lunes, 24 de agosto de 2009

Judas Iscariote: El Amor Al Dinero

Si se lee el Evangelio de Lucas (22:5-6) se sabe que los Sumos Sacerdotes que andaban buscando cómo desaparecer a Jesús y los jefes de la guardia quedaron en darle dinero a Judas por entregar al Maestro y Judas aceptó y buscaba la oportunidad para entregarle sin que la gente se diera cuenta. Según Lucas, Judas respondió en esta forma a la presencia de Satanás. Pero si solamente se lee a Lucas no se saben los antecedentes.

Si se leen los otros Evangelios sinópticos, aparece un episodio previo: la unción en Betania (Marcos 14:3-9). Una mujer virtió perfume muy fino sobre la cabeza de Jesús y se oyeron protestas por el despilfarro: "el perfume valía más de 300 denarios que podrían haberse dado a los pobres". Jesús respondió enfático: la mujer estaba embalsamándole para su sepultura. ¿Por qué? Porque los Sumos Sacerdotes y los ancianos del pueblo se habían reunido muy recientemente en el palacio de Caifás y habían resuelto matarlo (Mateo 26:3-4).

El Evangelio de Mateo (26:8), aclara que las protestas por el costo del perfume venían de los propios discípulos de Jesús. Pero el Evangelio de Juan (12:4-5) aclara que las protestas venían de uno de ellos en particular, de Judas Iscariote. Solamente el Evangelio del discípulo amado aclara la real motivación de Judas Iscariote: "No dijo esto porque se interesara por los pobres sino porque era ladrón y, como tenía a su cargo la bolsa del dinero, se robaba lo que echaban en ella." (Juan 12:6).

Esta aclaración del Evangelio de Juan rompe con cualquier especulación sobre los motivos de Judas Iscariote para traicionar a Jesús. Alguna películas han especulado sobre esto, pero la realidad es revelada por la Escritura: Judas era el tesorero y se robaba la plata. La traición no comenzó el día que el Iscariote fue a hablar con los Sumos Sacerdotes, ya operaba desde mucho antes. la traición de Judas fue desde el comienzo y hasta el final el amor al dinero, cuyo caudal esperaba aumentar en la medida en que Jesús lograra recaudar mayores donaciones y tal vez hasta instaurar su reino.

Judas Iscariote se sintió desconcertado por la irónica respuesta de Jesús, quien declaró que la mujer, María la hermana de Lázaro, estaba atendiendo a la víctima de la decisión de matarlo, tomada días antes por el Sanedrín o Consejo (Juan 11:47-54). Jesús le dijo: "Dejadla; ¿por qué la molestáis? Ha hecho una buena obra conmigo; porque siempre tenéis los pobres con vosotros, y cuando queráis les podéis hacer bien; mas á mí no siempre me tenéis. Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado á embalsamar mi cuerpo para el sepelio." (Marcos 14: 6-7)

Esta respuesta significaba por una parte que si efectivamente mataban al Maestro, su tesorero ya no podría seguir robándose el dinero recaudado por él y sus seguidores, para los pobres. Pero por otra parte, la ironía de Jesús hacía sentir al ladrón que tal vez estaba descubierto: "Cuando queráis les podéis hacer bien" o como quien dice, si no les están haciendo bien es porque no quieren, tal vez ¿será porque se roban la plata recaudada? Al contrario de aquel no quería ayudar a los pobres porque les robaba, la mujer "hizo lo que pudo" o "actuó con lo que tenía" (como tal vez sería mejor traducir). Judas Iscariote en vez de hacer lo que podía con la bolsa recaudada, se la robaba.

En vez de varias traducciones que sentencian "siempre tendréis pobres" (en futuro), Jesús dijo "siempre tenéis pobres". Esto agudiza la ironía, porque enlaza la realidad de la presencia permanente de los pobres con la maldad de no querer hacerles bien. Enlaza los robos como el de Judas con la persistencia de la pobreza. Mientras ciertos políticos y gobernantes se roben la plata de los pobres siempre tendremos pobres, mientras los ricos exploten a los pobres siempre tendremos pobres, mientras haya traidores a Jesucristo siempre tendremos pobres.

No afirmó Jesús tampoco "no siempre me tendréis" sino "no siempre me tenéis" (presente). En ese momento lo tenían, el era el pobre presente, la víctima presente, con la que había que hacer la buena obra y la mujer la hizo con lo que tenía. Ya no lo tendrían por un tiempo, pero poco después lo volverían a ver (Juan 16:16). Sin embargo ni Judas Iscariote ni los que aman al dinero ni su mundo podrían después ver a Jesús (Juan 14:19, Mateo 25:42-45).

Buena noticia: No tendremos siempre pobres. Los tenemos a nuestro lado siempre porque nuestar sociedad ama el dinero, como Judas. En una sociedad pecadora siempre habrá pobres. Una sociedad pecadora siempre matará a Cristo. Pero para siempre tendremos a Jesucristo, porque resucitó de entre los muertos el que trajo la buena noticia a los pobres, veámosle.

Mala noticia para el que se robaba el dinero de los pobres. Judas Iscariote actuó como amante del dinero. Satanás entró en él. Fue por las treinta monedas, que era el último negocio que podía hacer por haber pertenecido al grupo de Jesús, la última utilidad económica que podía sacarle a su cristianismo. Y como hemos visto no fue la primera y no fueron solo las últimas 30 monedas lo que Judas se ganó por traicionar a Jesús.

Judas Iscariote pensaba que la piedad es un negocio y por eso traicionó a Jesucristo. "Los que quieren enriquecerse, caen en tentación y lazo, y en muchas codicias locas y dañosas, que hunden á los hombres en perdición y muerte. Porque la raíz de todos los males es el amor del dinero, el cual codiciando algunos, se descaminaron de la fe y se causaron a sí mismos muchas penas" (1 Timoteo 6:9-10). Judas Iscariote se ahorcó (Mateo 27:5) y "se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron". (Hechos 1:18).
JOSÉ DE ARIMATEA: EL AMOR A DIOS

Pero si en el grupo de los discípulos había un traidor que amaba el dinero, en el otro extremo, en el Sanedrín, en el Consejo de dignatarios judíos había un hombre que amaba a Dios. Era José de Arimatea, quien tuvo el valor de pedir a Pilato que le entregara el curpo de Jesús para sepultarlo (Marcos 15:43) porque este José era bueno y justo y esperaba el Reino Dios (Lucas 23:50).

Este disidente del Sanedrín era "un hombre rico", pero no amaba el dinero, porque "se había hecho discípulo de Jesús" (Mateo 27:57). Con su valor, arriesgando su puesto en el Sanedrín y su riqueza, demostró que amaba a Dios y no al dinero (Mateo 6:24). Así cumplió con Cristo lo dicho por Isaías (53:9): "Y se dispuso con los injustos su sepultura y con los ricos fué en su tumba, aunque nunca hizo atropello, ni hubo engaño en su boca".

El valor y desprendimiento de José de Arimatea se había demostrado ya, cuando no votó la condena de Jesús con el resto del Sanedrín (Lucas 23:51). Al tanto de la decisión no solamente Jesús sino sus discípulos decidieron ocultarse y los alos dignatarios debieron buscar un delator para capturar a Cristo (Juan 11:54,57). Si Judas Iscariote buscó entregar al Maestro sin que la gente se diera cuenta, José de Arimatea era discípulo de Jesúcristo sin que sus enemigos se dieran cuenta.

Así, el Evagelio de Juan (19:38) nos cuenta que José de Arimatea aunque era discípulo de Jesús, lo era "en secreto", pero no se ocultó cuando murió Jesús ni se amilanó cuando se requirió su opinión justa y actuó sin pretender conservar su elevada posición humana. Como la María hermana de Lázaro, hizo lo que pudo por el sepelio del Maestro, por honrar su sacrificio, por la víctima. Y a él se pueden aplicar también las palabras que Jesús dijo de ella: "donde quiera que fuere proclamada esta Buena Noticia, en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella" (Marcos 14:9).



http://www.gratisweb.com/jubileo_dosmil/iscariote.htm

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