin de rebajarlos y hacerlos ver inferiores a El. Esta es una actitud con el ánimo de dañar y muestra la total ausencia del amor. La otra situación es que el saberme inferior intente dañar a otros para rebajarlos a un nivel inferior al mío.

La única forma de contrarrestar la codicia es frenando la lengua. Si somos conscientes de nuestro problema de codicia una de las cosas que primero debemos hacer es disciplinar nuestra lengua.

Los juicios del codicioso no tienen fundamento alguno y están basados en percepciones equivocadas de las personas. El codicioso las acomoda para hacer quedar mal a otros.

La prerrogativa de juzgar es del Señor. El dio la ley y Él es el juez.

Cuando asumimos la actitud de jueces estamos usurpando el lugar de Dios y si es con malas intenciones mucho peor.

Por eso Santiago dice: ¿Quién eres tú?.

Resonancia:

Es posible que muchos de nosotros hayamos caído en la tentación de juzgar a otros con ánimo de afectar su imagen. ¿Creen ustedes que en la iglesia de hoy se presenta esto?.

¿Nos hemos sentido inferiores y por eso hemos intentado dañar la imagen de alguien?

¿Soy consciente de mi problema de codicia?

¿Tengo la costumbre de establecer juicios sin conocer a las personas?.

¿Quién soy yo?

Conclusión:

¿Qué hacer si tengo este problema?
1.    
    Entender que la codicia no tiene lugar en el evangelio.

2.   Entender que el evangelio es la práctica de los principios del reino.

3.   Entender que hasta ahora he sido un religioso (codicioso) mas no un cristiano.

4.   Si he estado actuando como el mundo actúa, (con codicia)  reconocer que he estado siendo amigo del mundo y enemigo de Dios.

5.   Arrepentirme.

6.   Comenzar de actuar de acuerdo a la Palabra para ser amigo de Dios alejado de la codicia.

7.   Practicar.

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