miércoles, 28 de octubre de 2009

Los Cristianos Y La Politica, De La Apatia A La Verguenza: Por Milton Acosta

Uno de los peores desaciertos que han cometido los cristianos evangélicos en América Latina recientemente ha sido la incursión en la política con los mal llamados “partidos políticos cristianos”. Es un error gravísimo con múltiples aristas, tanto teológicas como sociológicas. Veamos algunas.

Primero vamos con lo teológico. Esa idea de que “Colombia será para Cristo” ni es bíblica ni va a ocurrir. No olvidemos que hasta hace muy poco Europa era un continente “cristiano.” La Biblia dice que el evangelio será proclamado en todas partes, pero en ninguna parte afirma que todo el mundo se va a convertir en cristiano; todo lo contrario. El evangelio en general es y será rechazado porque el ser humano prefiere vivir a sus anchas sin pasar por las angostas de la ética cristiana, la de Jesús.

El primer error teológico es doble: pensar que todos se van a convertir a Cristo en el país, y que con gobernantes cristianos habrá justicia, paz y felicidad. Eso no ha ocurrido en ninguna parte y nunca va a ocurrir. Lea el Nuevo Testamento y verá cuán humanos son los cristianos.

El segundo error teológico es la peligrosa mezcla de religión con política, especialmente cuando el político que se llama cristiano es de formación tanto teológica como política poco estructuradas. La madurez de pensamiento no se logra en tres días, como si fuéramos plátanos.

Muchos cristianos evangélicos, sin darse cuenta, tienen una mentalidad constantiniana y medieval del poder (reino de Dios = control del gobierno); la misma que los cristianos evangélicos tanto le han criticado a la iglesia católica romana. ¡Qué ironía! Pero no se dan cuenta, precisamente por la falta de conocimiento de la historia, de la teología y de la política. ¡Qué peligro!

En cuanto a lo sociológico, uno no pasa del miedo al agua a una competencia intercontinental de veleros de la noche a la mañana. En Colombia, los cristianos evangélicos hace dos décadas eran o liberales o apáticos a la política. Esto último por una escatología apocalíptica, más hollywoodense que bíblica. ¿Qué se podía esperar? Cuando se les habló de las lecciones de la historia y de la inviabilidad de su empresa, respondieron con altiva ignorancia: “eso no nos va a pasar a nosotros.”

Los males que cometa el político cristiano evangélico y su partido serán sobredimensionados, exagerados, y publicitados como ningún otro en la sociedades latinoamericanas mayormente católicas, por una sencillísima razón: los políticos cristianos evangélicos cayeron en su propia trampa, movidos por la ambición, la teología distorsionada y la ignorancia crasa. Su discurso se olvidó que son seres humanos y arrogantemente descalificaron a los demás. Se declararon diferentes y resultaron iguales.

El hecho de que la gente haga tanta leña de estos árboles caídos muestra que los críticos tienen un sentido de lo correcto y, más aún, una vara ética más alta para medir a quienes ejercen cargos públicos no como ciudadanos, sino como cristianos. Por eso la factura tan elevada.

La necesidad más urgente en nuestro continente en términos de política es la cultura ciudadana. Cuando tengamos ciudadanos con cultura democrática, entonces podremos decir que tenemos democracia. Hasta el momento tenemos sólo maquinarias políticas y uno que otro caso aislado de verdaderos votos de opinión. Eso explica por qué es posible seguir eligiendo corruptos con tan poca participación ciudadana.

No vamos a decirles hoy a los mal llamados políticos y partidos cristianos evangélicos lo que le dijo Maradona a sus críticos. Tampoco eso sería muy cristiano. Pero sí es necesario advertirle a la gente de lo irresponsable y arrogante que es hablar de “partidos políticos cristianos.” Si alguien anhela ser político, gánese los votos en franca lid, no utilizando las maquinarias de las iglesias que a última hora en nada difieren de las maquinarias políticas que tanto hemos criticado.

La franca lid es el trabajo honesto y dedicado por el bien público, desde abajo. A la hora de votar, el elector vota por la historia pública del candidato y su partido, no por una religión. No confundamos elección de ministros religiosos con elección de ministros de gobierno.

Tantos parecidos entre los mal llamados políticos cristianos con los políticos tradicionales sugiere que Pierre Bastian tiene razón: Muchos de los movimientos “cristianos” de América Latina no son más que una expresión de la religiosidad popular católica.

Tomado de: www.pidolapalabra1.blogspot.com

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