domingo, 28 de noviembre de 2010

La Predicación Narrativa

La Predicación Narrativa es un tipo nuevo de homilética al que le debemos prestar atención. Comencemos por definir: ¿Qué es la narrativa? Narrativa significa contar historias. A diferencia de la predicación argumentativa tradicional de puntos, la predicación narrativa utiliza la historia y la cuenta tal como sucedió, teniendo en cuenta los mínimos detalles sin que estos nos desvíen del tema principal. Los detalles adornan la historia y nos ayudan a mantener la atención de la Iglesia. Es de observar que se pueden incluir otras historias o historias paralelas dentro de la predicación pero siempre volviendo al tema principal. Manejar varias historias dentro de la predicación requiere de mayor destreza y manejo de este tipo de homiletica. Para narrar la historia podemos hacerlo en primera o tercera persona. La primera persona, requiere de la realización de un monologo en donde el predicador haga la caracterización del personaje principal de la historia y la cuente como si él fuera el protagonista. En tercera persona es, cuando nosotros contamos la historia conociendo los elementos íntimos de la misma. Aquí hay que tener en cuenta, la parte hermenéutica. Debe hacerse previamente un muy buen trabajo de interpretación del texto bíblico y en los puntos clave de la Historia realizar las aplicaciones del caso. Un ejemplo de narración en primera persona puede ser el siguiente: “Hola yo soy Jacob y mi historia es la siguiente, me toco trabajar 14 años por dos mujeres y fui engañado por mi suegro, en todo este proceso………”. Es como predicar autobiográficamente.

Para este tipo de predicación hay que utilizar la imaginación de lo que podría haber tenido en sus pensamientos el personaje cuando actuó así. Hay que prestar mucha atención a todas las dinámicas entre los personajes en el texto bíblico.

La Predicación Narrativa no utiliza puntos como primero, segundo y tercero. Sólo fluye con las historias dejando la audiencia a participar para hacer sus propias aplicaciones (Aunque es conveniente que el predicador las haga). La Predicación Narrativa deja abierta la puerta para la conclusión y aplicación a la Iglesia.

La predicación narrativa parece como la novela o el drama o la película. El desarrollo es un comienzo como tesis, la explicación de los problemas y entonces viene la crisis. Los problemas se conviertan en conflictos y crisis como la peor antítesis, luego la Iglesia ha de encontrar una solución como la síntesis, basándose en el texto bíblico narrado.

Jesús fue un narrador en la mayor parte de los evangelios.

Lo más importante para la predicación narrativa es crear una crisis o conflicto para encontrar la solución, empezando por los problemas o necesidades.

Las historias tienen una ventaja dentro de la predicación narrativa y es que el oyente se involucra en ella así no haya vivido nada parecido. ¿Por qué?. Porque aunque no haya vivido la experiencia del personaje seguramente la ha visto. Precisamente el elemento que hace la diferencia en la predicación narrativa es la dosis de realidad que se le imprime a la predicación contando la historia. La inclusión de los sentimientos más hondos que pueden reflejar algunas acciones concretas y simples, casi inadvertidas, las emociones, reacciones y actitudes del personaje bíblico atrapan al oyente durante el mensaje debido a que se identifica y se siente parte de su realidad. En todo esto no hay que olvidar que el mensaje debe tener un contenido bíblico impecable. El mensaje de la Palabra de Dios debe estar inmerso y presente en toda la narración de tal manera que a la Iglesia le quede claro lo que el predicador ha querido comunicar.

En la predicación narrativa proclamamos una historia compartida donde se entrelazan la historia bíblica, la historia de la Iglesia, la historia personal de quien predica y la historia personal de cada oyente.

Consejos para realizar un sermón narrativo

El sermón narrativo es un tipo de predicación muy sencilla que apela a todos. Tanto grandes como chicos se involucran en la historia, prestándole más atención al sermón. Sin embargo, el diseño de sermones narrativos puede ser muy difícil, especialmente para aquellas personas que no están acostumbradas a prepararlos. A continuación presentamos doce consejos prácticos que podrán ayudarle a diseñar este tipo de sermones.

1. Apréndase bien la historia: El primer paso para predicar un sermón narrativo en forma efectiva es aprender la historia que vamos a narrar. Para lograr este objetivo podemos seguir el siguiente método. Primero, lea la historia varias veces. Segundo, encuentre las secciones principales de la historia (marco escénico, trama, punto culminante y desenlace) e identifique sus episodios más importantes. Tercero, identifique cada sección por medio de una palabra clave. Cuarto, haga un corto bosquejo siguiendo las palabras claves. Finalmente, memorice el bosquejo.

2. Identifique a los personajes de la narración: Recuerde que una historia puede tener hasta tres tipos de personajes. Las «sombras» son los personajes que apenas se mencionan en la historia. Estos, más que personajes, son parte del trasfondo de la historia. Los «tipos» son los personajes que representan a una clase de persona o a un grupo social. Es común que los «tipos» carezcan de nombre, por lo cual se les denomina por sus profesiones (un fariseo, un sacerdote, etc.). Muchos personajes secundarios pertenecen a esta clasificación. Los «caracteres» son aquellos personajes que se desarrollan a plenitud. En unión a la profesión que puedan tener, también tienen características personales que les distinguen. La mayor parte de los personajes principales de las historias son «caracteres».

3. Estudie el contexto social, político e histórico del texto bíblico: El conocimiento del contexto de la Biblia no sólo puede darle más vida a la historia sino que puede ayudarle a relacionar la narración con la vida diaria de su congregación. Por ejemplo, en Israel las mujeres no podían hablar en público con hombre alguno, ni siquiera con sus esposos. También estaba prohibido el contacto físico en lugares públicos entre personas de sexos opuestos. Estos detalles le ayudarán a comprender cómo la conducta de Jesús--quien hablaba públicamente con mujeres y hasta permitía que le tocaran los pies o le ungieran la cabeza--era escandalizante para el liderazgo religioso de la época. Del mismo modo, estos detalles le permitirán recalcar en sus sermones la actitud inclusiva y liberadora de Jesús hacia las mujeres de ayer y de hoy.

4. Considere el contexto literario de la historia: Quien predica un sermón narrativo debe tener presente los eventos que han ocurrido antes del pasaje bíblico que desea exponer. De otro modo, podrá cometer errores graves. Como un estudiante que, predicando un sermón de práctica sobre Lucas 5.1-11, recalcó varias veces que ésta era la primera vez que Simón (Pedro) veía o escuchaba a Jesús. Este novel predicador no había leído el capítulo anterior, donde Lucas 4.38-39 narra cómo Jesús sanó a la suegra de Simón.

5. No añada detalles a la historia: En ocasiones, debido a la brevedad de las historias bíblicas, algunos predicadores se sienten tentados a alargar las narraciones inventando episodios que no aparecen en el texto. Este es una práctica que debemos evitar pues tiende a confundir a los oyentes y a fomentar interpretaciones bíblicas equivocadas. Recuerdo con tristeza cuando un día mi abuela quiso enseñarme el pasaje bíblico que había servido de base al hermoso sermón que su pastor había predicado aquella mañana. Después de una larga búsqueda, encontramos el texto por medio de la concordancia. Pero al leer el pasaje nos dimos cuenta que, basado en la poca información que ofrecía el pasaje bíblico, su pastor había creado una versión ampliada de la historia.

6. No elimine detalles: La mayor parte de las historias bíblicas son tan breves que, si se salta un episodio, se pierde el sentido de la historia. Hasta en historias bien conocidas, como la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15.11-32), es común omitir detalles. La inmensa mayoría de las personas que predican esta historia afirman que el hijo menor cae en una situación deplorable a consecuencia de haber despilfarrado su dinero. Pero pocos recuerdan que la región donde vivía este joven fue afectada por una crisis económica que dejó al pueblo hambriento (v. 14). Esto explica por qué el muchacho no pudo conseguir un trabajo honesto y tuvo que dedicarse a una profesión inmunda, como lo era la crianza de cerdos para el pueblo judío.

7. Evite los anacronismos: El anacronismo ocurre cuando se dice que un evento ocurrió en una fecha que resulta ser equivocada. ¡Como el predicador aquel que, exponiendo la historia de Ruth, afirmó que la situación de las viudas en la Biblia no era tan desesperada porque «el gobierno ayuda a las viudas y a los envejecientes»! Ahora bien, los anacronismos más comunes en los sermones surgen del desconocimiento de la cronología bíblica. Por ejemplo, quien no conoce el orden de los eventos bíblicos puede afirmar equivocadamente que Salomón escuchó las profecías de Jeremías o que el apóstol Pablo estuvo presente en la «Última Cena».

8. Mantenga el orden de la historia: Más adelante encontrará un método sencillo que le ayudará a memorizar las narraciones bíblicas. Si por alguna razón se salta un episodio o cambia el orden de la historia, detenga su sermón para explicar cuál es el orden correcto de la historia. De otro modo, la congregación podrá salir de la iglesia pensando que su versión equivocada de los hechos es la correcta.

9. Apele a los sentidos de sus oyentes: Hábleles del olor del campo, del rumor del arroyo y de la suavidad de la brisa. De primera intención, este consejo parece contradecir la regla de que no debemos añadir elementos a la historia. Pero esto no es así. Lo que estamos recomendando es describir en forma vívida los detalles que pueda contener el pasaje bíblico. En este sentido, si el texto indica que Jesús estaba con los discípulos en una barca es enteramente correcto hablar de la humedad en el viento o del ruido que hace el agua al chocar contra la madera de la embarcación.

10. Use gramática activa: Déle más importancia al verbo que al adjetivo: El exceso de adjetivos y adverbios recarga los sermones, restándole agilidad a la expresión. Por el contrario, los verbos le dan movimiento a la narración. Digamos que deseamos caracterizar a Judas Iscariote. Quienes dependen de adjetivos dirán: «Judas Iscariote era un hombre deshonesto, infiel, pusilánime y traicionero». Por el contrario, quienes prefieren el verbo se expresarán de la siguiente manera: «Judas Iscariote traicionó a Jesús. Lo delató a cambio de un poco de plata. Y usó un beso, signo de compañerismo y amistad, para identificarle ante la policía del templo.» Como ven, La segunda descripción es mucho más amplia y ágil que la primera.

11. Dele sabor contemporáneo a la historia: Salpique la narración con alusiones a elementos comunes en la vida de su audiencia. Hay dos maneras de incluir estos elementos. La primera es comparando la situación del mundo antiguo con la actual: «En Israel los leprosos eran echados de sus comunidades cuando se enfermaban, pues la gente temía contagiarse con una enfermedad incurable. Era una actitud muy parecida a la de quienes hoy rechazan a las personas enfermas de SIDA.» La segunda es usando el anacronismo en forma responsable, es decir, presentando al personaje bíblico como si viviera en nuestro barrio: «Los soldados se acercaron a Jesús con sus ametralladoras y sus bayonetas.» Aunque esta segunda técnica puede ser muy impactante, debemos usarla en forma limitada. Ya explicamos anteriormente las consecuencias desastrosas que puede tener el mal uso del anacronismo en la predicación.

12. Preste importancia a los encuentros: Las narrativas que narran encuentros, sobre todo los encuentros con Jesús en los relatos evangélicos, son excelentes fuentes para la predicación. Considere hacer una serie de sermones sobre este tipo de historias. Por ejemplo, puede predicar dos sermones sobre encuentros con Dios en el Antiguo Testamento; o cuatro sobre confrontaciones entre los profetas de Israel y la corte real; o tres sobre las mujeres que tuvieron encuentros transformadores con Jesús.

Estructura de una predicación narrativa

Para estructurar de manera sencilla una predicación narrativa, podemos seguir la secuencia de un cuento corto así:

I. Marco Escénico: En esta parte se puede hacer una introducción al tema, describiendo a los personajes y el problema o cuestión que da lugar al mensaje o historia.

II. Trama: Aquí encontramos el desarrollo de la historia. La tensión va en aumento a medida que avanza la narración.

III. Punto Culminante: Es el momento donde la tensión narrativa llega a su punto más alto. Desde ese momento comenzamos a vislumbrar el desenlace de la situación.

IV. Desenlace: En este punto la tensión narrativa se disipa y la situación problemática comienza a resolverse.

Otra estructura sencilla seria presentando o describiendo un problema así:

I. Identifique el problema.

II. Explique el problema.

III. Ofrezca una nueva perspectiva acerca del problema.

IV. Solucione el problema.

Lo que hay que tener en cuenta en ambas estructuras es que el texto bíblico se preste. No debemos forzar el texto para qué encaje en la estructura, es mejor que el texto se preste para desarrollarla. Por último seguir el orden en que se produce la narración en el texto bíblico es lo ideal.

Bibliografía:

http://www.homiletic.org/espana/14th_espana_doc.html

http://www.drpablojimenez.com/adobe/pdf_narra_c.pdf

http://www.iglesiadecristodelnorte.org.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=41:como-disenar-sermones-narrativos&catid=53:capacitacion-de-varones&Itemid=11

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